CAPÍTULO 15: La playa

806 92 8
                                    

El domingo pasó sin pena ni gloria. Luisita, Cristina y Lourdes decidieron salir por la tarde y pasar un rato de solo chicas, mientras Fede y Mateo se quedaban en casa. Aprovecharon que los domingos en Ciutadella había mercadillo y pensaron que sería un buen plan. Fueron a la plaza principal y allí se encontraron tenderetes de diferentes cosas. Estaban las típicas paraditas de bisutería, de ropa, también había paraditas de pareos o accesorios para la playa y abundaban las que vendían las típicas pastas de allí. Compraron unas cuantas para llevarse a casa y siguieron con su andadura. Cuando ya llevaban un rato andando, fueron a por un helado y se sentaron en un banco a descansar.

- Estoy molida chicas – dijo Luisita a la vez que se dejaba caer exageradamente sobre el banco.

- Te estás haciendo mayor Luisi – le contestaron las dos a la vez, lo que provocó una carcajada y un choque de palmas entre ambas.

- Sois muy graciosas, ¿lo sabíais? Son estos zapatos, que me están matando.

- Chica, es que no sé porque te has puesto tan mona para salir a dar una vuelta – comentó Lourdes – mira como vamos nosotras Luisi – siguió mientras con las manos señalaba a Cristina y a sí misma. Antes de que la rubia replicase, fue el turno de Cristina.

- Es normal, Lou. Nunca sabes cuando te vas a cruzar con la chica que te gusta. – comentó mientras le guiñaba un ojo pidiéndole que le siguiera el juego.

- Estáis acostumbradas a pasároslo muy bien a mi costa, estoy harta – espetó Luisita. Al ver que sus amigas seguían calladas, continuó – Amelia vive en la otra punta de la isla, así que no tengo ninguna esperanza en verla aquí, así que, si me he arreglado un poco más, ha sido porque me ha dado la gana, ¿está claro? – las miró desafiantes mientras les apuntaba con el dedo esperando una respuesta que llegó en forma de carcajada.

- Nadie ha hablado de Amelia, cariño. La has metido en la conversación tu solita. Pero bueno, ya que has sacado el tema, cuéntanos, ¿cómo va la cosa? – preguntó Cristina una vez habían dejado de reír. Sabía que era un tema que le preocupaba a su amiga y quería hacerle saber que podía hablarlo con ellas. Al verse pillada, expulsó todo el aire que tenía en los pulmones y se tapó la cara sabiendo que, si no, sus amigas serían capaces de leerla en menos de un segundo.

- Ayer por la noche estuvimos hablando, pero poca cosa más – pronunció casi en un susurro, ya que no había contado que tenía el teléfono de la morena. Lourdes y Cristina se dedicaron una mirada y volvieron a dirigirse a la rubia.

- Eso está genial, Luisi – exclamó Cristina. – Por algo se empieza, pero no se porque lo dices con tan poco ímpetu. ¿Ha pasado algo? – preguntó.

- Es que no sé si esto es bueno. Si ya me gusta ahora, imagínate si hablo con ella y la conozco más, es que parece tan... puff – resopló – no quiero agarrarme a algo que tiene fecha de caducidad, pero a la vez, me muero por disfrutar del verano con ella. Quiero ir a la playa con ella. Quiero ir a verla a cada una de sus actuaciones. Quiero conocerla, que me cuente todos sus miedos y poder abrazarla mientras lo hace. Quiero que me enseñe todos los secretos de esta isla. Estoy perdida chicas.

- Es precioso todo esto que has dicho, Luisi. Nunca te había visto así, ni siquiera con la estúpida de tu ex. Tener esos sentimientos por alguien nunca puede ser malo.

- Cris tiene razón, rubia. No sabemos qué pensará Amelia al respecto, pero no puedes guardarte algo tan bonito como lo que tienes dentro. Te conocemos y te vas a arrepentir de no haberlo intentado. Dile de quedar, id a cenar, estoy segura de que iremos a verla cantar, haremos muchas cosas juntos... tendrás muchas oportunidades para verla.

- Ya lo sé, chicas. Pero también he venido aquí con vosotras, tampoco quiero quedar con ella a solas, es como que os voy a dejar de lado y hemos venido a celebrar el verano todos juntos. – explicó mientras ponía un puchero.

Un verano cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora