CAPÍTULO 10: Primeras veces

778 86 5
                                    

Eran las 11:00h cuando los chicos empezaron a preparar las cosas para recibir a sus invitados. Había llegado el viernes y dentro de un par de horas, Amelia y los demás empezarían a llegar. Iban a hacer una barbacoa en el jardín. Con el calor que hacia pensaron que apenas usarían el interior de la casa, por lo que se organizaron entre los 5 para que estuviera todo presentable. Lourdes se encargó de avisar a Marina para que vinieran con ropa cómoda y, sobre todo, traje de baño. El día anterior, estuvieron pensando en preparar algunos juegos, ya que daban por hecho que después de comer y con un poco de alcohol en la sangre, habrían perdido todas las vergüenzas y estarían dispuestos a dejarse llevar. Fueron a varios supermercados a comprar todo lo que querían y el resultado fue que se les acabó yendo un poco de las manos. Compraron vasos americanos, flotadores en forma de donut y de unicornio, globos, una mini piscina hinchable que tenían intención de llenar de hielo y agua fría para poner la bebida y no tener que ir a la cocina cada dos por tres. También compraron varias sandias enteras y varias piñas, sin ninguna intención de comérselas, claro está.

Ya lo tenían casi todo preparado cuando Marina avisó a Lourdes de que ya estaban llegando. Esta ultima se lo hizo saber a los demás y fueron a abrirles la puerta para recibirlos. Marina, Ana y Jesús bajaron del coche con algunas bolsas y cargados con cervezas.

- Por fin estáis aquí chicos, teníamos muchas ganas de conoceros – Lourdes fue la primera en hablar y, con ayuda de Marina, hicieron las presentaciones. Les indicaron que fueran pasando y los guiaron hasta la cocina para que dejaran las bolsas. Todos parecían ilusionados con el día que tenían por delante, pero había una rubia que no pudo evitar desilusionarse al no ver llegar a Amelia. ¿No va a venir? – se dijo a si misma. – No puede ser, pensó. Marina seguro que se lo habría dicho a Lourdes para que no contáramos con ella.

- ¿Estás bien, Luisi? – Le preguntó Cris.

- Claro – respondió fingiendo una leve sonrisa. Marina, que había visto la situación y creía saber que le pasaba a la rubia, se acercó a ella lo suficiente como para que no la escuchara nadie más, y le dijo – Amelia vendrá ahora. Ha ido a comprar algunas cosas más que nos faltaban, no te preocupes. – Al escucharla, no pudo más que sonreír mientras sus mejillas iban tomando algo de color. - ¿Cómo...? – y antes de dejarle terminar la frase, Marina se giró hasta Lourdes. Esta ultima se encogió de hombros mientras le hacia una señal con las manos como pidiéndole perdón.

Si las miradas mataran, Lourdes acabaría de morir ahora mismo a manos de Luisita. Lourdes se acercó a las dos chicas, quería estar segura de que su amiga no se había enfadado.

- Luisi, lo siento. Solo le conté que te quedaste embobada con la actuación que hizo la noche del karaoke, tampoco es para tanto.

- Tiene razón Luisita. Le estaba contando a Lourdes que Amelia tenia una prueba para un trabajo como cantante y una cosa llevo a la otra. Pero tampoco tienes de que preocuparte. Si te animas a decírselo, a Amelia le encantaría saber que te gustó. – le guiñó un ojo y cogió a Lourdes de la mano para ir donde estaban los demás.

Aprovecharon la ayuda de los invitados y entre todos prepararon lo que les faltaba. Llenaron la mini piscina hinchable totalmente de hielo, la pusieron en un rincón que había sombra y la llenaron de botellines de cerveza. Por otro lado, Mateo, Fede y Jesús se encargaban de llenar las sandias y las piñas con algo de vozka, mientras las chicas ya se estaban dando el primer chapuzón del día.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


- Chicas! Acaban de picar al timbre. ¿Alguna puede ir a abrir, porfa? Estamos con las manos ocupadas – chilló Mateo para que le escucharan. Al oír las palabras de su amigo, a Luisita le empezaba a recorrer toda la adrenalina por su cuerpo.

- ¿Vas tú, Luisi? – le preguntó Cristina haciendo ver como que no le daba importancia. Las 3 chicas la miraban esperando una reacción de la rubia mientras intentaban aguantarse la risa.

- Que conste que voy a ir yo, pero solo porque tengo muchas ganas de perderos de vista, a las tres. – les señaló con el dedo mientras salía de la piscina y se enroscaba una toalla al cuerpo. No sería adecuado recibir a los invitados en bikini, pensó. Tomó el mango de la puerta, cogió aire y abrió.

- Hola chicos – saludó con todas las ganas que llevaba acumulando desde que sabía que vería a la morena. Madre mía, está más guapa que el otro día, se dijo a si misma. – Soy Luisita, dijo mirando a Alfons.

- Hola guapa – fue el turno de la morena, que se acercó a darle dos besos. – Este es Alfons, mi mejor amigo. – al escuchar estas palabras, tuvo que contenerse por no chillar de alegría en ese momento.

- Encantado Luisita, Amelia ya me había hablado un poco de ti. ¿Dónde puedo dejarte estas bolsas? – ha dicho que le ha hablado de mí? Estás soñando Luisi.

- Eh... esto... en la cocina estará bien. Pasad. ¿Qué lleváis? – preguntó mirando a la morena.

- Un poco más de hielo, que nos han avisado de que haría falta y un poco de "pomada" menorquina.

- ¿Pomada? Eso en castellano es crema, no? ¿Qué pasa, que la de Menorca puede curar lo que no curan las de Madrid o qué? – al escuchar a la rubia, Alfons tuvo que aguantarse una carcajada y la morena alzó su ceja y la miró enternecida.

- Luisita, aquí en Menorca, la pomada es la típica bebida con alcohol que se sirve en las fiestas. Es un tipo de ginebra que se sirve con limón – respondió Alfons, ya sin poder evitar reírse. Con permiso, se hizo un hueco entre las chicas y fue a saludar a los demás, dejándolas a solas.

Se quedaron en la cocina sin saber que decirse. Luisita se maldecía por ser tan bocazas y Amelia no quería que la otra se pensara que se estaba riendo de ella, pero al final, fue la morena la que rompió el silencio.

- Sueles recibir a todos tus invitados así? – dijo mientras la miraba de arriba abajo sin pudor y con la ceja levantada, otra vez. Maldita ceja, pensó la rubia. No lleva ni un minuto en casa y ya lo ha hecho dos veces. Agachó la cabeza a la vez que notaba un calor subirse por todo su cuerpo e instalarse en su cara.

- Tú eres la primera – contestó.

- Vaya, hoy es mi día de suerte. Las primeras veces nunca se olvidan, dicen. – después de decir esto, escucharon como todos los demás les avisaban de que ya estaba todo preparado para empezar la fiesta. Se miraron una ultima vez y se dirigieron al meollo.


--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

El viernes no ha hecho más que empezar....

Que mal lo he pasado escribiendo este capítulo y el siguiente. Me imaginaba que estaba en una fiesta de estas yo misma y me he venido arriba jajajja

Gracias x leer :)

Un verano cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora