Capítulo 32

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Por la tarde, la madre de Freya había quedado encantada con Christopher. Habían platicado bastante, de diversos temas que a ambos le interesaba, aunque la señora había estado molesta por la aparición de Christopher, luego ya no quería dejar de hablar con él. Ambos hablaban de diversos temas, desde empresariales hasta privados.

Se llevaban bien, en cierta parte.

Por su parte, Freya había hablado con su padre durante la mayoría del día puesto que siempre fue su padre el que le brindo apoyo en todo momento, incluso cuando su madre estaba en desacuerdo.

Ella los amaba ambos, pero era obvio que preferiría a su padre por sobre todo. Siempre fue el la persona que la apoyaba sobre todas las cosas, gracias a él creció y maduro como persona, estaba segura de que si había escuchado a su padre desde un principio, nunca había contraído matrimonio con su esposo.

—¡Estoy tan feliz! —exclamo Freya llegando a su casa, sus padres arquearon las cejas. 

Michael, su padre, bajó el periódico que leía para mirar a su hija, su madre por su parte, dejo de preparar el almuerzo del día, para copiar el acto de su marido. 

—¿Ah, sí? ¿Qué hizo ese hombrecito cariñoso para ti el día de hoy? —pregunto su madre, sonriente.

—No todo tiene que ver con Brant, madre.

—¡Que joder! Desde que he llegado no habéis parado de hablar del dichoso Brant, pareciera que vosotros lo aman más a él que a mí—dijo Alba mirando a Freya.

La española era amiga de su madre y madrina de Freya, iba a visitarlos cada fin de mes para traerles regalos y consentir a Freya lo más que podía, puesto que ella era incapaz para tener hijos.

—Por supuesto que no, es simplemente que el chico es un romántico que parece de nuestra época. Deberías conocerlo—dijo María, la madre de Freya.

—A mi no me compra con ese cuento. Siento que Freya podría encontrarse uno mejor—dijo su padre encogiéndose de hombros. —, pero no nos desviemos del tema. ¿Por qué estás tan feliz, ragazza?

—¡Brant me propuso matrimonio!—exclamo la chica con una sonrisa viendo a sus padres quienes tenían el rostro hecho un poema.

Alba por su parte tenía una ceja alzada y una sonrisa divertida en sus labios, se levantó del asiento con suma elegancia y se dirigió a Freya para cubrirla con sus brazos.

—No tomes una decisión precipitada, eres joven, debes disfrutar tu vida antes de casarte. Espero que tomes en cuenta mi consejo, solo quiero lo mejor para ti.

—Gracias, Albi—susurro la morena para alejarse de la rubia y mirar a sus padres.

La señora María estaba con su semblante serio, sin embargo sonrió lo más que pudo para abrazar a su hija, empujando un poco a Alba, quien retrocedió unos pasos atrás.

¡Ya vas a convertirte en una mujer!

—Insisto en que podrías encontrarte uno mejor—dijo su padre uniéndose al abrazo. —, pero estoy feliz por ti, ragazza.

—¿No lo vais a festejar con ella? Deberíais montar una fiesta, yo podría ayudaros—se ofreció la española, la madre de Freya sonrió.

—Podemos salir hoy para presentarte a Brant—propuso Freya mirando a su madrina, cuando su madre y su padre dejaron de sofocarla con el abrazo.

—Sí, es una buena idea—se unió María.

Christopher miro como su novia se desvestía bajo su atenta mirada, ella por su parte desabrochaba la camisa que traía, era una ajustada a su cuerpo que a Christopher le encantaba. Al quedar con sujetador, Christopher soltó un silbido de camionero.

DimenticareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora