26 || La posada de los Robles

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Era un sueño

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Era un sueño.

Era un sueño, ¿Verdad?

Finn suspiró en medio del beso y yo alcé una ceja.

Ok, no era un sueño.

Estaba claro, no estaba pensando tanto en lo que aquello podría —o no— ocasionar, de hecho, no pensé en mucho más que en mis acciones del momento.

En su fuerte abrazo, su delicado toque sobre mi rostro, incluso en las medias sonrisas que me dedicaba entre cada beso. Beso que duró mucho más de lo que alguno de los dos pensaba.

En ese momento, éramos Finn, mis nuevos pensamientos intrusivos, y yo.

¿Estaba bien con ello? ¿Fue apresurado? ¿Lo había arruinado?

Él tomó mis mejillas entre sus manos, como si no quisiese hacerme daño, pero con la suficiente fuerza para no soltarme nunca más.

Está bien, podía quedarme algunos segundos más ahí. Pensé.

Pero luego de un rato, con los cabellos revueltos y un poco de necesidad de oxígeno, rodé en medio de la cama hasta quedar casi sobre él. Coloqué mis manos justo arriba de sus hombros y me separé para tomar aire. Lo necesitaba con desesperación, el beso había durado mucho más. Demasiado.

Respiré agitada y las preguntas volvieron a mí.

¿Qué había hecho? ¿Por qué lo había hecho? Definitivamente arruiné nuestra amistad.

—Vaya frase motivacional, ¿Eh? —dijo el muchacho con el cabello alborotado. Tenía los labios hinchados y respiraba de forma agitada. Él se rio un poco, pero se puso serio al verme y volvió a tomar mi rostro entre sus manos, parecía preocupado—. ¿Estás bien, Bee? —me dijo, tranquilo, transmitiendo un poco de paz con su voz. Paz que pensé que no tendría luego de «arruinar» una amistad. Él no parecía perturbado ni enojado, y yo solo me sentía así porque pensaba que él lo estaría.

¿Por qué debía estarlo si él no parecía sentirse así?

«Él está bien con ello, Bee. Cálmate un poco y disfruta el momento» me dije.

Me recompuse un poco y sonreí de lado.

—Así soy yo, profesional. De pies a cabeza —contesté siguiéndole el juego. Estaba intentando mantener la cordura, pero sus pupilas dilatadas y esa sonrisita boba no me estaba dejando en paz. Él estaba bien con ello.

¿Qué rayos había hecho Finn Armwood en mí?

—Te estás cuestionando todo allá arriba, ¿Verdad? —preguntó mirándome a los ojos, luego colocó su dedo en mi frente.

Yo suspiré un poco y me senté sobre la cama.

—Sí. No. No lo sé —dije. ¿Había una respuesta clara para ello? Giré a verlo y sonreí. —Creo que quiero ser sincera por una vez en mi vida y diré que todas las palabras que podría haber dicho, fueron arrebatadas hace un momento con ese beso. —Finn frunció un poco el labio de forma divertida y yo alcé las cejas—. Sin embargo, también quiero que esto quede claro: Ahora no me arrepiento de ninguna de mis acciones. Aunque, para mí, todo ha sido repentino, no dudaría en repetirlo. Por cierto, esa fue una aclaración para el futuro. —Señalé.

Entre mis recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora