4 || Una situación familiar

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—Bruce —saludó mi abuelo, asintiendo con la cabeza—

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—Bruce —saludó mi abuelo, asintiendo con la cabeza—. Bee me contó que te ibas, espero no importunar.

—No, para nada. Eres bienvenido, me alegra que pudieses asistir —contestó papá.

Yo aclaré la garganta.

—Qué bien, te veo más amable desde que tu hermano terminó en la cárcel —dijo mi abuelo sin chistar. Él viejo no tenía filtros.

—¡Bueno! —interrumpí con una sonrisa—. Agradable encuentro, ¿deseas tomar algo, abuelo? ¿Le traigo agua a Pedro? —pregunté en un intento de amenizar la situación.

—Agua para los dos, cariño. Gracias —respondió mi abuelo, yo asentí caminando hacia la cocina, poco después, los invitados siguieron con lo suyo; todo había vuelto a la normalidad. Vi al abuelo conversar con mi papá, y rezaba al cielo para que fuera solo sobre cosas buenas.

Y ahí estaba yo, en la cocina buscando un recipiente para que Pedro pudiera tomar agua.

Lo encontré y me acerqué al pequeño Cocker spaniel, que me miraba sentado justo donde mi abuelo lo dejó, cerca del balcón en donde se encontraba conversando con papá.

—Hola, Pedro —saludé acariciando su cabeza, él movió la cola y tomó un poco de agua.

Y cuando quise acercarme para entregarle a mi abuelo su pedido, escuché lo que hablaban ellos dos.

—Estaba siendo amenazado por Andrew, papá. Nunca haría algo que te perjudique. Esta vez voy a ser claro porque alguien me dijo que debía hacerlo. Quiero pedirte perdón, y espero que algún día puedas hacerlo.

—Bueno, vaya. Eso no me lo esperaba, claramente —dijo el mayor de la familia.

Y yo tampoco, porque mi padre estaba llorando.

—Perdóname, por favor —sollozó mi padre.

Mi abuelo suspiró y pude imaginarlo poniendo una mano sobre su espalda.

—Creo que tenemos muchas cosas que hablar, no será hoy porque hay gente allá afuera que quiere celebrar junto a ti, incluyéndome. Te perdono hijo, otro día aclararemos las cosas mejor. Ya me dirás cuándo —respondió mi abuelo.

—Mañana mismo, en mi casa, ¿quieres tomar un café? —ofreció papá, oí un poco de emoción en su voz y eso me conmovió.

Provocó en mí lágrimas de ilusión, algo de esperanza crecía en mí, tal vez mi familia no estaba del todo perdida y podríamos recuperar algo de lo que fuimos en algún momento. Me sentí mal por escuchar cosas que no debía, entonces decidí darles un poco de espacio, y fui a donde estaba mi hermano para abrazarlo.

—¿Pasó algo? —preguntó ante mi repentina muestra de cariño, y tal vez porque me vio llorando.

—Se acaban de abrazar, parecen estar arreglando las cosas.

Entre mis recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora