CAPÍTULO 4: Tarea pendiente

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Luisita y los demás aprovecharon los primeros días para disfrutar de la tranquilidad de la casa en la que estaban. Sus días se resumían en despertarse tarde, desayunar al aire libre, piscina, cervezas, más piscina, hacer una barbacoa o una paella aprovechando todo el exterior que tenían, tomar el sol y alguna que otra siesta hasta encontrarse con el atardecer, momento en el cual, decidían ir a dar una vuelta por los alrededores y buscar algún rincón donde hubiese fiesta.

Fueron a cenar a un bar de tapas y aprovecharon que el camarero era joven para preguntarle si sabía donde podría haber algo de fiesta hoy.

- Perdona, ¿vives por aquí cerca? – le pregunto Lourdes, que era la más lanzada de todas.

- Sí, aquí al lado. ¿Os puedo ayudar en algo?

- Estábamos buscando un lugar donde salir un poco de fiesta pero no tenemos mucha idea.

- Pues mirad chicos, la discoteca más próxima esta a unos veinte minutos andando, pero aquí en la siguiente esquina hay un karaoke donde hay muy buen ambiente. Yo suelo ir con mis compañeros al acabar el turno.

- Karaoke!!! – gritaron todos a la vez a excepción de Luisita. Le dieron las gracias al chico y le pidieron la cuenta.

- ¿No te apetece Luisita? Si eres la que mejor canta de todos nosotros. – Ya sabéis que me da mucha vergüenza cantar. Si no lo hago delante vuestra, ¿cómo voy a hacerlo en un karaoke?

- Pues mejor me lo pones. La gente irá contenta y no estarán pendiente de lo que hagas tú. Además, puedes pasarlo bien y no tienes por qué cantar – le dijo Mateo con un tono divertido. Luisita vio como todos sus amigos la miraban ilusionados y le pedían con los ojos que se apuntara a la fiesta y ella no puedo negarse. – Esta bien, tenéis razón. ¡Vayámonos de fiesta!

El camarero volvió a la mesa con la cuenta y con un chupito para cada uno de ellos. Los chicos se lo agradecieron y hicieron un brindis. – Por nosotros. Por un verano que solamente acaba de empezar.
Al salir del restaurante fueron hacia la dirección donde les había informado el camarero. Entraron en el local y buscaron un lugar en el que sentarse para empezar a pedir la primera ronda. Mientras sus amigos estaban distraídos hablando de cualquier cosa, Luisita empezó a fijarse en el espacio en el que estaban y se le iluminaron los ojos. No era la primera vez que estaba en un karaoke, pero ese tenia algo más especial, más acogedor. Tenia un decorado como de los años 70. Se fijó en que había dos escenarios, uno en cada punta del local y se preguntó a si misma, si algún día seria capaz de subirse a uno de esos.
Cristina se percató de que la rubia había entrado en trance y se imaginaba lo que podría estar pasando por esa cabecita. Por lo que se le ocurrió que seria bueno sacarla del trance en el que había entrado.

- Chicos, voy a por la segunda ronda. ¿Me acompañas Luisita? Que no me dan las manos para lo de todos. Luisita se levantó y siguió a su amiga entre la barra. El local se iba llenando, por lo que se agarraron de la mano y se hicieron paso como pudieron por tal de cruzarlo y llegar a la barra.

- ¿En qué pensabas? – Luisita se sorprendió por la pregunta, pero en seguida bajo la guardia. Estaba con Cristina, la persona que mejor la entendía y, probablemente, ya sabia la respuesta antes de que contestara.

- En que me gustaría tener el valor de subir ahí arriba y cantar cualquier cosa, aunque sea una canción de mamarracheo. Pero no quiero que al hacerlo, la gente opine de mí lo mismo que opinaba Carmen.

- Lo sé cariño, pero no puedes negarte a hacer algo que amas por la opinión de alguien que ni siquiera esta en tu vida. Imagínate si todo el mundo dejara de hacer eso que quiere por el que dirán, o por haber recibido criticas alguna vez de la boca de alguien a quien querían. La gente seria infeliz. Yo te he visto tocar e incluso cantar, y nunca te he visto disfrutar tanto de algo. – Luisita sonrió tímidamente al escuchar esas palabras y agacho la cabeza algo vergonzosa.

- Gracias Cristina. Prometo que esa será mi tarea pendiente durante este verano. – Las dos amigas se abrazaron, cogieron las bebidas y se fueron hacia la mesa donde estaban los demás. 

Ya queda nada para que se conozcan... Gracias siempre por leer :) 

Me encantaría saber vuestras opiniones. Besos

Un verano cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora