La mujer no pudo conciliar el sueño, sin embargo, en la mañana estuvo decaída, no podía evitar pensar en lo que había visto ayer, a la mujer rubia besando a Christopher, a la mujer tocando el torso de Christopher y él disfrutando de su tacto, sin importarle nada.
Estaba indignada.
Una semana atrás se encontraba rogándole a la morena quedarse en su casa, le rogaba que le cocine, le rogaba besos y ahora, se había olvidado de ella como si nada, trajo a otra mujer a su casa, como si no existiera su vecina. Sí, entendía que era un hombre soltero, y que ella también se había acostado con su marido.
Pero no era justo.
Para ella no era justo.
La mujer coloco sus codos sobre la encimera de la cocina, eran las nueve de la mañana, Brant había ido a trabajar temprano; Freya seguía con su pijama y unas ojeras bastante visibles bajo los ojos. Ubicó su cabeza entre sus manos y resoplo.
No estaba dispuesta a perder la dignidad yendo a hablar con su vecino, tampoco sería tan estúpida para ir a reclamarle algo cuando ambos no eran nada, pero estaba celosa, estaba ardiendo en celos, no debía sentir eso, pero era jodidamente inevitable; no había sentido eso con Brant, nunca le importo mucho lo que hiciera su esposo con otras mujeres, tal vez porque nunca presenció un beso de él con otra mujer.
De todas formas, nunca había sentido celos por su marido, más allá de estar molesta porque una mujer lo llamo Brant en el avión, nunca se había sentido celosa; ni siquiera en ese día se puso así, porque ella ya había tenido algo con su vecino desde entonces. La mujer golpeó la dura madera y se dispuso a caminar hacia el pequeño radio de la casa que yacía en medio de la sala.
Colocó una canción aleatoria en ésta, en la casa comenzó a sonar “My oh my” de Camila Cabello, Freya resoplo; la canción le traía varios recuerdos, cuando apenas conocía a Brant, él era el típico chico malo, siempre vestía de negro y según, nunca se había enamorado de alguien.
El típico cuento.
—Estoy jodida—dijo la mujer resoplando.
Se acercó a la encimera nuevamente para tomar un dulce de ahí, Brant odiaba los dulces, pero ella los amaba, por ello siempre traía un paquete de dulces para su esposa; tampoco era un esposo que no la consentía en lo absoluto, podría ser un imbécil, pero no era tan desconsiderado con ella.
Sin importarle nada, metió el caramelo en su boca mientras oía la melodiosa voz de Camila Cabello, le gustaba aquella canción, le encantaba.
La puerta empezó a ser golpeada, la mujer frunció las cejas, su esposo no podría ser, él tenía las llaves de la casa… y su vecino parecía estar bien entretenido el día de ayer en su habitación, así que tampoco podría ser él.
La mujer repaso su atuendo, tenía un simple vestido de seda que usaba para dormir, apenas le llegaba a los muslos y no traía sostén, así que no había forma de que pudiese abrir la puerta; a no ser de que se mantenga tras ésa. Freya camino hasta la puerta y observo por la mirilla, su vecino estaba vestido de traje y tenía una sonrisa de deficiencia en su rostro.
Freya no quería verlo, pero él, estaba de pie frente a la puerta. La mujer resoplo y acomodó su cabello a los lados de su cara, trataría de demostrarle algo falso, que estaba feliz, demostraría nuevamente a alguien que no era ella, ya estaba acostumbrada a ello.
Bajó la perilla para abrir la puerta, la brisa fría entro por ésta y al instante su piel se erizo, el hombre la observo con una ceja arqueada.
—Señorita Gatti—saludo Christopher viendo a la mujer.
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Dimenticare
Hayran KurguOlvidar cada caricia tuya. Olvidar cada frase tuya. Olvidar cada beso tuyo. ¿Qué fue lo que me llevo a querer olvidar todo eso? Harta de escuchar que cambiaras, cuando claramente no lo haces. Ya no quiero sufrir a tu lado, no lo merezco, ¿Puedo sali...