If I could make you smile

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Algo interrumpe el sueño de Freddie, un ruido extraño que provino de la planta de abajo lo despertó, se acopla poco a poco, decide bajar para ver que lo había provocado, mientras iba caminando recordaba todo lo que había pasado el día anterior, o mejor dicho, hace unas horas.

Ya estando abajo fue observando el lugar con algo de dificultad, a pesar de que ya estaba amaneciendo aún se veía obscuro. Entró a la sala con cautela y haciendo el menor ruido posible, pues recordó que el rizado le dijo que dormiría ahí. Cuando estuvo lo suficientemente cerca pudo notar que su amigo no se encontraba ahí, entonces comenzó a recorrer con cuidado la planta de abajo, iniciando por la cocina, luego tocó la puerta del baño para ver si había alguien, nada, finalmente fue a la cocina, al principio no vio a nadie, pero al ver una silueta al lado del refrigerador se sobresalta y lleva una mano a su pecho, May, que no lo había visto entrar también se asusta, pero no tanto como el menor.

— ¿Brian?, ¿está todo bien?, es que escuche un ruido, y quise bajar para ver que pasó.

— ¿Te desperté?, carajo—Susurra esto último—Lo siento, es que me dio hambre y vine por algo de comer, y el ruido fue de un vaso que se me rompió.

—No hay problema, ¿puedo ayudarte con algo?

—Ya terminé, pero gracias, ¿tú no quieres algo?

—Así estoy bien Bri.

—Ve a dormir, aún tienes tiempo antes de tener que ir a la universidad, o no sé si prefieras arreglarte de una vez.

—Tomaré la segunda opción.

—Ok, puedes tomar un baño, te daré algunas toallas, también tengo algunos cepillos de dientes nuevos.

Freddie agradece por lo que le ofreció y se dirige al baño, Brian lo sigue para poder entregarle lo que necesitara. Le proporciona dos toallas y una bata, un jabón de barra nuevo y demás cosas. El pelinegro no tarda más de diez minutos en la ducha, se viste en otros quince minutos el mismo cuarto.

—No tardaste—Dice el más alto, le sorprendía que no hubiese echo tanto tiempo ahí dentro—Yo siempre tardo más de veinte minutos

—Wow, bueno supongo que será por tu cabello.

—Tal vez, pero bueno, te hice el desayuno, espero que te guste.

—Seguro que lo hará.

—Bueno, voy a bañarme, saldré en un rato, mientras come, sino se enfría la comida.

—Está bien, gracias.

—Si necesitas algo me dices, ¿sí?

—Claro.

Dicho esto se retira, mientras Freddie prueba lo que el rizado le preparó, ¡Dios!, ¿había algo que este hombre no hiciera bien?, jamás había comido algo tan delicioso. Entonces, además de tocar estupendamente la guitarra, tener las palabras perfectas para cada momento, ¡también cocinaba increíble!, estaba seguro de que jamás dejaría de impresionarlo. Terminó más rápido de lo que esperaba, incluso Brian tardó más en salir del baño.

— ¿Te gustó?—Dice entrando mientras seca su rizado cabello.

—No me gustó, me encantó—Hace énfasis en la última palabra—Ya tiene tiempo que no probaba algo tan bueno, desde que vivo solo tengo que comer cualquier cosa que me encuentre—Dice entre risas.

—Me alegra que te haya gustado, oye ¿a qué hora inician tus clases?

—A las siete.

—Ya no falta mucho, es mejor que nos vayamos de una vez, ¿puedes espérame un momento?, sólo me falta secar mi cabello.

—Claro, claro—Observa cada movimiento del rizado, el verlo batallar con su hermoso.... ¿¡hermoso?!, no, no, no, trata de alejar ese pensamiento, Brian era su amigo, no tenía por qué pensar así sobre él, ¿verdad?

—Ya está, vámonos—Su voz lo hace volver de su mente.

Freddie no responde, solo asiente con la cabeza, luego avanza hacia la salida detrás de Brian. ¿En qué carajos estaba pensando?, un montón de preguntas comenzaron a formarse con tan solo ese pensamiento, pero, ¿por qué le preocupaba tanto?

Iba tan sumergido en sus nuevas dudas y cuestiones que caminaba algo desorientado— ¿Fred?—Llama su atención al notarlo un poco extraño.

— ¿Si?—Finje estar atento, en realidad seguía intentando responder a sus propias dudas.

— ¿Por qué tan callado?

—Aún tengo un poco de sueño, pero ya se me pasará—Se excusa.

— ¿Seguro?—El pelinegro asiente.

No pronunciaron ninguna palabra más luego de eso, sino hasta llegar a la universidad, lo bueno es que su silencio no era para nada incómodo. Ya estando a unas pocas calles más para llegar, ambos lograron ver a Mary caminar hacia el mismo lado que ellos, pero no iba sola, otro tipo la acompañaba, cualquiera que los viese dirían que era una pareja.

Freddie se pone incómodo al instante de verlos, para su fortuna, Brian se da cuenta a tiempo y lo toma del brazo suavemente, lo guía hacia otro lado, lejos de aquella escena.

— ¿Fred?

—No es nada, sólo que...—Baja la mirada—No esperaba verla, menos con alguien...y tan rápido—De pronto sus ánimos se fueron por el caño, de nuevo.

—Hey, esto sólo es una prueba más de que necesitabas a alguien mejor, créeme, ella no debe importarte más, sé que es difícil, pero no tienes que sufrir por alguien que no valió la pena.

—Lo sé, pero, no puedo evitarlo, yo de verdad la quería—Evita la mirada del contrario.

Brian no dice nada más y se acerca para envolverlo en sus brazos, Freddie corresponde casi al instante, aferrándose lo más que podía.

Esperaron un largo rato hasta que el menor se sintiera mejor, o al menos con más como para entrar a clases.

El resto de la mañana transcurrió con normalidad para ambos, sólo que Freddie seguía muy dolido por lo de la mañana, a pesar de las bellas palabras de su amigo, no lograba sentirse mejor, ¿le habían ayudado?, sí, pero no lo suficiente, esperaba que esto no durara mucho tiempo. El final de su última clase por fin llegó, no quería seguir ahí ni un segundo más.

Se encontró de nuevo con el rizado, quien lo estuvo consolando toda la tarde, no le gustaba para nada verlo de esa manera, ni siquiera parecía ser el mismo Freddie, el que reía por casi cualquier cosa, el que animaba cada sitio al que iba, no, este era un Freddie muy diferente. El mejor avance que tuvieron fue que ya no derramara ni una sola gota más de dolor, pero aún se le notaba en el rostro la tristeza que estaba experimentando. Cada palabra, cada cumplido y cada frase que le dedicaba Brian resonaban una y otra vez en su cabeza, le ayudaban poco a poco, no dejaba de repetirle una y otra vez hasta que creyera en lo que decía, en ese momento, él era como un ángel caído del cielo. Se molestó en escucharlo y comprenderlo, algo que muy pocas personas habían echo por él.

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