Capítulo 15

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Unas horas pasaron y al fin me vi libre. Sephiroth se despidió de mi ya que tenía que ir a entrenar con Génesis. Volví a mi cuarto, no quedaba mucho para la cena, y para ser franca no me apetecía mucho bajar y comer sola, pero debía hacerlo ya que no había comido desde la mañana, y tampoco es que me hubiera dado tiempo a tomar toda mi bandeja.

Cuando el reloj dio las ocho salí de mi habitación, viendo que los pocos miembros de los Turcos que se habían quedado en la base estaban algo alterados.

Al esperar el ascensor junto a un corrillo de jóvenes, escuché que decían que el helicóptero en el que iban los accidentados estaba a punto de llegar.

Salí pitando de allí, ganándome que me miraran extrañados. Debía subir al helipuerto y verles. A los cuatro.

Enfermeros, médicos, y mucho material sanitario había sido instalado en el lugar. Intentaron echarme, pero Rufus y Lazard lo impidieron, estaba segura de que ellos conocían mi verdadera identidad.

—Muchas gracias, a ambos —agradecí, mirándoles e inclinándome en señal de respeto.

—No es problema, Giselle —me tranquilizó el rubio. —Sabemos lo que significa Tseng para ti.

Tras aquellas palabras, los tres quedamos mirando al cielo, expectantes. Necesitaba ver ya ese maldito helicóptero y a las personas que este transportaba.

Finalmente, la angosta espera llegó a su fin con la llegada del vehículo. Los sanitarios no tardaron en arrimarse a las puertas, de las que Turcos, miembros de infantería y SOLDADO iban saliendo.

Pude divisar de lejos a Angeal y Tseng, llevaban unas cuantas vendas en su cabeza, rostro y extremidades, pero no parecían estar graves.

—¡Angeal, Tseng! —No pude contenerme y me abrí paso entre la multitud, que me dejaba paso, seguramente por orden de Rufus o Lazard.

Al llegar junto a los hombres, abracé fuertemente a mi padre, soltando algunas lágrimas. Notaba que Angeal me miraba angustiado, como si quisiera decirme algo y no supiera cómo.

Y entonces lo vi, una camilla que estaba siendo sacada del helicóptero.

—No es posible… —susurré, mirándoles. —¿Reno? —Ellos negaron.

—Él también… bueno, es mejor que vayas a mirar —Angeal estaba cabizbajo.

No dudé en soltar a Tseng e ir corriendo hacia el lugar. Me costó atravesar a los sanitarios, pero logré estar lo bastante cerca como para verlos:

Zack era quién estaba en la camilla, vendado en la cabeza, el pecho y los brazos, y con una máscara que le proporcionaba oxígeno, además de varios rasguños y heridas en el rostro. Por otro lado, Reno bajó cojeando, y por lo que parecía, su espalda era la que había sido dañada, además de su cara y piernas.

—¡Zack! ¡Reno! —sus nombres salieron desgarrando mi garganta, era doloroso verlos de esa manera.

El pelirrojo me miró al instante de oír su nombre, sus ojos se encontraron con los míos en ese tan deseado encuentro.

Esquivando a los sanitarios, llegó hasta mi y me abrazó fuertemente, sabía el miedo que tenía y había pasado, y seguramente se imaginaría lo mal que pude estar al enterarme de la noticia.

—Estoy aquí, ¿vale? Todo está bien ya —me tranquilizó acariciando mis mejillas y quitando las lágrimas de estas. —Escucha, le debemos una bien gorda a Fair, luego te cuento, te necesita más que yo —revolvió mi pelo y me dio una vaga sonrisa para ocultar el dolor que sentía. —Corre —se separó de mí y fue hacia un grupo de enfermeros mientras yo me acercaba a la camilla de Zack.

Fate's Written {Zack Fair}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora