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Las hojas de los árboles caían encima de ellos, golpeando levemente sus cabezas y rostros. El sol estaba a favor de ambos chicos, que les agradecía por dejarlo posar sus tenues rayos de sol en los rostros de ambos, haciendo que sus mejillas se pusieran rojas por el calor. Las risas no faltaban, igual que las burlas. Definitivamente amaban pasar tiempo juntos y nadie podía eliminar aquel sentimiento.

-Oh vamos, falta poco, no seas chillón- Dijo Draco. 

-No soy chillón, estoy cansado. Hemos estado en bicicleta por casi 1 hora. ¿Cuándo pararemos?- Preguntó Harry, aún moviendo sus piernas pero con lentitud. 

-Hasta aquel árbol y ya, descansarás- Señaló. -Debes tocar el árbol o no cuenta ¡El último le invita un helado al otro!- Gritó, antes de avanzar hacia el árbol con rapidez. 

Harry avanzó con fuerza aunque estuviera exhausto. Cuando Draco llegó y estaba a punto de tocar el tronco, Harry bajó de la bicicleta y corrió detrás de Draco, tomándolo por la cintura haciendo que este se riera y forcejeara pidiendo que lo suelte. Ambos cayeron en el verde pasto, mirándose fijamente a esos ojos que los volvían locos. Draco estaba recargado en su brazo mirando a Harry y Harry estaba completamente acostado en el suelo. Involuntariamente, el pelinegro lamió sus labios mientras respiraba con esfuerzo. Aquello hizo que Draco apartara su mirada de los verdes ojos del chico y bajaran a sus labios. Aquellos labios rojos que le rogaban por ser besados. Miró nuevamente a los ojos de Harry y apartó un mechón de cabello negro que cubría la cicatriz del chico. Sin pensarlo dos veces, se inclinó lentamente hacia Harry, rozando sus labios al abrirlos levemente. Draco movió su cabeza de un lado a otro, rozando el labio inferior de Harry y este levantó un poco más la cabeza. Fue ahí, cuando lo besó. 

El sabor dulce de los labios de Harry lo volvía loco. Aquellos labios que le pedían que nunca se alejara, que lo invitaba a aferrarse más a ellos con el sabor a chocolate. Tomó la mejilla del pelinegro, profundizando el beso y cuando se separaron, ambos chicos tenían las mejillas rojas y los labios levemente hinchados. 

-Esta vez no interrumpió un señor de las nieves- Susurró Harry. 

Draco soltó una risa, aun muy cerca de Harry. -Y espero que nadie más lo haga porque les lanzaré un crucio- Respondió antes de volver a unir sus labios en un tierno y delicado beso. 

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-¿Qué cocinas, Draco?- Preguntó Pansy. 

-Lasaña. Pon la mesa, no tardamos en comer. 

-Uh, está bien- Contestó. 

Colocó 3 platos, 3 cubiertos, 3 vasos y 3 manteles. 

-Pon 4. Tendremos un invitado más- Dijo Draco. 

-¿Quién? 

Y como si lo hubieran invocado. Tocaron el timbre de la puerta. 

-Yo abro- Dijo Draco. 

Al abrir la puerta, estaba Harry con una sonrisa dulce y una muy linda ropa. 

-Hola, Draco- Saludó Harry. 

-Cara rajada, me alegra verte- Respondió, dándole espacio para que entrara. -Pasa. 

Saludó a Pansy cordialmente y tomó asiento en la mesa junto a Draco. Segundos después, llegó Blaise y todos comenzaron a comer de una manera tranquila y sin preguntas hasta que la intriga no podía más con Pansy. 

-Nos alegra que Draco te haya traído al fin, Potter. Pero debo preguntar ¿Hay alguna razón en específico o solo es porque ambos quisieron?- Soltó. 

-Draco es muy presumido y estuvo diciendo lo bueno que es cocinando así que me invitó aquí para comprobarlo y debo decir que tienes razón, hurón- Respondió con una sonrisa. 

-Claro que la tengo. Siempre tengo la razón y obviamente soy bueno cocinando.

-Draco es el chef entre nosotros. Cada vez que tenemos hambre, él es el que cocina aunque debemos de admitir que la mayoría de las veces no lo hace por flojera- Interrumpió Blaise. 

-No es flojera, es solo que no soy la madre de dos idiotas que no saben más que servirse cereal con leche- Burló Draco. 

-¡Eso es mentira! También sabemos hacer chocomilk- Respondió Pansy haciendo que todos soltaran una risa. -Sin rodeos, Harry. ¿Cuándo andarás con Draquito?

Draco miró a Pansy con una expresión de "cállate". 

-Eso mismo me pregunto yo, Pansy. Pero ya que te tengo aquí, dime ¿Te gustó el libro de jardinería?- Preguntó Harry. 

-¿Qué libro?- Cuestionó la chica. 

Draco abrió mucho los ojos y casi se ahoga con su propia saliva. 

-El que Draco te compró. La primera vez que fue a la librería, buscaba un libro de jardinería para ti- Respondió. 

Draco miró a Pansy pidiéndole que le siga la corriente y al parecer la chica le entendió. 

-¡Cierto! Aquel libro... Si. Muy interesante, me encantó, sobre todo la parte de las... plantas- Agregó, tomando jugo después de la última palabra. Harry procesaba lo que acababa de decir la chica y solo tomó jugo nuevamente. 

-Me imagino que si porque en un libro de jardinería, la parte más interesante no es la de los fuegos artificiales o las pizzas con orilla de queso- Respondió Harry, intentando no reír. 

Draco soltó una carcajada que Blaise le siguió y los últimos dos chicos también. 

-Ese lado Slytherin tuyo nos agrada, Potter.- Dijo Blaise. 

Así pasaron la tarde entre burlas, comentarios, películas, juegos y muchas chucherías.

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En la noche, tomó su computadora como era de costumbre y abrió aquella página para leer. Su primer beso con Potter había sido todo un cliché sorprendente. 

Draco sacó una caja de madera y la acercó hacia Harry quien miraba confundido al rubio. 

-Para ti. 

Harry tomó la caja y la abrió. Dentro de ella había un círculo pequeño en el medio de la caja. 

-¿Un hoyo?- Preguntó Harry. Draco sonrió y le extendió un pergamino. Se acercó al pelinegro y dejó un beso en su mejilla, dándose la vuelta y dejándolo solo en esa habitación con una mirada llena de confusión.

Draco cerró la computadora de golpe y aquella idea le rogó por ser duplicada. Apresuradamente, tomó su abrigo, las llaves y salió del departamento diciéndole a Blaise y a Pansy que iría a comprar unas cosas. Harry se había ido hace tiempo y sin más  rodeos, salió en busca de aquellas cosas que necesitaba. 

Detrás de una historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora