CAPÍTULO 17: El atardecer

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Acababan de aparcar el coche y se dirigían a subir la pequeña montaña para llegar al faro. Aún quedaba algo más de una hora para que el sol empezara a esconderse dando lugar a la luna y, por eso, las chicas pudieron situarse en uno de los mejores rincones para ver ese acontecimiento. Se sentaron en el suelo apoyándose en una pared y tenían las piernas colgando. En frente, solo había mar. Un infinito de agua que había cambiado su azul característico por un tono rojizo a causa del cielo. Durante algún rato, Marina y Amelia les explicaban la historia de ese sitio o algunas anécdotas de las muchas veces que habían venido aquí, otro rato lo pasaban en silencio, cada una pensando en sus cosas mientras tenían ese paisaje delante suya.
Cuando ya quedaban a penas minutos para que diera comienzo el atardecer, Lourdes sacó el móvil queriendo inmortalizar el momento. Hizo fotos al paisaje, al faro, a Marina que la abrazaba por detrás mientras ella estaba sentada entre sus piernas y también, quiso una de las cuatro.

- Va chicas, juntaros un poco que quiero sacar una foto de todas. – aún entre las piernas de Marina, se movieron un poco hacia la derecha para juntarse más con Amelia, que la tenían al lado. Estiró el brazo para hacer un selfie y que salieran todas, apretó el botón e hizo unas cuantas. Bajó el brazo y se acercó el móvil para ver como habían quedado, y se percató de que Luisita, que estaba en la esquina al lado de Amelia, salía cortada, por lo que quiso repetirla. – Luisi, acércate un poco más – le dijo – sales un poco cortada. – Con un poco de reparo por acercarse aún más a Amelia, hizo un movimiento casi imperceptible que no sirvió para nada, ya que seguía sin salir. La morena se dio cuenta y puso sus piernas igual que Marina, dándole espacio a la rubia para que se pusiera delante suya.

- ¿Por qué no te pones aquí Luisi? – preguntó mientras señalaba el hueco que quedaba entre sus piernas y haciéndole ver a la rubia que la posición que tenían sus amigas era la mejor para que las cuatro salieran bien en la foto. Pudo ver la duda en sus ojos, no es la primera vez que le resulta tan fácil saber qué es lo que se le estaba pasando por la cabeza. Se lo había dicho sin pensar, se lo había dicho inocentemente porque de verdad creía que era la mejor opción, pero, a decir verdad, pensar en tener a la rubia de esa forma, provocaba que su corazón latiera un poco más rápido. Luisita tenía un debate interno que intentaba resolver a mil por hora. Claro que le apetecía, de echo, se moría de ganas de que esos brazos la envolvieran y volver a estar cerca de ella, pero no quería que eso provocara un momento incómodo. Aun y así, solo necesitó ver como la comisura de los labios de la morena se curvaba, para darse cuenta que eso es lo que ambas querían.

- ¿Estás segura? – preguntó mientras se levantaba para acercarse y ponerse entre sus piernas. Se sentó, pero puso su espalda recta sin apoyarse en Amelia, no quería extralimitarse. Como contestación, Amelia la rodeó con sus brazos y la empujó hacia su cuerpo. Se percató de las dudas de Luisita y quería hacerle ver que estaba todo bien, más que bien. Al percibir ese gesto, la rubia se relajó. Ella estaba mejor que nunca y por lo que parecía, la morena también. Se acomodó para estar a gusto y en un acto instintivo, puso sus manos encima de las de Amelia, que no había dejado de rodearla. – Si en algún momento te molesto o estas incomoda, dímelo – le hizo saber mientras giraba mínimamente su cuello para verle la cara. – Luisi, relájate. Estoy perfectamente. – volvieron a perderse en los ojos de la otra y se sonrieron tímidamente. Ninguna de la dos lo dijo, pero eran conscientes de que podrían quedarse en esa situación toda la vida.
A todo esto, no se dieron ni cuenta de que Marina y Lourdes las miraban divertidas. No les habían quitado el ojo de encima y sin decirse nada, estaban seguras que iban a comentar lo sucedido entre sus dos amigas más tarde.

- Bueno, creo que ahora ya sí que estamos todas preparadas para la foto – rompió el silencio Lourdes. Igual que antes, estiró su brazo para hacer varios selfis. En ellos, se veía a Marina abrazando por la espalda a Lourdes mientras le dejaba un beso en la mejilla y, por otro lado, Luisita salía rodeada por los brazos de Amelia, que apoyaba su cabeza en el hombro de la rubia. Hicieron muchas, muchísimas fotos. Primero posaban con la intención de quedar bien, pero a medida que hacían más, empezaron a hacer tonterías sin importarles el resultado.
Al ver que el sol ya empezaba a ponerse, dejaron lo que estaban haciendo y se recolocaron para, ahora sí, disfrutar del momento.

Un verano cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora