32 || Oscuridad

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Miré por la ventana en un intento de no hacer contacto visual con las personas que se encontraban en el auto

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Miré por la ventana en un intento de no hacer contacto visual con las personas que se encontraban en el auto. Sentí que todos me miraban con lástima, aquello no era algo que me gustaba.

Menos ese día.

Mucho menos ese día.

Las gotas de lluvia colisionaban de forma violenta contra el vidrio mientras el sonido de la canción retumbaba en mis oídos. Tal vez tenía el volumen bastante alto para evitar que nadie me hablara. Sin embargo, no me arrepentía. No quería que nadie me consolase. No quería palabras de aliento. Solo quería estar sola.

Blackbird singing in the dead of night.

Take these broken wings and learn to fly.

All your life

You were only waiting for this moment to arise.

Una mano se deslizó por la mía, unió nuestras palmas y entrelazó nuestros dedos. Era Finn. No intentó hablarme, solo tomó mi mano en cuanto me vio girar a ver la ventana y me acompañó en silencio.

Lo acepté, no retiré mi mano de la suya. Quería que entendiera que agradecía que estuviera conmigo, presioné un poco el agarre y él acarició mi dorso con su dedo pulgar.

El camino al cementerio duró cuarenta y dos minutos exactos.

Me di cuenta que fue la primera vez en horas que observé el reloj. Todo había pasado tan rápido que no noté cuando mi papá y mi hermano tomaron un vuelo de emergencia para estar en el funeral. No pudimos organizar un velorio como tal, el comandante nos pidió que hiciéramos todo lo más privado posible. El ataúd se mantuvo en casa de mis padres toda la noche, y al día siguiente organizamos una pequeña despedida en el cementerio. La menor cantidad de invitados posible.

Cuando las camionetas se estacionaron, el equipo de seguridad de Nick, el comandante, Rob, Kevin, mis amigos y yo, bajamos y nos quedamos en silencio por la puerta trasera. Me sentía rodeada, y no solo por las personas que estaban a mi alrededor, sentía los ojos de alguien más.

—Adam uno, aquí Williams —habló el comandante por medio de su audífono inalámbrico. Imaginé que le respondió que estaba disponible, porque solo asintió, y solo así nos dejaron caminar al interior del lugar.

La mano de Finn nunca dejó la mía, y de algún modo eso me hizo sentir un poco mejor. Justo antes de llegar al lugar, giré a mirarlo. Él tenía la vista fija en mí. Asintió y yo hice lo mismo para luego dirigirme hasta donde se encontraba mi familia. Fue una sorpresa para mí encontrarme con Sam. Mi mejor amiga corrió hacia mí y me atrapó en un abrazo en cuanto pudo.

—Te quiero mucho. Estoy aquí si lo necesitas.

Solo asentí.

El abrazo de Sam fue reconfortante, pero al separarme de ella y ver a mi padre llorando me rompió.

Entre mis recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora