CAPÍTULO 13: Thinking out loud

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[Amelia]:
Buenos días, Luisita 😊
Estoy sana y salva.
Yo también me lo pasé muy bien anoche
a ver si repetimos pronto.
¿Cómo llevas la resaca? 🙄

[Luisi]:
Buenas tardes diría yo
jajajaajaj
Qué hacías despierta tan temprano!!??
La resaca regular...
sigo en la cama y sin intención de salir🤭🤭🤭

[Amelia]:
Tan temprano? Las 10:30h no me parece pronto eh...
he salido a correr un poco.
Vivo en un sitio muy tranquilo y tengo el mar cerquita
así que me relaja hacer deporte por aquí.

[Luisi]:
Si te fuiste a dormir casi a la vez que salía el sol,
si que me parece temprano 🙄
Ala que chulo!! Ya me invitarás un día.
Bueno, a todos quiero decir.

[Amelia]:
Claro, cuando quieras te invito
😏😏😏

[Luisi]: 
😳😳


Después de ver el ultimo mensaje de la rubia, Amelia bloqueó el móvil y se dispuso a ver alguna película para que se le pasara más rápida la tarde. Hoy era uno de esos días en los que no iba a hacer nada y se iba a quedar en casa. Aprovechó para hacer un poco de ejercicio, se duchó, se preparó la comida y ahora estaba en el sofá. Empezó a hacer zapping sin mucho entusiasmo, y en seguida se encontró pensando en Luisita. En su sonrisa. En su cara de niña pequeña cuando quería conseguir algo. En su voz. En sus ojos. En el rojo de su cara cuando había sido pillada haciendo algo. En como la miraba. En resumen, ella. Tenía ganas de hablarle, sabia que ese sería el mejor plan para esta tarde, pero no lo hizo. Se excusó en que estaría pasando la tarde tranquila con sus amigos y no quería molestar. No quería crearse esta dependencia de querer hablar con ella tan pronto, porque sabía que, si eso pasaba, después no podría parar. No quería pensar de más en ella. No quería involucrarse en algo que no tenia futuro. No quería un simple romance de verano. Al final se decantó por coger su guitarra y empezar a preparar las canciones que iba a tocar el miércoles en su primera actuación.




A unos cuantos kilómetros de distancia, Luisita pasaba la tarde bajo los rayos del sol y música en los oídos. Estaba a punto de dormirse cuando empezó a sonar una canción que le hizo abrir los ojos. Era la canción que tocó ayer Amelia cuando Lourdes le pidió el favor. Era la canción de su cantante favorito, que, después de escucharla en voz de la morena, se quedaría con su versión sin dudarlo.
Llevaba intentando evitar pensar en ella desde que se intercambiaron los últimos mensajes, pero la realidad es que, por alguna razón, siempre aparecía en sus pensamientos. Pensó en todo lo sucedido desde que la vio subirse al escenario en aquel local y en todas las casualidades que vinieron después. Si antes de venir le dicen que iría a un local y escucharía cantar a una chica preciosa una de las primeras canciones que aprendió con la guitarra, que luego, esa chica, seria la amiga del ligue de una de sus amigas y que, por rizar el rizo, seria la misma chica que, al día siguiente, vendría a su casa a recoger a su amiga, por no decir, que luego la conocería más y que tendrían gustos parecidos, como con la música, pues, exactamente, jamás se lo hubiese creído.

De pronto se sintió con la necesidad de saber de ella, le gustaría saber como estaría pasando la tarde, aunque a decir verdad, le gustaría saber todo de ella. Pensó en escribirla, pero recordó que fue la morena la que cortó la conversación y se sintió insegura. Lo que no sabía, era que Amelia llevaba toda la tarde con la misma idea, pero al final ninguna se atrevió, por miedo a molestar a la otra, pero eso no impidió que acabaran de pasar la tarde pensándose mutuamente.

El sol dejó de hacer acto de presencia y cedió el paso a la luna, Luisita cambió la hamaca por el sofá del interior de la casa. Estaba perdida en su mundo viendo fotos en el móvil de todos estos días que llevaban de vacaciones cuando notó que alguien se sentaba a su lado.

Un verano cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora