29 || El evento de las estrellas

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Punto de vista de Bee

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Punto de vista de Bee

—Yo estoy satisfecha, pero muchas gracias, Doña Lola. Si desea, puedo llevarle el pastel a Alejandro. La veo cansada, por favor siéntese un momento —pedí mirándola. Doña Lola sí se veía cansada, pero esa mujer era imparable. Hacerle un favor no me costaba nada, así que tomé el pastelito y subí las escaleras. Por un momento me perdí porque no recordaba donde estaba la habitación de Alejandro, sin embargo me ubiqué rápido porque recordé que la suya estaba al lado de la de Alelí.

Pero ahí me sucedió algo, olvidé que esa no era mi casa, y de paso los modales, porque por alguna razón abrí la puerta sin tocar, y lo que me encontré no fue lo que esperaba.

Alejandro llevaba un traje, que si mal no recordaba, era un VRSuit. Un traje para llevar la realidad virtual más allá de lo imaginable. No solo podía jugar a juegos inmersivos, sino que podía sentir el juego con pequeños toques de energía. Incluso sentir calor.

En View me tocó entrevistar a un streamer cuando la empresa sacó su primer videojuego de realidad virtual.

Solo que ese traje llevaba poco tiempo en el mercado, así que era demasiado caro. Lo que me llevaba a tres opciones, los Robles eran millonarios encubiertos, Alejandro lo había conseguido de forma cuestionable, o era streamer, y la marca VRSuit le había regalado una, como a todos los streamers que conocía.

¡¿Cómo interrumpía esa escena?!

Chat, esto es increíble. Les juro que esto es una pasada. VRSuit, te amo, deberíamos besarnos ahora mismo. Ya sé que esto es publicidad, pero es que lo compraría, ¿Saben? Igual no es tan buena idea probarlo con este juego porque lo odio. ¡¡Ah!! ¡Señora, váyase de aquí! ¡Chat, esa señora es horrenda! ¡Si Dios está conmigo, quién contra mí! ¡¡Padre nuestro que estás en los cielos!! —susurró eso último casi tan rápido como alto. Entendí algunas palabras de las que decía, pero el español era un idioma difícil para mí.

Lo que sí sabía, era que gritaba, así que estaba jugando a algo de terror.

Me sentí culpable de que él no supiera que yo estaba ahí, y toqué la puerta, pero no me estaba escuchando porque también tenía los audífonos puestos. Tenía un set up increíble, tres monitores y un ordenador que se veía potente. Pero no tenía cámara, así que dudé un poco, luego recordé que había streamers que no solían mostrar su cara.

¿Y si no decía su nombre en internet? ¡¿Cómo lo llamaba?!

Me estaba desesperando al sobrepensar tanto, así que dejé el pastel en la mesa, rodeándolo para que no me golpease y resoplé un poco. Aclaré la garganta y toqué su hombro.

—¡¡Aaaaaaaah!! ¡La señora! —chilló de forma aguda y yo pegué un salto cuando se quitó los lentes. Alejandro me vio por medio segundo, y prosiguió a: —¡¡Aaaaaaaaaaaah!! —gritó de nuevo. —¿Q-qué haces? ¡¿Qué haces aquí?!

Entre mis recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora