Capítulo 44

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—¿Qué está pasando? —Pregunté con la respiración entrecortada a causa de la carrera escaleras arriba.

—Qué Shinra está siendo atacada, tenemos que ir con Rufus, Génesis se encargará de ir con el presidente —explicó.

Al cabo de unos minutos más de carrera llegamos por fin al despacho de Rufus, donde el rubio esperaba pacientemente, sentado tras su escritorio. Saludamos cortésmente al hijo del presidente y pronto mi padre comenzó a llamar a los Turcos que se encontraban dentro de la compañía.

Fue en ese momento que recordé al director Lazard, ¿quién se encargaba de protegerle en esta situación?

—Tseng, ¿quién está con Lazard? —Mi padre me miró algo confundido y después de pensarlo un poco me respondió:

—Supongo que Angeal está con él ahora.

—Malas noticias Tseng, Génesis fue enviado a una misión hace dos horas —Rufus, quién hasta ahora había estado callado, interrumpió la conversación.

Eso significaba que o bien el presidente estaba solo, o bien Lazard era el que estaba solo. Lo más probable es que fuera el segundo ya que tenía un rango muchísimo menor que el padre de Rufus.

Pasé saliva y no lo pensé dos veces antes de echar a correr fuera de la sala mientras llamaba a Zack para que acudiera al despacho de Lazard. Escuchaba a Tseng llamarme desde la lejanía, pero fue un intento fallido para él el hacerme entrar en razón para que volviera.

Los pasillos eran abrumadores pese a no haber nadie circulando por ellos, ¿el motivo? El constante parpadeo de las luces rojas de emergencia. Llegué rápidamente con Lazard, solo para encontrarme un escenario sumamente estresante: cuatro soldados de Wutai, dos en la puerta y otros dos junto al director de SOLDADO, apuntando al rubio con sus armas, exigiendo documentos probablemente.

Tan pronto como me adentré en aquella sala levanté mis manos en señal de derrota, no venía a pelear, pero ellos fueron cautelosos y me tiraron al suelo rápidamente.

—¡No vengo armada! —Exclamé mientras me cacheaban.

—¡¿Qué haces aquí?! —Era Lazard el que me recriminaba —. Ella no tiene nada que ver en esto, solo es una secretaria. ¡Dejadla irse! —Exigió el rubio.

—Si es una secretaria, entonces sabe dónde están los documentos que buscamos —habló uno de los hombres que me tenían apresada contra el suelo.

—Dejad marchar a Lazard y los documentos serán vuestros —prometí, no dejaría que le hicieran daño al director.

—¡¿Estás loca?! ¡Te matarán igual! —Chilló el rubio, era evidente que sabía que Tseng haría algo contra él si yo resultaba herida por querer ayudarle, pero era mi vida y mis decisiones.

—Está bien —el que estaba más alejado, junto al director, accedió a mi propuesta.

Se escuchó un golpe seco, y luego el sonido de algo cayendo sobre una superficie. Supuse que habían dejado inconsciente a Lazard para que no intentase nada.

Y así fue, mis captores me levantaron del suelo y pude ver al rubio tendido sobre su mesa, noqueado.

Un par de los soldados salieron al pasillo mientras que los otros dos se quedaban conmigo, atentos de cualquier movimiento por mi parte.

—Más te vale no intentar nada, mocosa —me habló uno de ellos.

—No tengo nada que hacer contra vosotros, sois dos y yo solo una, además de que yo no estoy entrenada como un Turco o un SOLDADO. Ya os lo han dicho antes, solo soy una simple secretaria —una simple secretaria que le había dicho a un primera clase que viniera hacia el despacho de su director.

Zack… no sabía si iba a ser capaz de llegar a tiempo, no me preocupaba que perdiera, él era fuerte y podría con cualquiera, ya fueran dos o una legión entera de hombres. Tenía fe en él.

Tras unos minutos en silencio la puerta se abrió de una patada, dejando ver a Zack en el umbral. Lo había conseguido. Sonreí al verle, mas mi sonrisa no duró mucho, ya que en el mismo instante en que uno de los hombres me pegó a él y rodeó mi cuello con su brazo se desvaneció.

—¡Más te vale pensar dos veces lo que vayas a hacer! —Me quedé sin aire tan pronto como noté una pistola pegada a mi sien.

Miré a Zack, estaba nerviosa y atemorizada, mi cuerpo se había convertido en un flan de un momento para otro y mis ojos se habían llenado de lágrimas. Nos miramos a los ojos por unos instantes, hasta que él rompió el contacto visual al guardar su espada y levantar sus manos, mirando a mi captor.

—Buen chico, soldadito —comentó el hombre.

Ver a Zack de esa manera me hizo sentir impotente y rabiosa, no podíamos hacer nada más que esperar el siguiente movimiento de nuestro rival.

—No le hagas daño, por favor —pidió el moreno —. Déjala marchar.

—Oh no, de eso nada. Esta señorita y yo tenemos un trato —informó, apretando un poco su agarre en mi cuello. Instintivamente mis manos se movieron a su brazo, se me estaba dificultando respirar.

—¿Trato? —Zack alternaba su mirada entre el hombre y yo.

—¿Se te ha olvidado que tu novia es secretaria en esta compañía? —Dio un apretón en mi cuello, haciéndome gruñir.

Zack me miraba asustado, pero pareció comprender la situación al mirar al fondo de la sala, donde Lazard aún estaba inconsciente sobre su escritorio.

—¡Lo tengo jefe! –Abrí los ojos como platos al ver a un hombre aparecer de repente detrás de Zack, empuñando una pistola.

—¡Zack! —El grito que salió de mi garganta se vio opacado por la explosión del arma al ser disparada.

El moreno abrió los ojos como platos y cayó al suelo con un gruñido, la bala le había atravesado la rodilla. No pude evitar llorar, todo esto era por mi culpa, Zack había sido herido por haber venido tras mi llamada.

El sujeto que empuñaba la pistola se acercó con paso seguro y arrogante hasta Zack, quién le miró con rabia. No sabía por qué, pero los ojos de Zack estaban más brillantes que nunca.

—Esto es por lo que tu y tu amiguito hicisteis en Wutai hace unos días —se disponía a alzar el arma de nuevo, directo a la cabeza de Zack.

—¡Por favor no le hagas nada! —Supliqué. —Sed hombres de verdad y cumplid con vuestra palabra; los documentos a cambio de 0 heridos.

El agresor me miró y chasqueó la lengua, bajando el arma.

—Quietecito, o me cargo a tu novia —amenazó, acercándose a mi —. Tienes agallas niñita, me gusta —le miré rabiosa, de no ser por el casco que llevaba me habría quedado con su cara y lo habría matado yo misma en un futuro.

—Vámonos por los documentos, no quiero que hayan más heridos innecesarios —quizá no estaba en posición de demandar nada, pero quería salir de allí antes de que más gente llegara y sufriera por mi culpa.

—Creo que vamos a cambiar el trato —habló el sujeto que me tenía presa, apretando más el agarre de mi cuello.

Me asusté al escucharle decir eso, pero más aún cuando no dejaba de apretar cada vez más y más. Tiré de sus brazos, pero fue un vano intento de que me soltase. Escuchaba a Zack gritar que me soltaran, pero poco a poco su voz se fue desvaneciendo, tal y como mi consciencia debido a la falta de aire.

Finalmente todo cesó y se volvió negro y vacío. Solo esperaba que no le hubieran hecho nada más a Zack, porque conociéndole lo más seguro era que había intentado sacarme de los brazos de aquel tipo.

Fate's Written {Zack Fair}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora