10. bad idea

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trigger warning.

..

Había caído en un abismo.

Moblit había hablado con tanto temor, viendo sus ojos llenos de una tristeza que nunca antes había visto en esa chica. Hange nunca había estado deprimida de esa manera, nunca se había mostrado triste frente a él, era ella quien le daba color a sus días grises.

¿Cómo podía guardar algo como el cáncer a uno de sus mejores amigos? Era inexplicable, pero no valía la pena enojarse ahora. Hange lo miraba desde la silla giratoria de su habitación con el corazón a mil.

Eso ocurrió. Estaban ordenando su habitación cuando Moblit casi se desplomó al suelo, desorientado. Hange pensó que era por la ola de calor ese día, pero algo en él le obligó a sacar esa conversación. Por obligación.

Fue el día más desgarrador de su vida y sinceramente, no creía poder soportar toda esa presión.

Aún así, ella no se fue. No por los meses que le restaban. No lo iba a hacer.

En cada sesión de quimioterapia, ella le llevaba una rosa de plástico roja para la buena suerte. Era su color favorito, el de la esperanza.

Era extraño ver a Hange en la universidad la mayor parte del tiempo, salía corriendo a casa para estar con Moblit casi toda la semana. Eran inseparables, ella no quería irse, no quería perderse nada, quería ver cómo el futuro se reescribía para él.

Y ella lo ayudaba a hacerlo.

Pero Reiner era extraño.

¿Por qué siempre parecía cansado al salir de la habitación de Moblit? Siempre angustiado y molesto. Lleno de estrés y, si es necesario decirlo, odio.

Como si no quisiera estar ahí.

Hange Zoe no me agrada, es tan exaltada e histérica, como si pensara que el mundo es perfecto. Abre los ojos.

Hange abrió los ojos ese diez de junio cuando entró en la habitación. El pitido sigue impregnado en sus recuerdos, su cuerpo decaído sigue siendo una imagen fija en su mente, las flores del ramo cayendo una por una al suelo blanco del hospital. Como si fuera algo que mereciera por su histeria compulsiva y su necesidad de hacer todo un chiste.

¿Fue una venganza? ¿Fue por tirar el cuadro que enmarcaba su licencia? Eso sería demasiado cruel, ¿no?

La gente como Reiner, con su supremacía y poder económico, podía hacer lo que quisiera, incluso arruinarte la vida en un segundo, como si fuera un simple pasatiempo. El hecho de que fuera un médico graduado y con honores -como solía alardear cada vez que podía- era una bandera roja.

Usar su poder en algo tan vital se veía tan sucio y oscuro, que Hange jamás pensó que estaría tan cerca de él. Ni en sus cortos veintidós años había visto tanta maldad hacia alguien. Sabía que ella no era culpable, pero eso no podía excusar las cicatrices en su piel.

Después de perder el juicio por la enorme multa que arruinó la vida de su familia, todo se le vino encima. Aunque Reiner fue a prisión por su negligencia, difícil de creer para cualquiera ajeno a la situación, todo seguía siendo tan extraño. Hange se sentía tan vacía. Nada tenía sentido. ¿Por qué tenía que seguir viviendo en esa realidad tan triste?

¿Vivir tan azul?

Tan sola.

En la habitación que compartía con Moblit, ella conocía todos los escondites para todas sus sustancias ilícitas. Aún pensaba que todo era un sueño, y que tal vez, solo tal vez, él aparecería para decir "vamos afuera a fumar, Hange". Eso lo veía como una oportunidad, como una excusa, para generar una necesidad.

HIGH ENOUGH 進撃 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora