Chapter 1

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Cuando me despierto, el otro lado de la cama está ocupado. Estiro los dedos buscando el calor de Greg. Seguro que ha tenido pesadillas y se ha metido en mi cama; claro que sí, porque es el día de la cosecha.

Me apoyo en un codo y me levanto un poco; en el dormitorio entra algo de luz, así que puedo verlo. Mi hermano pequeño, Greg, acurrucado a mi lado, protegido por mi cuerpo hecho una pequeña bola susurrando cosas que no logro comprender pero supongo que son cosas para calmarse.

Sentado sobre las rodillas de Greg, para protegerlo, está el gato más horrible del mundo: pelaje gris lleno de pulgas, ojos azules como el mar. Greg le puso Lord Gillingham porque, según él, su pelaje gris y sus ojos azules lo hacían ver como si fuera de la realeza. El gato me odia o, al menos, no confía en mí. Aunque han pasado ya algunos años, creo que todavía recuerda que intenté ahogarlo en un cubo cuando Greg lo trajo a casa; era un gatito escuálido, con la tripa hinchada por las lombrices y lleno de pulgas. Lo último que yo necesitaba era otra boca que alimentar pues en ese tiempo hasta ahora, soy quien se encarga de alimentar y cuidar a mi hermano, pero mi hermano me suplicó mucho, e incluso lloró para que le dejase quedárselo. Al final la cosa salió bien: le quite los parásitos, y ahora es un cazador de ratones nato.

Me bajo de la cama y me visto para lo que será hoy mi última cosecha. Se lo que haré hoy, hoy me presentare voluntaria para los juegos, así que la niña que salga el dia de hoy en la tombola será privilegida, porque planeo estar en su lugar. ¿Porque ir a un lugar del que es probable que no regrese con vida? Algunos le dicen Orgullo, otros le dicen Fama, yo no quiero ninguna de las dos, solo quiero que mi padre tenga una buena razon para mirar la television y decir "Esa es mi hija", pero bueno, se vale soñar ¿No?.

No somos pobres, al contrario, somos de la case media alta del Distrito 2, mi padre es Agente de la Paz y mi madre sirve como cantinera en alguna de las cantinas de la zona, somos tres hermanos; Ermine quien tiene 20, Gregorius de 12 y yo, Kayler, la promiscua y rara Kayler. Se dicen muchas cosas de mi por este sector del Distrito 2. Algunos son ciertos, otros no tantos.

-¿Cuál se ve mejor? ¿Este o este otro?-pregunta mi hermano mostrandome dos atuendos para la cosecha

-No porque te veas bien significa que no te eligiran-le respondo-Ademas cualquiera se te veria bien, enano

-De verdad no quiero que me eligan, Kay-dice soltando sus camisas en la cama, por su expresion, se que esta asustado-En la academia dicen que si me eligen no podria sobrevivir ni siquiera al baño de sangre y yo no quiero morir.

La academia, el lugar al que nuestro padre nos inscribio desde que tenemos memoria para prepararnos para los juegos. Es ilegal, claro, pero no puedes romper la ley cuando tu eres la ley, o al menos esa es la excusa que dice mi padre para hacer lo que quiera sin tener que pagar las concecuencias. Nunca lo diria delante de él, pero es cierto. Greg es un niño muy pequeño para su edad y demasiado flaco, no porque no lo alimente bien, si no porque asi es su complexión. Es pequeño, delgado y un poco torpe para la actividad fisica debido a su asma.

-Greg, mírame-dije tomando su barbilla-No te van a elegir, tienes doce años y nunca has pedido una tesela, tu nombre solo estara una vez en la tombola. No es imposible pero si poco probable de que seas elegido este año.

Él asiente con su cabeza y se va a seguir arreglandose. Cuando por fin sale de su habitacion, tiene una camisa blanca y un pantalon de vestir muy bonito y elegante, su cabello castaño no esta peniado por lo que supongo tendre que peinarlo yo. Sus penetrantes ojos azules identicos a los mios me miran pidiendome que le de mi opinion sobre su atuendo. Cuando le doy mi aprovacion salimos los dos hacia la plaza de Distrito 2, donde será la cosecha.

A diferencia de otras cocechas que he visto en television, la nuestra se hace a las primeras horas de la mañana, despues de la del Distrito 1 la cual es a las nueve. A las nueve y media en punto nos dirigimos a la plaza. La asistencia es obligatoria, a no ser que estés a las puertas de la muerte. Esta noche los funcionarios recorrerán las casas para comprobarlo. Si alguien ha mentido, lo meterán en la cárcel.

La gente entra en silencio y ficha; la cosecha también es la oportunidad perfecta para que el Capitolio lleve la cuenta de la población. Conducen a los chicos de entre doce y dieciocho años a las áreas delimitadas con cuerdas y divididas por edades, con los mayores delante y los jóvenes, como Greg, detrás. Los familiares se ponen en fila alrededor del perímetro, todos cogidos con fuerza de la mano. También hay otros, los que no tienen a nadie que perder o ya no les importa, que se cuelan entre la multitud para apostar por quiénes serán los dos chicos elegidos. Se apuesta por la edad que tendrán, por si serán de la Academia o comerciantes, o por si se derrumbarán y se echarán a llorar.

La plaza se va llenando, y se vuelve más claustrofóbica conforme llega la gente. A pesar de su tamaño, no es lo bastante grande para dar cabida a toda la población del Distrito 2, que es de unos doscientos mil habitantes. Los que llegan los últimos tienen que quedarse en las calles adyacentes, desde donde podrán ver el acontecimiento en las pantallas, ya que el Estado lo televisa en directo.

Me encuentro de pie, en un grupo de chicos de dieciocho años del Ditrito 2. A algunos los identifico de la academia e intercambiamos tensos saludos con la cabeza y centramos nuestra atención en el escenario provisional que han construido delante del Edificio de Justicia. Allí hay tres sillas, un podio y dos grandes urnas redondas de cristal, una para los chicos y otra para las chicas. Me quedo mirando los trozos de papel de la bola de las chicas: siete de ellos tienen escrito con sumo cuidado el nombre de Kayler Montgomery.

Dos de las tres sillas están ocupadas por el alcalde Hunter y Portrier Undersee, la escolta del Distrito 2, recién llegada del Capitolio, con su aterradora sonrisa blanca, el pelo amarillo chillon y un traje verde primavera. Los dos murmuran entre sí y miran con preocupación el asiento vacío.

Justo cuando el reloj da las diez, el alcalde sube al podio y empieza a leer. Es la misma historia de todos los años, en la que habla de la creación de Panem, el país que se levantó de las cenizas de un lugar antes llamado Norteamérica. Enumera la lista de desastres, las sequías, las tormentas, los incendios, los mares que subieron y se tragaron gran parte de la tierra, y la brutal guerra por hacerse con los pocos recursos que quedaron. El resultado fue Panem, un reluciente Capitolio rodeado por trece distritos, que llevó la paz y la prosperidad a sus ciudadanos. Entonces llegaron los Días Oscuros, la rebelión de los distritos contra el Capitolio. Derrotaron a doce de ellos y aniquilaron al decimotercero. El Tratado de la Traición nos dio unas nuevas leyes para garantizar la paz y, como recordatorio anual de que los Días Oscuros no deben volver a repetirse, nos dio también los Juegos del Hambre.

Las reglas de los Juegos del Hambre son sencillas: en castigo por la rebelión, cada uno de los doce distritos debe entregar a un chico y una chica, llamados tributos, para que participen. Los veinticuatro tributos se encierran en un enorme estadio al aire libre en la que puede haber cualquier cosa, desde un desierto abrasador hasta un páramo helado. Una vez dentro, los competidores tienen que luchar a muerte durante un periodo de varias semanas; el que quede vivo, gana.

Cuando todo termina, llega el momento que todos estan esperando, saber quienes son los tributos de este año. La escolta se pasa directamente a la tombola de las mujeres y selecciona cuidadosamente un nombre: Isabel Bonnie, tiene unos trece o doce años porque veo que sale de la parte trasera del publico. Sube lentamente al escenario, fueron los momento mas tensos, me debati si debia hacer lo que estaba a punto de hacer, pero valia la pena, o al menos asi lo veia yo en esos momentos.

-¿Hay algun voluntario?-pregunto con un ridiculo acento

Y sin volverlo a considerar levante la mano y grite con todas mis fuerzas:

-Yo me ofrezco como tributo-

HUNGER GAMES: THE OLD VICTORYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora