14. Dientes de león y mejores amigas.

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14. Diente de león y mejores amigas.

Camino aburrida y desganada por los pasillos deseando que el día no se acabe jamás y pueda quedarme en el colegio con mis amigos y conocidos haciendo cualquier cosa. Desgraciadamente el último día de la semana escolar acaba antes del almuerzo para darle más libertad a los alumnos y menos estrés, lo que me provoca más ansiedad por la noche teniendo miedo de lo que se viene.

Todos los viernes mi familia tiene una tradición -antes de que mi madre muriera- que es cenar todos juntos los que incluyen a la nuevos miembros de la "familia"; Josh -quien nunca se emociona porque podría estar de fiesta o teniendo sexo- y Katia mi madrastra a la cual tampoco le encanta la idea de estar sentada más de dos horas compartiendo. Por otro lado, estamos mi hermana y yo, quienes siempre hemos respetado la tradición sin importar si hay alguna fiesta o salida, es una buena manera de recordar a nuestra madre y es el único momento donde de verdad nos respetamos y nos llevamos bien; disfruto esos momentos pequeños de hermandad que tenemos ¿por qué habrá acabado?

¿Por qué los viernes deben emocionarme pero a la vez desanimarme tanto?

Mis pensamientos de una desgracia en la cena de esta noche por las ocurrencias de Josh o Katia -las que ya han pasado antes- son cortados por un beso sonoro en mi mejilla, suave y largo. Sonriente miro a Aaron el cual se encuentra frente a mi banco con un libro entre sus dedos y una pequeña flor amarilla en la otra.

Antes de que pueda hablar, él carraspea para tomar una pose tranquila y serena: - ¿Sabías que esta pequeña florcita amarilla luego de un tiempo se convierte en un diente de león? ¿Y que es una de mis favoritas?

Asiento anonadada por su belleza: su cabello luce suave y más oscuro, perfecto para mis dedos, y sus labios curvados en esa perfecta sonrisa hace que me de un vuelco en el estómago; sinceramente no tenia ni idea, pero no quería que él no supiera que no sabía.

-Esta florcita me recuerda a ti-continúa mirándola curioso y dentro de mí hay una gran pelea mental a lo que se quiere referir. -Al principio eres delicada, con un hermoso color, pero luego de un tiempo te transformas en un amuleto para muchas personas, los haces creer y amarte. Eso provocas en mí, eres mi amuleto de la suerte, eres mi flor favorita; naturalmente quiero amarte y cuidarte.

¿Es normal sentir lágrimas de felicidad por sus palabras o unas ganas de reír a todo pulmón por los nervios?

¿Te acaba de llamar flor? -cuestiona asqueado mi diablo.

¡Sí! -chilla feliz mi enamorado ángel derritiéndose de amor.

Abro y cierro la boca para decir algo pero el sonido es nulo. Deseo hacerlo, pero hay algo en mi pecho que contrae todas mis emociones, algo tan profundo que me hizo ver que cualquier palabra que diga se vería insignificante e insulsa. Así que digo lo primero que se me vino a la cabeza:

-Es una linda flor.

Logro pronunciar con suerte. Lo dije tan despacio y cohibida que Aaron tuvo que inclinarse un poco para oírme mejor. Muerdo mis uñas intentando contener mis mariposas en el estómago y lo oigo suspirar:

-Tú eres más linda.

-Hoy estás tierno. -menciono intentando calmar mis nervios haciendo un mohín con las manos ¿Soy yo la que tiembla o es un terremoto? ¿Por qué todavía no suenan las alarmas del colegio?

-Es porque soñé sobre algo hermoso. -sonríe brillante y prefiero no preguntarle. Se monta sombre mi banco y huele la flor para luego tendérmela. Hago el mismo proceso que él, sintiendo el olor suave que irradia con un dejo a rocío, y la aprecio unos segundos pensando en sus palabras, sin embargo se me es arrebatada para ser depositada lentamente en mi oreja izquierda. Nuestros ojos se conectan y es lo único que percibo es su mano acariciar mi cabello colocándolo tras mi oreja.

Soy virgen ¿y tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora