Freya acomoda su cuerpo en la cama tratando de darle el espacio suficiente a su marido, solamente para que no vuelva a tener otro ataque de nervios. Estaba molesta con él porque estaba feliz mientras no estaba y ahora que volvía lo primero que hacían era discutir.
Aunque era obvio, luego de tantos años lo suyo ya no sería lo mismo, una chica buena y un chico malo no son una buena pareja, nunca son una buena pareja porque siempre terminan dañandose el uno al otro, si no lo hacen de entrada, lo hacen al final de lo suyo.
Sin embargo, eso siempre era lo mismo, alguien salía lastimado, porque aunque aparenten ser felices, no lo eran, lo eran felices con esas personas a su lado.
Siente la cama hundirse a su lado, los brazos de su marido la cubren por completo, Freya se queda en su lugar, sin moverse, no puede decirle nada, después de todo... Ella era su esposa y debería de complacerlo en todo lo que ordenase, pero ya estaba harta de él.
—Perdón—susurra el hombre.
Freya niega con la cabeza mientras se voltea a ver a su esposo. Estaba tan indignada por lo descarado que llegaba a ser su esposo, estaba tan molesta e indignada que no podía pensar con claridad.
—¿Por qué me pides perdón? ¿No me lo has pedido muchas veces y has hecho cosas peores?—pregunta la mujer.
—Tu me provocas—se escusa, haciendo reír a su mujer.
—Deja de joder, Brant—dice la mujer.
—Por favor Freya, lo único que deseo es tu cuerpo en estos momentos, te juro que luego de esta noche de verdad voy a cambiar, no volveré a lastimarte ni a tocarte un solo pelo—dice el hombre, la mujer rueda los ojos.
—Cuando estás caliente dices muchas cosas que no cumples—menciona la mujer volviendo a darse la vuelta, Brant resopla, atrayendo a su mujer a él. —No jures en vano—murmura ella.
—Si no me das lo que te pido voy a...—.
—¿Me vas a tomar por la fuerza?—pregunta ella, su marido la presiona contra él. —Hazlo, ya lo has hecho una vez, no creo que sea problema alguno para ti—dice la mujer, causando que su marido se moleste.
El hombre sube encima de ella, acorralandola bajo su cuerpo, ella observa los profundos ojos de su marido y la rabia que denotan de éstos.
—¿Acaso me das otra opción?—pregunta el hombre.
—Suéltame—dice la mujer entre dientes, Brant no la oye, sujetando los brazos de ella sobre su cabeza.
—Te necesito, y tú me vas a dar lo que deseo porque eres mi esposa, ¿te ha quedado claro?—pregunta, ella asiente con la cabeza, no quería discutir más de lo que ya lo habían hecho en la noche.
Brant hunde su rostro en el cuello de su mujer comenzando a besar cada parte de ella, la mujer cierra los ojos imaginando que esos labios secos son los carnosos y suaves labios de su vecino, que esas manos tan ásperas son de su vecino, que la persona que la está tocando es su vecino.
El hombre dirige una de sus manos a la entrepierna de su mujer, acariciándola, ella jadea al sentir los dedos de él en esa parte tan sensible, no podía negarlo, su esposo era bueno en la cama cuando se lo proponía.
—Brant...—susurra la mujer cuando siente que él tira de sus bragas dejándola expuesta en esa zona tan sensible.
—Nunca lograrás resistirte a mi—susurra el moreno.
—Eso creo—susurra ella, haciendo que su marido sonría.
Freya con su única mano libre comienza a desabrochar la camisa de su esposo, después de todo, ahora no estaba cometiendo un pecado, ahora se acostaría con su esposo; cuando una semana antes en la misma habitación se encontraba gimiendo, gritando y jadeando el nombre de su ardiente vecino.
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Dimenticare
Hayran KurguOlvidar cada caricia tuya. Olvidar cada frase tuya. Olvidar cada beso tuyo. ¿Qué fue lo que me llevo a querer olvidar todo eso? Harta de escuchar que cambiaras, cuando claramente no lo haces. Ya no quiero sufrir a tu lado, no lo merezco, ¿Puedo sali...