2. Borron y cuenta nueva.

16.1K 902 155
                                    

Especial 2. Borrón y cuenta nueva.

Le sonrío a mi hijo desde mi cama para tranquilizarlo y sigo vistiéndome mientras que él sigue jugando con sus autitos. Sus ojos azules brillan por la inocencia y su sonrisa con su hoyuelo por la diversión, provocan alegría en mi vida y mi corazón.

Mi Franco ya con dos años de edad, es idéntico a su padre.

Y tristemente igual a su madre en personalidad. –comenta mi Diablo con una mueca.

Hago una mueca estando de acuerdo con él. Es verdad, mi Franquito salió un poquitín inquieto, chillón y diva, un poco parecido a mí, pero solo un poco. Yo ahora me controlo un poco, solo un poco...

Un suave roce en la puerta llama mi atención en el proceso de colocarme uno de mis tacones para nuestra salida. Desde que soy mamá parezco un tipo de súper héroe debido a que percibo absolutamente todo y sé las respuestas antes siquiera que las puedan pensar o decir. Se puede decir que estoy un paso adelante de todo el mundo... Y me encanta. 

Mi esposo da su primera aparición desde que se fue en la mañana. Con su camisa negra y corbata azul se apoya contra el marco, se cruza de brazos y eleva una ceja en mi dirección.

-¿Es necesario que te arregles tanto?

Alejo un mechón de cabello que me interrumpió la vista y sigo con el otro tacón. –No estoy arreglada...

-Cariño, no es la idea recordarle por qué se enamoró de ti.

Velozmente conecto nuestros ojos y muerdo mi labio inferior, nerviosa. -¿Crees que esto sea una buena idea? ¿Crees que no odiará a Franco o a ti?

Mi esposo se aleja del marco para levantar a Franco del suelo, dándole un gran beso en la mejilla y se acerca a mí para sentarse a mi lado. Mis manos van al cabello de mi hijo y Aaron me acaricia una de las mejillas para reconformarte.

-No me odiará más de lo que ya lo hace, no creo que sea posible. Y respecto a Franco, no creo que su frialdad sea tanta para odiar a un bebé. –le saca la lengua a su hijo y Franco ríe feliz poniendo ambas de sus manitas en su cara para aplastársela.

Cubro mi rostro estresada por la situación tan extraña que debo afrontar y niego. – ¿Por qué me dejaste siquiera ofrecer esto como una idea?

-Porque soy tu esposo y debo apoyarte, y también porque si te decía que no, iba a dormir en el sillón. –comenta. –Y no quiero volver ahí. –añade.

Río recordando el día que decidí mandarlo a dormir abajo por portarse mal y le beso la mejilla. –Ya nunca más... -eleva una ceja y bufo virando los ojos. –Al menos que te portes mal de nuevo y tenga que castigarte.

-No soy un perro. –me comenta como si no lo supiera y le sonríe a Franco como si lo que estuviéramos hablando fuera un chiste, agarrándole la manito. -¿Veda que papi no es un pedito? ¿Veda que no? ¿Chieto? Papi es ed mejod ded mundo y se podta dúper, mejod que mami, podque mami está doca.

Déjenme que les traduzca porque mi esposo le da con hablar balleno o un idioma para bebés que encuentro ridículo: "¿Verdad que papi no es un perrito? ¿Verdad que no? ¿Cierto? Papi es el mejor del mundo y se porta súper, mejor que mami... porque  mami está loca.

Mi hijo ríe a carcajadas y esconde su cabecita en el cuello de mi esposo. Levanto una ceja al ser llamada loca y Aaron, creído y engreído al lograr lo que tanto necesitaba para alimentar su ego, chasquea su lengua levantándose. –Me ama más que a ti.

Y con eso último se aleja de mí. Abro la boca impresionada, sabiendo que lo que dice, no es cierto. ¡Yo lo tuve ocho meses y medio en mi vientre! ¡Está obligado a querer más que a ti!

Soy virgen ¿y tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora