Capítulo 57

922 116 10
                                    

Las vacaciones para Amelia han supuesto recargar las pilas totalmente. Estaba tan metida en la rutina y tan agradecida por tener un trabajo que le encanta y la dinámica de las sucesivas funciones en el musical, que no se había dado cuenta que necesitaba desconectar unos días solo para respirar, descansar y recuperar fuerzas.

La morena disfruta ahora de los últimos días en la costa, en la casa que les han dejado los primos de Nacho, antes de volver a Madrid, con su familia, la brisa y el sol dorando su piel, que tan fácil adquiere un color tostado que provoca la envidia y también aumenta el deseo de su novia de recorrerla.

-¿De qué te ríes? –Pregunta la rubia, habiéndola pillado perdida en sus pensamientos con una enorme sonrisa en los labios. Se encuentran paseando por el paseo marítimo a última hora de la tarde, la luz del sol poco a poco escondiéndose y dejando a la luna brillar en una noche despejada.

Amelia sacude la cabeza, evitando la pregunta, y aprovechando para llevarse a la boca una cucharada del delicioso helado que se derrite rápidamente en su tarrina. –Nada, cariño. Estaba pensando en lo a gusto y lo bien que lo estamos pasando estos días. No sabía cuánto lo necesitaba. Y en esta maravilla de helado... ¿Por qué los helados saben más ricos cerca del mar?

-Quizá sea por el calor y la humedad. Y que la heladería que nos recomendaron los primos de Nacho tiene unos helados que están de muerte. –Termina Luisita muy rápido, preocupada.- Carol, cariño, ten cuidado, que te vas a caer.

La pequeña va delante de ellas, aparentemente jugando y saltando de un lado a otro con su helado.

-Carol ¡Carol! Ten cuidado, por favor. No te vayas a tropezar... -Le chilla de nuevo la rubia a su hija, quien parece ignorarla completamente.

Amelia frunce el ceño extrañada con esta actitud. Su hija adora a Luisita y jamás ha tenido este comportamiento hacia ella. Además, la rubia se desvive por ella y la consiente a veces más de lo que debería, teniendo infinita paciencia cuando igual se merece más una pequeña regañina. Es la niña de sus ojos. -¿Qué ha pasado?

-Mientras que pagabas los helados, estábamos hablando del curso que viene, que ya queda poquito para que volvamos a clase, y Carol no sabía que ya no seré su profesora este año. -Le explica.

La morena suspira, observando a su hija ahora con comprensión, poniendo morritos. -Qué desilusión se ha llevado. Le has roto el corazoncito, Luisi.

-Venga, no seas exagerada. -Le replica, intentando defenderse, pero visiblemente afectada.- Ni que ya no nos fuésemos a ver en el colegio o en el recreo o... que vivo con ella, Amelia.

Amelia disimula, conteniendo la risa ante la indignación de su novia, y continúa la broma, encogiendo los hombros. -Pero ya no será lo mismo. Eras su profe favorita... -Termina rompiendo en una risa.

-Jo, de verdad, vale ya, que bastante mal me sabe. Se ha enfadado de verdad conmigo. -Le dice señalando a la niña, que continúa andando alejada de ellas haciendo equilibrios en un bordillo.

Amelia sacude la cabeza, tirando la tarrina de helado vacía en una papelera cercana y calmando las inquietudes de su novia. -No está enfadada, cariño. Sólo algo disgustada, pero se le pasará.

-¿Tú crees? -Pregunta la rubia, con los enormes ojos marrones llenos de emociones.

Luisita tiene los conocimientos y la experiencia profesional para saber que Amelia tiene razón, pero se muere de miedo solo con pensar en la idea de que la relación tan especial que tiene con Carol pueda cambiar y no parece ver más allá. La morena sonríe y atrapa su mano libre, mientras que en la otra la rubia termina la galleta de un cono de helado. -Carol te adora. Esto solo ha sido un pequeño cambio en sus planes.

Lo Nuestro es Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora