6. Porno del diablo.

42.7K 2.2K 152
                                    

4. Igualdad de géneros. |Parte 3|

Intento regular mi respiración y el ritmo de mi corazón por los besos húmedos que recorren mi cuello, por detrás de mi oreja y mi mejilla delicadamente, delineándola. Mis manos rodean las suyas e intento alejarlas de mi estómago que estaba recibiendo pequeñas estocadas amorosas y suaves.

¿Por qué no solo podemos ser amigos y seguir con nuestras vidas sin cosas pervertidas entre medio?

-No lo creo. -digo nerviosa removiéndome de su toque

-¿Segura? -levanta una ceja cuando me giro para enfrentarlo.

-¡Odio cuando dices eso! Siempre haces lo contrario cuando te digo que estoy segura. -bufo colocando los ojos en blanco descifrando su juego.

-Lo entendiste muy rápido. -chasquea la lengua orgulloso.

-Soy rápida. -le guiño un ojo y él gruñe pícaramente. Lo alejo unos centímetros empujándolo del pecho pero él vuelve a empujarme cerca aferrándome más fuerte. -No quiero que me enseñes a usarlo. -hago un puchero un poco desesperada por dentro.

¿Qué hago si no se rinde? ¿Debería salir corriendo, llorar o gritar que me quiere violar? Siento como mis manos tiemblan y mis piernas las siguen, sin embargo, intento no parecer nerviosa a pesar de que estoy a punto de tener un ataque nervioso por su cercanía y su propuesta.

-Es solo un simple aparato -se queja igual que un niño aunque algo en él cambia. Sus ojos se iluminan y chasquea sus dedos. - Pero... tengo una idea.

Finalmente me suelta y camina hacia su velador pequeño, abre el primer compartimiento y saca de ahí una computadora para sentarse en su cama y encenderla. Lo miro curiosa ¿Qué busca? Los minutos pasan y veo en su rostro una sonrisa maliciosa y de suficiencia. Justo las que no me gustan, las que mi hermana siempre me da. Palpa la cama y me susurra con un tono bastante bajo « ven aquí, muñequita »

Mis piernas se mueven solas para sentarme a su lado ¿Por qué le obedezco? porque mi curiosidad es más grande. Acercándome un poco, apoyándome en una de mis manos, mi vista se dirige a la pantalla. Abro los ojos dé la impresión, para segundos después, cubrirlos chillando del asco para evitar ver el asqueroso video que me muestra.

-¡Por favor! No es nada. ¿Nunca has visto mujeres masturbándose? - agito la cabeza en negación con una mueca en mi boca. ¿Él sí? - ¿Ni en una película? -niego de nuevo. -Podríamos ver amigos con derecho, esa es buena. -susurra pensativo.

-Ni pienses que veré porno del diablo como ese. -apunto a la pantalla todavía con los ojos cerrados sintiendo la tensión; las imágenes se reproducen en mi cabeza, esos mínimos segundos no quieren abandonarme.

-Te digo tu problema: No sabes relajarte. -bufa cansado. -Te doy dos opciones: Miras o lo practicamos.

Pego un berrinche ¡Eso es injusto! Para él es algo normal verlo, yo jamás he visto o hecho este tipo de cosas. Cansada de escuchar sus amenazas de "miras o practicamos" una y otra vez con distintos tonos de advertencia, despego mi mano de mis ojos para abrirlos lentamente como si estuvieran pegados; sin opción o salida.

En la pantalla hay una mujer con un consolador entre las piernas sobre una mesa, gritando y moviéndose por alguna razón como loca metiéndolo y sacándolo a un ritmo que a su parecer es el apropiado para la situación. Me tapo la boca para no gritar a su compás por el asco que esto me proporciona y las arcadas que me genera.

Al ver los segundos pasar, niego con la cabeza repetidas veces ¿solo cinco segundos y ya siento que son diez minutos? La mujer grita cada vez más fuerte, sus gemidos y sus peticiones aumentan poniendo mis pelos de punta y estoy segura que los vecinos logran oír por la intensidad del volumen. ¿Cuándo va a terminar esto? Una arcada llega a mi garganta y sé que ya no puedo seguir mirándolo por mi propio bien.

Soy virgen ¿y tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora