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-Tenemos un plan- Dijo Pansy, azotando algunas libretas, revistas y libros en la mesa con un Blaise sonriente detrás suyo. Draco, con su computadora abierta, fue interrumpido por el ruido de la chica. Miró a ambos por unos segundos y cerró su computadora lentamente, señal de que tomaran asiento, algo que claramente entendieron ambos chicos. 

-Blaise es el que pasa más tiempo con Harry así que podría sacarle información de qué le gusta y qué no- Continuó Pansy. -Tenemos aquí algunos libros y revistas que hablan sobre como conquistar a tu crush... 

-Pansy- Interrumpió Draco. -Aprecio que quieran hacer esto por mí pero quiero ir a mi ritmo. Me gustaría intentarlo por mi mismo, si no funciona, que sería imposible porque los Malfoy jamás nos equivocamos, acudiré a ustedes, mientras, me iré a perder el tiempo a otra parte- Se levantó de la mesa y el teléfono de Pansy sonó. La chica lo tomó rápidamente y Draco la ignoró.

-¿Qué día es hoy?- Preguntó Malfoy. 

-Jueves- Respondió Zabini. 

-Draco, es Potter, te mandó su ubicación- Interrumpió Pansy con una pequeña sonrisa. El rubio se acercó a la chica rápidamente y miró el télefono. 

-Aquí tienes mi ubicación, hurón. Te veo mañana, cuídate. Saludos a Zabini y a Parkinson-

Draco logró evitar su sonrisa y solo asintió. Tomó su computadora y se metió en su cuarto. 

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Era viernes. 6:28 pm para ser exactos. Malfoy estaba listo, bien arreglado por supuesto. Tomó sus llaves y las de su coche rápidamente. Había apuntado la dirección en un papel que tenía en el bolsillo. Salió del departamento. Tenía algo que comprar antes de visitar al pelinegro y eso le hacía salir más temprano. Cuando compró lo que necesitaba, eran las 6:45 pm. Se dirigió a la casa de Harry, llegando 6:58 pm. Caminó elegantemente hasta la puerta blanca y tocó sin pensarlo dos veces. Segundos después, un Harry Potter abrió la puerta dándole una cálida sonrisa al rubio. 

-Hey, Malfoy- Miró hacia atrás donde se encontraba su reloj. -7:00 pm, que puntual- Sonrió nuevamente. 

-Claro que soy puntual, Potter. Soy un Malfoy, no lo olvides. 

-Cierto ¿Cómo olvidarlo? Entonces...- El pelinegro extendió su mano hacia las llaves que se encontraban a un lado de la puerta y salió, cerrando al final. -¿A dónde iremos? 

Caminaron hacia el coche, en donde Draco detuvo al pelinegro antes de entrar. 

-Espera... Quiero darte algo- Abrió la puerta del copiloto y sacó una pequeña caja rosa pastel que hizo a Harry levantar una ceja. Draco reviró los ojos. -Ábrela. 

El pelinegro la tomó sin preguntar y abrió aquella caja. Dentro se encontraba un mini cupcake, con glaseado color azul, chispas de chocolate y el pan de vainilla, aquel que había leído en la última historia. 

-Hey ¿Cómo sabes que es mi favorito?- Preguntó Harry con una sonrisa de niño pequeño.

-Intuición- Mintió. Por la expresión del chico, decidió persuadirlo. -Oh vamos, solo disfrútalo y agradéceme. 

Harry rio levemente con la cabeza abajo, cuando la levantó sonrió hacia Draco y miró sus ojos detenidamente antes de decir: -Gracias, Malfoy. 

-No hay de que- Respondió el rubio con una sonrisa. Miró aquellos ojos verdes y por un momento olvidó aquella historia que había leído porque dio un paso hacia al frente, sin dejar de mirar a Harry, como en la historia. Por un momento pensó que Potter daría un paso hacia atrás o miraría hacia otro lado pero no fue así, de hecho, dio un paso hacia al frente, mirando aquellos ojos grises que lo perdían. ¿Y es que cómo no le sucedería eso? Es Draco Malfoy y Harry Potter de quienes estamos hablando. Ambos chicos olvidaron donde estaban, olvidaron el odio que en algún momento se tuvieron, olvidaron que Draco era un mortífago y Harry el elegido, en ese momento eran solo Harry y Draco, dos chicos completamente enamorados que no lo aceptarían en voz alta, al menos no todavía. 

Detrás de una historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora