Capítulo - 33

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-Oye Carol, no te embeleses con los dibujos, ¿eh? Que mientras que yo recojo todo esto ya sabes cuál es tu misión. –Le advierte Luisita desde la cocina, limpiando a fondo la encimera que esa mañana estaba limpísima.-¿Carol?

La pequeña deja de mirar los dibujos el tiempo suficiente para mirarla y asentir. –Sí, Luisita. Si mamá llega, apago la tele y aviso corriendo para encender la vela.

Amelia tenía que pasarse esta tarde por el teatro, además de por el ensayo rutinario, para ajustar una de las canciones del musical. Al final, al representarlo, se han dado cuenta que la traducción al castellano no encaja con las pausas y huecos para las respiraciones durante la coreografía. Tanto ella como el resto de sus compañeros llegan a interpretarlo perfectamente y el público no nota nada, pero ellos están demasiado ahogados y repitiéndolo una y otra vez, la morena ha tomado la decisión de reunirse con el director musical para buscar una solución.

Mientras tanto, la rubia ha aprovechado para con la ayuda de Carol hacer un bizcocho, ayudarle a hacer los deberes mientras se hacía en el horno y se enfriaba lo suficiente y decorarlo junto a la pequeña. Luisita tiene que decir que el resultado no ha quedado nada mal y se lo han pasado muy bien.

El único problema es la que han formado en la cocina. La rubia se encarga de meter la tarta en la nevera, para que no se derrita, y empezar a limpiar todos los restos de harina, chocolate y frosting, mientras que Nacho se encargaba de bañar a la pequeña y ponerle el pijama.

Por ahora, Luisita ha fregado todos los cacharros que han ensuciado y se esmera en dejar la encimera como estaba, pero va a tener que barrer el suelo también. Resopla, espera que le dé tiempo.

-Carol, ¿te apetece una tortilla para cenar? –Al fin y al cabo es una opción fácil y rápida después de todo lo que han montado.

La pequeña se da la vuelta, de rodillas sobre el asiento del sofá para ver a Luisita sobre el respaldo. -¿Y la tarta?

-Un cachito de postre cuando venga mamá. No puedes comer sólo tarta, eso no es una cena.

Carol pone morritos, pero la rubia ha aprendido a manejarla después de estos meses viviendo con ella. Es solo una de sus tretas. Alza las cejas, esperando que quite el gesto y responda. –Vaaaale. –Dice por fin.

-¡Papá! –Grita la pequeña cuando escucha las llaves en la puerta y sale corriendo hacia la cocina, donde Luisita está vaciando el recogedor. Justo a tiempo.- Luisita, ya.

La puerta se cierra detrás de Amelia y todavía tarda un par de minutos en aparecer, habiendo dejado la chaqueta y el bolso en el recibidor, el tiempo necesario para que Nacho aparezca con una toalla al hombro con la que se estaba secando el pelo y Luisita encienda la vela. -¿Pero qué son todos estos gritos?

-¡Cumpleaños feeeeelizz! –Cantan los tres a coro mientras la morena se acerca a ellos con una sonrisa enorme.- ¡Te deseamos todos! ¡Cumpleaños feeeliiiz!

La pequeña celebra al terminar la canción, rompe en aplausos y se tira a los brazos de su madre, que le llena la cara de besos y la aúpa. -¡Bieeeen!

-¿Pero esto qué es? ¿Y esta tarta?

-¡Luisita y yo! –Responde la pequeña.

-No creerías que nos habíamos olvidado, ¿no? –Dice Nacho, cogiendo a Carol de sus brazos y dejando un beso en su mejilla.- Muchas felicidades, Amelia. Y ahora, vamos, cierra los ojos y pide un deseo, antes de que le caiga cera a la tarta tan rica que han preparado.

Amelia se muerde el labio y observa a su pequeña en los brazos de su mejor amigo y luego clava su mirada en la de la rubia que sujeta la tarta. Cierra los ojos y coge aire, soplando la vela con la ayuda de su hija.

Lo Nuestro es Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora