27. Huracán April 2.0

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Capítulo 27. Huracán April 2.0

{N/A: ¡Nota importante al final!}

Una pesada luz choca contra mis párpados provocando que suelte un gemido de incomodidad el cual recorre y se siente en mi cuerpo completamente, entumeciéndome. Intento moverme, pero mis extremidades pesan demasiado y no reaccionan a mis exigencias. Ladeo la cabeza de un lado a otro buscando un sector menos alumbrado y agradable. Lentamente abro mis ojos para ver unas paredes blancas y muebles blancos, parecidos a los de un clínica, borrosos y muy brillantes. Pestañeo varias veces hasta sentir que alguien agarra mi mano y le da constantes apretadas para hacerme volver a la realidad y alejarme de esta pesadilla blanca. Confundida veo hacia mi lado izquierdo y veo a mi padre y a Aaron observarme preocupados.

¿Por qué me miran así? ¿Qué hago aquí?

-Hija. -suspira. -¿Te sientes bien? -acaricia mi cabello y solo reacciono a asentir, sin saber realmente si me siento bien o no.

No dejo de observar los alrededores, el suelo es de azulejos blancos combinando con las paredes, los artefactos y aquella brillante lámpara en el techo. A mi derecha hay una mesita gris con medicamentos, algunos líquidos y agujas. Bajo mi vida y veo que mi mano derecha está conectada a una bolsa de suero y para mi sorpresa, tengo un tubo en mi nariz el cual me da el oxigeno que necesito.

-¿Por-por qué... -inhalo y exhalo fuerte al no ser capaz de hablar. Los dos hombres más importantes en mi vida me miran atentos, con los ojos bien abiertos esperando que pueda juntar las palabras. -tengo es-esto en l-la nariz? -cuando termino exhalo aliviada.

¡No me hagan hablar más por favor!

-Bebito, te desmayaste en el bosque y cuando te trajimos aquí dijeron que tus niveles de oxígeno estaban muy bajos, así que debían dártelo como si fuera tu inhalador. -contesta mi novio con una sonrisa ladeada y mi padre lo mira frunciendo el ceño.

-¿Acabas de decirle bebito a MÍ bebito? -se cruza de brazos con una actitud superior inflando el pecho y viro los ojos al verlo tan celoso y protector.

Aaron aclara su garganta incómodo y decido ayudarle sin importarme que me duela hasta el pulmón. -Es... es mi novi-vio. -hago un mohín con mi mano o eso intento, ya que ésta decide caer sin vida sobre mi cama de hospital en el momento que la elevé unos centímetros; interesante. La analizo unos segundos sabiendo que si estuviera sola y con menos dolores, estaría riéndome como loca repitiendo aquella acción una y otra vez para ver mi flácida mano.

Ni aunque te golpees la cabeza se te arregla la neurona. -vira los ojos mi diablo.

Mi padre, un hombre respetable de negocios que quiere de mí un futuro brillante y comprometedor con mi futuro esposo abogado o médico, me mira con los ojos abiertos sin creer lo que le digo. -¿El hijo de mi empleado? ¿En serio? -lo dice bajo, intentando ser discreto, aunque Aaron igual fue consiente de sus palabras.

Buen intento papá.

-Papá. -viro los ojos nuevamente aburrida de su actitud sintiendo como el aire por fin inicia su camino hacia mis pulmones. Podría gritar de felicidad al sentir estabilidad con el oxígeno, pero decido tener una reserva por si estos dos pelean y tengo que decir algo.

Mi novio, esperanzado de que mi padre lo acepte, se le acerca tímidamente con sus ojos brillando en esperanza:

-Con todo respeto señor, amo a su hija y...

Mi padre pega una fuerte carcajada, mofándose de él, como si cualquier cosa que salga de la boca de mi novio sea un chiste. A Punto de decir algo, veo la transformación de mi padre en profundidad. Su cuerpo se desencorva, su rostro se coloca rojo y sus manos se hacen puños como si quisiera golpearlo y quitarle las palabras más rápido de la boca. Una vena se asoma en su cuello y velozmente se acerca a él y al estar lo suficientemente cerca, grita a todo volumen: - ¡TU NO SABES LO QUE ES AMAR! - aterrorizada, me alejo unos centímetros sintiendo cómo mis pelos se ponen de punta; jamás lo había visto así. ¿Qué si le hace daño a Aaron?  - ¡En tu familia no saben lo que es el compromiso ajeno, ni el ser empático! - al terminar su frase con un tono más desganado, cae en cuenta de sus acciones tan poco profesionales. Se aclara la garganta arreglando su corbata, ladea la cabeza en mi dirección y se disculpa para retirarse velozmente.

Soy virgen ¿y tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora