11. Para sorpresa de ambos.

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Capítulo 11. Para sorpresa de ambos.

Con una sonrisa en el rostro camino por los pasillos de la escuela, más tranquila y relajada. Me tomé una semana para pensar. Lo sé, exagerado, pero con todo que ha pasado en mi vida como Aaron ahora en ella y todas las distintas sensaciones que me hace experimentar, debo darme un tiempo para pensar y procesarlo sin tener un colapso.

Desafortunadamente en toda esa semana que me tomé "para mí", Aaron no me dejó tranquila al inicio; me llamaba más de cinco veces al día y me enviaba mensajes preguntándome lo mismo que en las llamadas y ¡casi se presenta en mi casa cuando al estar dormida no le respondí el teléfono! La mayoría me animaban bastante, me sacaban muchas sonrisas y risas, pero no me permitían pensar con claridad. Así que en el quinto día, le pedí que me permitiera unos días para mí y mis pensamientos. Lo comprendió y se detuvo abruptamente haciéndome extrañarlo.

Por otro lado más familiar, estuvo todo tranquilo: Mis hermanos iban a la escuela, luego salían juntos y no me dirigían ni la palabra ni la mirada. La esposa de mi padre salía y volvía así sucesivamente todos los días. Y mi padre iba a trabajar o ha cenas con sus empresarios pero siempre teniendo en cuenta que su hija estaba en la casa.

Repentinamente mis ojos chocan con unos ojos azules borrando todos los sucesos de la semana pasada como agua sobre tinta en un papel. Una sonrisa casi parecida a un puchero se asoma en mis labios por todo lo que lo extrañé ¡Se ve más guapo de lo normal! Utiliza una camisa de cuadros azul con negra arremangada hasta sus codos, pantalones y zapatillas negras.

Parecería un chico rudo si no hubiera estirado sus brazos en espera de un abrazo o tuviera esa sonrisa tierna esperándome ansioso.

Inconscientemente sonrío por su enorme sonrisa y corro a su encuentro unos metros más allá conteniendo un chillido de la emoción. Sorprendiéndonos a ambos, salto a su cadera y enrollo mis piernas aferrándome a él como un koala; desfallecería ahí por su olor, pero en vez de desmayarme, agarro su rostro y deposito muchos besitos cortos en todo su rostro sacándole una que otra tierna y leve risa.

Siento las mariposas aparecer y el cosquilleo en los labios por la suavidad de su piel.

-Deberías faltar más seguido si me saludarás así. -gruñe dándome castos besos por todo el rostro imitándome.

Me bajo de su cadera sonriéndole tímida al caer en cuenta de lo que acabo de hacer. - ¡No te separes de mí! que te extrañé mucho. -formula haciendo un puchero pegándome a su pecho.

-¿Cómo estás hoy? -le pregunto entrelazando nuestros dedos para comenzar a caminar sin vergüenza alguna.

-Excelente ahora que estás aquí.

Le sonrío tierna, no obstante, le exijo que me cuente la llegada de su padre y todo lo que hizo la semana que falté.

-Mi padre me trajo un peluche muy bonito. -levanta los hombros. - ¿Y tú? Dijiste que tu padre también llegaba de viaje ese día. -me sonríe amable y siento mis mejillas teñirse de rojo ¿podría ser más perfecto?

-Sí... También me trajo un regalo. -susurro cohibida acordándome de que sigue en su bolsa bajo mi cama.

-¿Y qué era? -

Detenemos nuestros pasos al ver que estamos frente a mi sala de clases. La puerta está abierta y logro ver a Ashley sentada en mi puesto dándole besos empalagosos y muy babosos a Derek quien está sentado en mi banco; los desgraciados no me llamaron ni enviaron textos en toda la semana que falté. ¿No me habrán extrañado?

Una mano acaricia suavemente mi espalda, distrayéndome.

-Una carcasa. -levanto los hombros restándole extravagancia a mi regalo. -No es la gran cosa.

Soy virgen ¿y tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora