In the quiet of the night

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Let our candle always burn

      Brian espera a que Freddie salga del baño para que le ayude a escoger su ropa. Al final, le da un traje formal; este se conforma de pantalones, saco y chaleco color hueso, una camisa blanca y una corbata marrón, además de unos zapatos negros.

      Freddie también usa un traje, (pequeño paréntesis, ambos tienen algo de ropa en la casa del otro, ya que pasan bastante tiempo juntos) sólo que sin el chaleco y la corbata. Su saco y pantalones son de azul claro; su camisa es blanca, decorada con un conjunto peculiar de flores: tiene varias jazmines a los costados, un grupo de caléndulas rodean a una gladiola preciosa que está en el centro. Todas del mismo color que la camisa.

      —¿Listo? —pregunta Brian.

      —Sí. Sólo que... antes me gustaría darte un pequeño regalo —saca algo de su bolsillo.

      —¿Seguro que no es una ocasión especial? ¿Me he olvidado de algo? ¡Dime que no! —pregunta pues, al pensarlo un poco, ¿una salida y un regalo? Definitivamente debe haber algo detrás.

      —¡Te juro que no! Es que... vi esto y no pude evitar pensar en ti —le entrega una plumilla, la cual es completamente negra, a excepción de las letras en blanco "JM" en sus dos lados—. No es la gran cosa, pero sé que es tu favorito y creí que te gustaría tener algo de él —dice sonriente.

      —¡Es perfecta, me encanta! Pero recuerda que no tienes que darme regalos —dice mientras le abraza.

      —Lo sé —lo besa largo y tendido, se detiene al recordar que ya deben irse—. Ahora sí, podemos irnos.

      —Vamos —en vez de tomar un transporte, deciden ir caminando; el lugar no se encuentra muy lejos de la casa de Brian, el clima está en un punto medio y no hay mucha gente por los alrededores; es la noche perfecta.

      Se pasean por las calles por no más de veinte minutos hasta llegar al restaurante. Toman su lugar en una mesa para dos que se encuentra junto al balcón, al fondo.

      Es un lugar con muchos atracrivos visuales: las luces amarillas que vienen del techo brillan sobre las baldosas que asemejan ser tablones de madera de abeto, estas ofrecen un brillo impresionante por lo bien limpias que están. Las paredes presumen una decoración de un conjunto de cuadros de arte contemporáneo, su paleta de colores es principalmente conformada por amarillo, azul y rojo, además de unos ligeros toques de blanco y negro.

      Un aroma exquisito de lavanda fresca no se deja vencer entre la muchedumbre y se extiende por todo el lugar, permitiendo que todo invitado pueda relajarse ante su presencia.

      El sol se ha ocultado por completo, por lo que la calidez de la tarde pasó a ser inexistente, y, ya que las puertas plegable de cristal tintado de azul rectangulares que dan al balcón están abiertas, el aire frío es invitado a entrar; así que otorga un clima fresco a los presentes.

      Las mesas son la parte favorita de muchos; tienen una forma cuadrada, son de mármol negro, y la base de cada una de ellas tiene la forma de una "x".

      Su decoración es lo que más llama la atención: tienen un tela color rojo sangre que cae por ambos lados, dejando unos centímetros por cada extremo del cuadrado, quedando perfectamente en el centro, sobre esta, queda una servilleta blanca sin ninguna mancha o arruga bajo dos platos, uno hondo que va hasta la cima y otro plano que le sirve de base. Aquellos tienen un estampado de mandala en color dorado y un fondo con negro. La cuchara va del lado izquierdo, el tenedor y cuchillo del derecho. Hay un vaso largo y delgado de cristal del lado derecho de cada conjunto de platos, y, junto a este, una copa alta del mismo material.

      Por último, la decoración de centro; está consiste en un jarrón pequeño y redondo, el cual alberga a una dalia con los bordes de sus pétalos blancos y sus centros color rosa.

      Finalmente, las sillas son algo más sencillo de describir; son color blanco, acolchadas, el respaldo tiene tres hileras con tres botones grises brillantes. Sus patas son color negro, que, al igual que las mesas, forman una letra, sólo que a diferencia de estas, las sillas tienen una base que forma una "z".

      Ambos esperan un rato en su mesa hasta que llega un mesero de traje (bien parecido al de Brian, sólo que todo en color negro, a excepción de la corbata que es roja) a atenderlos.

      —Buenas noches —saluda cortez, a la vez que le deja a cada uno una copia del menú—. En un momento paso a recoger sus órdenes. ¿Desean ordenar algo mientras esperan?

      —Buenas noches. Gracias —responde Freddie—. Así estamos bien por el momento.

      —Ok. En cuanto tengan su orden lista, piden a cualquiera de nosotros que la tome, si es que no me ven.

      —Gracias —dice Brian—. ¡Qué bonito lugar, Freddie! —le dice una vez que el mesero se hubo retirado.

      —¿Verdad que sí? Tienes buen gusto —ambos empiezan a ver las opciones en el menú.

      —Obvio que lo tengo —le da una mirada coqueta. Freddie se la corresponde mirándolo de igual manera: coqueto.

      Al cabo de diez minutos, los dos ya han pedido su respectiva orden; Brian ordenó espagueti a la boloñesa y Freddie, por su parte, cena asada, una comida tradicional de Londres; además del té de la tarde para ambos. Su comida es acompañada por un buen vino tinto.

      La velada pasa de lo más normal. Ellos hacen lo que ya tienen acostumbrado desde que están juntos; hablar de cualquier cosa, robar la comida del otro, tomarse de las manos bajo la mesa; lo común, para ellos.

      Terminan de cenar quince minutos antes de las once, la hora a la que cierran las puertas del establecimiento. Ya que aún no es la hora en que acostumbran ir a dormir, prefieren caminar por ahí antes de volver a casa.

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No era el plan publicar esto en tres partes, pero me parece que está muy extenso y puede ser pesado de leer, así que más tarde publico el resto. <3

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