Fin de semana.
Freya no volvió a hablar con su ardiente vecino que la calentaba más que el sol en verano. Por parte de su marido, cada vez llegaba mucho más tarde a la casa, y lo primero que hacía era reclamar a Freya por no hacerle la cena, por no lavar sus prendas, por no hablar con él, por no besarle.
Ella estaba harta, tan harta de su marido. Aunque al principio dijo que no volvería a ver a Christopher para estar con su esposo, se arrepentía rotundamente, no le gustaba el asunto, no le gustaba nada ni le parecía cómodo estar con su esposo en la misma cama.
Brant le daba asco, eso en pocas palabras.
La mujer se concentró en caminar sobre la máquina de ejercicio, eran las cuatro y media de la mañana y ella no podía dormir más. Estaba concentrada en otras cosas, era incapaz de seguir durmiendo por varios motivos que involucraban a su vecino y a su esposo.
Aún no hablo con su esposo por el tema del viaje a Nueva York, aún no había aclarado nada con él y estaba tan impaciente, tan alborotada. Aumento la velocidad de la caminadora eléctrica, esta vez pareciera que estaba corriendo, sus pasos aumentaron y sus cortas piernas caminaban con rapidez.
—¡Auch! —exclamo la mujer dejándose llevar por la rapidez de la caminadora, cayendo al piso, hizo un gemido adolorido y pego los labios.
—¿Estás bien? —pregunto su esposo desde la puerta.
Freya levanto la mirada encontrando a su marido de pie a unos centímetros de ella, recostado en el marco de la puerta, no traía camisa y su fornido cuerpo moreno resaltaba debido a las luces.
—Sí, yo solamente...—.
—¿Qué haces despierta a estas horas? es sábado, Freya, no te encontré en la cama y decidí buscarte, no di contigo en ninguna parte hasta que vine aquí. Creí que los fines de semana eran para pasar tiempo en familia, yo deseaba que mi esposa estuviera a mi lado, no que venga a gastar energías haciendo ejercicios—menciono el hombre.
—¿Qué quieres? ¿Qué me abra de piernas para ti a cada segundo? ¿Qué apenas amanezca te monte? no soy una devoradora sexual, ya te lo he dicho antes, si quieres tener sexo a toda hora puedes conseguirte una ninfómana—dijo la mujer levantándose del piso.
—¿Y recuerdas que te he dicho yo? —pregunto el hombre con una sonrisa cínica en el rostro. —Te dije que me conseguiría una ninfómana, que me la voy a coger frente a ti, que voy a llenar su agujero con mí...—.
—¡Basta! —exclamo la mujer interrumpiéndolo. —Hazlo, consigue una, te la vas a coger, pero no convivirá contigo porque eres un maldito abusador—escupió ella con molestia.
Su esposo se acercó a ella con molestia, inmovilizando el cuerpo de ella contra la pared, la puso de espaldas y la sostuvo del cabello con fuerza, apretando su cabeza contra la dura pared cada vez más.
—No soy un abusador, eres mi maldita esposa; puedo follarte cada puta vez que se me antoje si quiero. Cada vez que te pida que te desnudez, lo harás, cada vez que te pida sexo, me lo darás; no me quieres dar un hijo, así que lo mínimo que puedes hacer es complacerme—dijo el moreno entre dientes.
—No soy un objeto sexual—murmuro la mujer.
—No te has casado conmigo para ser una maldita monja, tampoco para renunciar al sexo. Agradece que aún estoy contigo, sino, quedaras sola, sin nadie que te brinde su ayuda; porque para lo único que sirves realmente, es para calentar—dice Brant para soltar el cabello de su mujer y alejarse de ella.
La mujer no se atreve a voltear, no quería enfrentarse a su marido, solamente escucho como sus pasos comenzaban a alejarse, cuando quedo sola, ella se desplomo en el piso, tal como lo había hecho anteriores veces. Nuevamente le estaba dando la razón a su esposo.
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Dimenticare
FanfictionOlvidar cada caricia tuya. Olvidar cada frase tuya. Olvidar cada beso tuyo. ¿Qué fue lo que me llevo a querer olvidar todo eso? Harta de escuchar que cambiaras, cuando claramente no lo haces. Ya no quiero sufrir a tu lado, no lo merezco, ¿Puedo sali...