Capítulo - 38

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Luisita entra en el piso y se lo encuentra en silencio y completamente a oscuras. Una de las cosas que jamás pensó que echaría de menos cuando se independizó era el constante ruido de su enorme familia, pero después de crecer en ese ambiente, se dio cuenta de que en verdad, lo añoraba y de vez en cuando, se veía llenando su piso del ruido blanco de música en aleatorio o la televisión en cualquier canal para sentirse acompañada. Desde que Luisita se mudó de nuevo, la música o la televisión ya no son necesarias para llenar los silencios, pero también es capaz de encontrar momentos de tranquilidad en la dinámica de esta familia.

La rubia deja sus llaves en el plato que hay en el mueble junto a la puerta, cuelga su abrigo en el pequeño armario que hay en el recibidor y se adentra en la casa encendiendo las luces y dejando las bolsas de la compra sobre la encimera de la cocina.

Nacho se ha llevado a Carol a Málaga, ya que su madre llevaba tiempo insistiendo en que bajaran a visitarla y así la pequeña pudiera conocer la ciudad natal de su padre. La Arpía también insistió en que su hermana María se apuntara al viaje, aunque todavía ninguno tiene muy claro por qué, y tras muchas vueltas y deliberaciones por parte de la pareja, finalmente la mayor de las Gómez se decidió a ir con ellos. Al fin y al cabo, llevaba años sin cogerse unos días de vacaciones en condiciones y ahora que el negocio parecía que había despegado un poco, era el mejor momento. En cuanto a la madre de Nacho... ya se las apañarían. Para dejarse fluir, a Luisita le llamaba mucho la atención este viaje.

Amelia se había cogido varios días libres entre el viaje a Zaragoza y la reunión en el Asturiano, por lo que ahora que su segunda quería volver a casa durante la Semana Santa, no podía negarse. Tampoco es que las dos tuvieran muchos planes, más allá de pasar estos días juntas y tranquilitas. Demasiado ajetreado fue ya el último viaje y sus días posteriores.

Durante estos días, la rubia escuchando y prestándole su hombro a la morena, ha ayudado a su novia a terminar de procesar la dosis de humildad y sensatez que parece haber adquirido su padre de repente y algo está sanando en su interior, después de que ese hombre negara toda su esencia durante su infancia y a pesar de que racionalmente, ella ya sabía que nada de lo que era o quería conseguir en su vida estaba mal. Tras darle muchas vueltas, Amelia ha llegado a la conclusión de que si realmente su padre no esperaba que nada cambiase tras esa conversación, ella no se tiene que agobiar por forzar algo que no siente.

Y después de todo aquello, su relación ha vuelto a la dinámica normal y esa conexión tan suya que tienen incluso más fuerte.

Luisita sabe que ésta es la primera vez que Amelia se separa de su hija durante tantos días y que su chica va a sentir ese vacío, así que ha ideado un plan para entretenerla y que no la eche tanto de menos. Con un último vistazo al reloj de su teléfono para confirmar que tiene tiempo de sobra a pesar de haberse pasado por el King's a saludar a Gus y mandarle un mensaje a su hermana confirmando que todo va bien, le da al play a su lista de reproducción favorita y se pone manos a la obra a preparar todo lo que ha pensado.

-¿Cariño? –Escucha desde el recibidor unas horas después.- Mmm, qué bien huele.

Luisita sonríe, encendiendo un par de velas con las que ha terminado de vestir la mesa mientras espera que Amelia deje sus cosas en la entrada.

-Pero, ¿qué es todo esto? –La morena se sorprende al ver la luz tenue, las velas y la mesa con las mejores galas.

–Me ha parecido buena idea que tengamos una cita en casa, aprovechando que estamos solitas.

-Estás preciosa. –Comenta tras notar que no solo su salón lleva las mejores galas, sino que la rubia lleva un vestido que no le ha visto nunca puesto.- Yo vengo con las mismas pintas con las que me fui al teatro.

Lo Nuestro es Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora