Capítulo 7

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A la mañana siguiente, el despertador volvió a sonar a la misma hora de ayer, y justo como el anterior día, me costó Dios y ayuda despertar a Reno. Cuando por fin estaba espabilado, me dio los buenos días con un fogoso beso.

Me habría, bueno, mejor dicho, nos habría encantado ir más allá de un beso, pero no era momento para volver a darle al tema.

—Te veo en el ascensor, ¡no tardes! —Le grité al pelirrojo mientras él ingresaba en su baño.

—¡Está bien! ¡Hasta ahora! —Se despidió él.

Acto seguido me asomé al pasillo y, al ver que no había nadie, salí y me metí en mi habitación rápidamente, dándome una ducha y poniéndome el uniforme de Turco.

Solo llevaba tres días aquí, pero ya me había hecho una rutina, solo quedaba que mi problema con dormir sola se arreglara. Extrañaba mi cama y mi habitación, pero Reno mitigaba aquello. Decidí que esa noche dormiría sola, primero porque debía solucionar aquel problema de insomnio, y segundo porque no quería poner la relación que mantenía con Reno en peligro, no quería exponernos a que Tseng se enterara de todo y años de secretismo se vieran convertidos en agua pasada.

Desayuné con los Turcos, y sorpresivamente no tuvimos que esperar a Reno por mucho tiempo. Después de aquello, mi jornada laboral comenzó, y un día más, estuve de acá para allá por las instalaciones de Shinra, llevando documentos sin descanso alguno.

De nuevo, me volví a topar con Sephiroth en una ocasión, pero no hizo por hacerme sentir incómoda, sino que, tal y como ayer, se limitó a preguntarme qué tal me estaba yendo el día. Siguiendo el consejo de Reno, le respondí que bien de manera escueta y le dije que tenía prisa de una forma muy educada.

Afortunadamente, no me puso ninguna pega y yo seguí con mis tareas.

A la hora de la comida, me llevé una verdadera sorpresa, ya que Tseng nos acompañó a todos a comer. Dijo que llevaba unos días sin hacerlo, y que se sentía algo mal por tratar así a sus camaradas. Me alegró mucho que tuviera aquel detalle, más que nada porque yo también extrañaba comer con mi padre, aunque el día de hoy él estuviera en la mesa en calidad de jefe.

Fue mucho más ameno de lo que pensé. Obviamente, Reno y yo no bromeábamos tanto como solíamos hacer, pero igualmente fue agradable, y para nada incómodo. Un rayo de esperanza en cuanto a mi padre surgió de entre un nublado y oscuro cielo para mí. Al fin y al cabo, no era tan horrible como yo pensaba que era.

¿Seguía dolida porque me hubiera traído a Shinra? Obvio que lo estaba, al igual que lo estaba por haber cambiado mi vida drásticamente, y no solo por eso, sino también por molestarse por estar juntándome con su gente, digamos.

La verdad, parecía que eso último no le importaba, quizá mis palabras lograron hacer que reflexionara y se diera cuenta de que no era justo haberme obligado a venir aquí y encima no permitirme socializar ahora que había encontrado gente que encajaba conmigo, quitando a Reno obviamente. Admitía que ese cambio me hacía muy feliz, ya que indicaba que Tseng había aceptado que ya era mayor para saber con quién juntarme y con quién no.

Una semana pasó desde ese día, una semana en la que logré acostumbrarme a mi habitación nueva y a Shinra en general. Llevaba una semana sin ir a mi casa en la ciudad, y la verdad es que dudaba mucho que volviera. Extrañaba mi habitación y mis libros, pero debía conformarme por el momento.

Reno y yo tuvimos un par de encuentros más durante el fin de semana, ya que tanto el Sábado como el Domingo lo tuvimos libre, así como la mayoría de trabajadores de la empresa. Asimismo, ese mismo Viernes los Turcos me invitaron a ir con ellos de fiesta, mas yo me negué poniendo de escusa que no me encontraba bien.

Fate's Written {Zack Fair}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora