Baby [Emiliaco-omegaverse]

☀️36☀️

Joaquín estaba feliz. Ya estaba entrado en el octavo mes, su panza ya no daba abasto y empezaba a creer que tenía dos bebes dentro por lo grande que era, gracias a Dios, solo era uno.
Una cachorra, su cachorra, de él y de su amado Alfa.

Oh, amaba tanto a Emilio.

Era el mejor Alfa sin duda. Siempre estando para él, siempre mimándolo, siempre cuidando, siempre siendo el maravilloso Emilio del que se enamoró.

El Alfa había estado trabajando desde casa, habían mejorado muchas cosas en el tiempo que tenían libres.
Emilio le enseñaba a cocinar al Omega, y aunque al principio fue un desastre de platos rotos, ollas quemadas, sartenes volando a todas partes, Joaquín llorando en el pecho del rizado, su pequeño girasol aprendió a cocinar.

Estuvo alardeando por varias semanas sobre su "talento culinario", lo cierto era qué si, había aprendido, pero aún se le olvidaba cosas esenciales, como la sal en el arroz, los frijoles quemados, los panqueques, al parecer era una maldición, los panqueques no eran lo suyo. Pero a pesar de todo estaba feliz, había aprendió a planchar con ropa de su Alfa, el más alto había buscado la peor ropa para que el Omega aprendiera. Le llevaba el almuerzo a Emilio al pequeño estudio y al Alfa definitivamente le encantaba ver el brillo en los ojitos del Omega cuando probaba un bocado. Joaquín estaba siempre cansando, por lo que el sexo para emilio era desconocido, no podían tener sexo, pero al menos el Omega le daba sexo oral (a cómo podía) y el rizado siempre podía comerlo o hacerlo venir solo con sus dedos. Tantos años de relación, ya se conocen muy bien.

Esta vez, estaban en el sofá de la sala viendo una película animada en la televisión. Joaquín estaba recostado en el pecho del Alfa sólo con unas bragas puestas, mientras Emilio estaba con un buzo y me acariciaba el vientre mientras ambos estaban concentrados en ver como Elsa construía su castillo.

Joaquín se removió para ver el rostro de Emilio y dejó un besito en la mandíbula del Alfa. El moreno sonrió mostrando un hoyuelo y se giró a verlo.

—Te pierdes la película— comentó el Alfa.

—Tú eres mil veces mejor que una película— comentó el Omega.

—Oye— El Alfa se sonrojó. Joaquín lo observó embobado, pocas veces podía hacer a su Alfa sonrojarse, por lo general era al revés.

—Eres hermoso— comentó el Omega. Emilio rió tratando de ocultar su sonrojo con una mano —Eres extremadamente guapo.

—Basta, Joaco— chilló.

—Eres mi precioso y hermoso bebé Alfa— Emilio rió fuerte está vez.

—Tú eres mi bebé— respondió luego que dejó de reírse. Trató de concentrarse en la película.

—Tú también puedes ser mi bebé, ¿verdad?— Emilio lo volvió a ver y sonrió, terminó asintiendo.

Quedaron en silencio de nuevo.

Joaquín concentrándose en las facciones de Emilio y el sonrojó del Alfa, mientras el rizado trataba de concentrarse en la película y no terminar con un color rojo sangre en la cara.

Joaquín a veces era difícil.

—Emi— llamó. El Alfa despegó la vista de la tele para prestar atención al Omega —Te amo mucho.

El Alfa se inclinó para apoyar sus labios sobre los del Omega.

—¿Era lo que buscabas?— preguntó Emilio en un susurró luego de separar sus labios. El pequeño negó.

—No. Me gusta decirte lo bello y precioso que eres sin nada a cambio, cómo tú— Emilio asintió.

—Yo también te amo, y a la cachorra— Joaquín se acarició el vientre —Me gusta verte así.

—¿Cómo?, ¿pálido?— Emilio sonrió para luego negar con la punta de la lengua entre sus dientes.

Era cierto que Joaquín estaba pálido. El médico les había dicho que era normal puesto que estaba en los últimos meses y su cuerpo requería de más esfuerzos. A Joaquín le costaba dormir en el nido debido a que en la noche la cachorra hacía su propia fiesta en su vientre y en el día se le dificultaba mucho porque el Omega no dormía de día.

—No, tontito. Me gustan verte con mi cría creciendo en ti— pellizco las mejillas del Omega. Joaquín sonrió.

—A mí también me gusta tener una cría tuya— Emilio sonrió totalmente orgulloso y satisfecho.

—¿No quieres otra?

—¿Otro bebé?

El Alfa asintió.

—Emi ni siquiera a nacido este— el rizado se carcajeó.

—Pero cuando nazca, ¿querrás otro?— Emilio tanteo el terreno. Joaquín observó su vientre.

—Seguramente si, pero para eso falta mucho, Alfa— Emilio estuvo de acuerdo. Lo mejor sería que esperaran a que la cachorra estuviera más grande, donde Joaquín no tuviera que estar tan pendiente de ella y así poder buscar otro cachorrito, tal vez un varón.

—No tenemos nombres y ya vamos en el octavo mes.

Emilio se dio por vencido al final, no terminarían de ver la película, eso pasaba mucho, Joaquín decía que quería ver algo y al final terminaba en sexo o terminaban hablando.

—Si, ¿que tienes en mente?— preguntó el Alfa.

—Me gusta mucho Amaris— comentó. Emilio movió la cabeza.

—Es un nombre poco común, ¿qué significa?— Joaquín sonrió dándose cuenta que su Alfa lo conocía tan bien.

—Hija de la luna— Emilio sonrió, dejando otro pequeño beso en los labios de Joaquín y acariciando su vientre de nuevo.

—Nuestra hija de luna— el Omega sonrió.

—Si, es nuestra. ¿Puedes creerlo?, nosotros formamos una pequeña vida— Emilio limpió una lágrima que bajó por la mejilla de su amor, con su pulgar —Me siento tan mal por haberla querido abortar.

—Shh, amor está bien. Hemos hablado de esto ¿recuerdas?, tenías miedo, no sabias qué hacer y esa fue tu salida. Yo no te apoye mucho, mi reacción al embarazo no fue buena y en parte siempre tuve un poco de culpa por decirte con anterioridad que no quería un cachorro— Emilio lo besó —No te sientas mal por algo que ibas a hacer pensando en tí, me siento orgulloso de saber que pensaste en tí primero y no en lo que yo pensaría en esos momentos— Joaquín hizo un puchero que Emilio acarició con su pulgar —Pero ahora seremos padres, y seremos los mejores— El Alfa dejó un beso en la frente del Omega —Tú serás una gran mamá y yo seré un gran papá. Seremos una familia perfecta.

—Si, Alfa. Perfecta.

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