Could warm my heart as much as you
Advertencia +18
En la apacible noche, atraviesan las calles solas y tranquilas, Freddie tomando del brazo a Brian.
Un trueno resuena desde lo alto, dándole un brillo fortísimo azul blanquecino a las enormes y cargadas nubes grises —las cuales no habían notado— que impiden la vista al cielo nocturno, a la Luna y a las estrellas.
Las finas gotas no se hacen esperar más para descender, junto con el aire que congela sus rostros con su pasar, principalmente sus narices, las cuales adoptan un leve tono rojizo.
—¿Deberíamos irnos ya? ¿O no te molesta un poco de agua en tu ropa y perfecto cabello? —dice Freddie, en modo de juego.
—El agua no importa —comenta sonriendo—. Pero sí deberíamos caminar a casa. Podemos tomar nuestro tiempo, a menos que la lluvia se convierta en un diluvio —exagera en modo de broma.
—Buena idea. Ojalá no nos enfermemos después, y todo por andar tan tranquilos mientras el cielo se derrumba.
Todo va de lo más pacífico posible, dentro de lo que cabe. El sonido de millones de gotas caer sobre el pavimento serían relajantes si no estuvieran cayendo otras cientos también sobre ellos; sin embargo, el hecho de que no haya rastro alguno de autos, gente escandalosa, niños jugando, etc., hace que todo sea mejor para los dos, es decir, ¿existe alguien sobre la faz de la Tierra que pueda disfrutar al cien por ciento de cualquier cosa con el ajetreo de la ciudad? Probablemente no, ni acostumbrándose. Mucho menos si estás con tu pareja. Siempre habrá alguien que piensa que tiene el derecho de opinar o de verte mal, y eso es en extremo incómodo.
Con el tiempo se aprende a dejar de dar importancia a lo que dicen los demás, pero nunca se llega a acostumbrar por completo, siempre será molesto en cierta cantidad. En fin.
Todo se refleja más fácilmente en el piso gracias al agua, haciendo que los adoquines hagan parecer que existe otra ciudad exactamente igual enmarcada en ellos; los faroles que iluminan las calles impregnan su intenso color amarillo en el suelo. Y ni hablar de ese tan adorado petricor; la cosa más agradable de la lluvia, sin duda.
Doblan la esquina, la esquina que lleva al fin a un lugar bajo techo: hogar, dulce hogar. Por pura coincidencia, la llovizna se convierte en un aguacero en poquísimos segundos, obligando a ambos a correr hasta la puerta. Para su fortuna o desgracia, estuvieron cerca cuando arreció el agua.
A pesar de sus esfuerzos por llegar rápido a casa, la lluvia fue más veloz y terminó por empaparlos de pies a cabeza. Entran y cierran la puerta con llave. Dejan sus zapatos en la entrada, para no dejar huellas de lodo por toda la casa. El cabello de ambos escurre del agua que el cielo derramó sin freno sobre ellos.
—¿Te traigo una toalla?
—Gracias, Bri. Pero mejor vamos a cambiarnos al cuarto; no quiero llenar de agua la sala.
—Ok. Sólo hay que apurarnos, hace bastante frío.
—Mientras te cambias, voy a calentar agua para té —Brian es el primero en cambiarse; deja su ropa mojada en una esquina de la habitación, toda arrugada, al igual que Freddie.
Aunque es consciente del frío que hace, sólo se coloca una bata de baño. Al estar listo, se dirige a la cocina con una toalla para secarse el cabello, tan sólo para no dejar un enorme camino de gotas que caen de su cabeza.
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Bijou
FanfictionEl amor perfecto es una fantasía, pero las encantadoras historias de amor sí existen, sólo es cuestión de encontrar a la persona correcta.