Til the end of time

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—Bri... —musitó el menor sobre los labios del rizado, abrazándolo tímidamente.

—¿Sí? —le susurró suavemente, aún estando tan cerca como podía de su cuerpo.

—Te amo —dijo finalmente, luego de haber tenido que retener tortuosamente esas palabras por meses, no dudó en soltarlas, pues sabía que no necesitaba estar más seguro de ellas.

—También te amo... Fred —delineaba sus bellas facciones con sus pulgares, dedicándole su total atención, no existía nadie más para sus ojos en ese momento.

Sus palabras tocaron hasta las profundas lindes de sus almas, despertando hasta sus más puros y profundos sentimientos, los cuales compartirían por primera vez, con la única persona que había logrado adueñarse de cada uno de los latidos de sus corazones.

Freddie con tan sólo sus leves expresiones denotaba su extrema felicidad, tenía finalmente lo que más había deseado, a alguien que lo hiciera sentir completo, protegido y sobre todo, amado.

Cuando se tiene la suerte de encontrar todo eso en una sola persona, no es relevante de donde viene, ni su pasado y en ocasiones, tampoco su género, sólo importa que podrás disfrutar de ella hasta donde el tiempo te lo permita.

Sabes que es la indicada cuando hasta la más sombría noche sientes esa calidez que antes te hacía falta, cuando no necesitas nada más que su compañía, que siempre está ahí y te ofrece la certeza de que no se irá a ninguna parte... que permanecerá a tu lado tanto en momentos de gloria hasta en caídas en lo que aparenta un profundo vacío. Esta persona va a ayudarte a levantarte mil veces si es necesario, incluso si tiene que atravesar una gran borrasca.

Cuando recibes tanto cariño como el que tú das, así sea con pequeños detalles, unas palabras o un simple roce, cualquier muestra de afecto, te hace quedar prendado a la persona, tonificando al paso de los días cada sentimiento de devoción que se tienen el uno por el otro.

Tal vez aún era un poco temprano para ellos entontrar todo esto, pero no tenían duda de que hallarían cada una de ellas y más.

Ambos se quedaron sin palabras, tan sólo disfrutaban de la vista que tenían frente suyo, deseaban grabar cada detalle de ese instante, iban a recordarlo hasta su último día de existencia.

Querían decirse tantas cosas pero nada salía, seguían prisioneros en una burbuja en la que se preguntaban si era realidad o si su mente les engañaba cruelmente.

Se miraron de nuevo, como si se pidieran permiso para sentir de nuevo sus labios, y, como si pudieran leer sus pensamientos, no dudaron un segundo más y se unieron otra vez, explorando con ansias, ahora sin pena y sintiéndose completamente libres para hacerlo.

[...]

—A decir verdad... no creí que fueras a corresponderme —declaró el rizado, mientras caminaban por aquel lugar en el que salieron juntos por primera vez.

—Habría sido muy estúpido, ¡y no es posible!, ¿quién rechazaría a Brian May? —habló con absoluta certeza, pero con risas de por medio; a lo que el más alto sólo respondió con una tímida sonrisa—. Y bueno... yo pensaba lo mismo, por eso no te había dicho nada —lo miró un tanto avengonzado.

—Lo siento, tal vez debí decírtelo primero, aunque no estoy seguro de haber podido hacerlo, así que... gracias.

—¿Por qué? —cuestióno, sin entender por completo a qué se refería.

—Por habérmelo dicho, yo no habría sabido ni cómo empezar.

Llegaron a casa de Freddie, era un poco noche, a pesar de que estuvieron el día entero juntos, todavía les quedaban varias cosas que querían hablar, y no deseaban dejarlo para otro momento.

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