CAPÍTULO 11: Estoy deseando volver a escucharte

789 90 5
                                    

La comida transcurrió entre risas y alguna que otra broma dirigida a la única pareja del grupo. Parecía que habían perdido la vergüenza entre ellas y ya no les importaba el hecho de darse cariño delante de los demás. Cada vez había más botellines de cerveza vacíos, cosa que se notaba en el ánimo de los allí presentes. Estaban acabando de recoger la mesa cuando, de repente, escucharon a alguien caer al agua. Fueron hacia allí y vieron como Mateo, se estaba partiendo de la risa mientras dirigía su mirada dentro del agua. Allí había una rubia con cara de pocos amigos y el vestido que había usado mientras comían, aún en su cuerpo.

- Te vas a enterar Mateo – le chilló Luisita mientras subía las escaleras para salir de la piscina. Empezó a correr detrás de él por todo el jardín para intentar devolvérsela, pero al ver que era imposible, se detuvo, levanto la vista y, entonces, los vio. Todos estaban llorando de la risa por la situación.

- ¿Qué ha pasado, Luisi? – cuestionó con sorna Lourdes.

- Aquí vuestro amigo Mateo, que me ha visto en el borde de la piscina mientras preparaba los hinchables que compramos y ha pensado que sería una buena opción empujarme. – contestó con el pelo mojado aun en la cara y los puños cerrados en forma de resignación.

- Luisita por favor, no te enfades. – se acercó Mateo intentando darle un abrazo a su amiga. - Solo he pensado que el sol ya está apretando y que ha llegado el momento de inaugurar la piscina. – la rubia no contestó. Paso por el lado de los demás mientas seguían mirándola divertidos hasta que se apoderó de una de las hamacas para tomar un poco el sol.

- Bueno, después de esto, yo creo que ha llegado el momento de que empiece lo bueno. Fuera la ropa y todos al agua – gritó con emoción Cristina, a lo que todos le hicieron caso. Pusieron música mientras se iban despojando de sus prendas para, acto seguido, tirarse de cualquier manera al agua. Empezaron a jugar con todo lo que tenían allí mientras cantaban sin ningún tipo de miedo a hacer el ridículo, todos los éxitos que iban sonando.
Pasaron unos minutos cuando por fin, la rubia a la que ya se le había pasado el enfado, se percató de la que creía que era una de las mejores vistas que había tenido jamás. Amelia en bikini. Amelia cantando. Amelia sonriendo. Amelia bromeando con los que eran sus mejores amigos, en resumen, Amelia. Era imposible quitarle los ojos de encima. - <<Menos mal que está de espaldas a mí. >> - pensó. Estaba tan metida en su mundo que no se dio cuenta de que la morena se dirija hacia ella, hasta que ya la tuvo demasiado cerca como para disimular.

- ¿Puedo? – preguntó Amelia mientras señalaba la tumbona en la que estaba Luisita.

- Eh... clar... claro – contestó forzando una sonrisa mientras se sentaba para dejarle un hueco y que la morena hiciera la mismo. Esta ultima se la quedó mirando, la rubia tenia algo que la atraía, pero a la misma vez dudaba de si se encontraba a gusto con ella. No era la primera vez que se formaba un silencio incomodo entre ellas, tal vez no le caía bien a la rubia, pensó para si la morena.

- ¿No te vas a dar un baño con todos? – intentó romper el silencio Amelia.

- Creo que ya me he dado uno gracias a Mateo – contestó la rubia sin querer mirarla a la cara.

- Nos lo estamos pasando muy bien Luisita. Solo faltas tú. – volvió a intentarlo.

- De verdad, Amelia, prefiero quedarme aquí tomando el sol. Gracias por la invitación. – al escuchar esto, la morena se dio por vencida y, sin decir nada más, volvió a la piscina donde estaban los demás.

Cuando la vio desaparecer, Luisita soltó todo el aire que había retenido en los pulmones. Sabía que había sido muy desagradable, pero creía que así lograría disipar los pensamientos que tenía respecto a la morena. Aun y así, lo primero que le vino a la mente, fue que le debía una disculpa. Levantó la cabeza y se fijó en que la morena había vuelto a la piscina, pero no estaba jugando con los demás. Simplemente estaba sentada en el borde con los pies en el agua y mirando hacia un punto fijo.

Un verano cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora