Capítulo 5

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A la mañana siguiente, el despertador sonó a las siete en punto, yo me desperté nada más comenzó a sonar, pero Reno... Fue otro cantar. Le moví mil y una veces hasta que por fin despertó y me preguntó aturdido qué hora era, a lo que simplemente le respondí que era hora de levantar su culo de la cama.

—Iré a mi habitación a cambiarme, ¿vale? Te veo en el ascensor —le dije mientras me calzaba.

—Vale, hasta luego Gissey —me dijo levantándose finalmente de la cama, rumbo al baño.

Antes de perderle de vista, me di el gusto de apreciar su torso desnudo. Reno no estaba excesivamente musculado, pero sí lo suficiente para que sus músculos estuvieran definidos, cosa que me volvía loca.

—¡Chao! —Exclamé antes de salir por la puerta.

—¡Hasta ahora! —Respondió el pelirrojo desde el baño.

Acto seguido, salí al pasillo muy atenta de que nadie pasara, y por suerte así fue. Caminé de vuelta a mi dormitorio, sin cruzarme con nadie. Ingresé en el cuarto, fui al baño, me di una ducha rápida y salí envuelta en una toalla, sacando del armario mi traje de Turco. Acto seguido, me peiné y recogí el pelo en una coleta, saliendo de la habitación tras revisar que todo estaba en orden.

—¡Giselle! ¡Buenos días! —Saludó Cissnei cuando llegué al ascensor.

—Buenos días —le sonreí. —¿Esperas a alguien? —Pregunté al ver que no llamaba al ascensor.

—Todas las mañanas, los Turcos desayunamos juntos —tragué saliva, eso significaba que Reno faltó al desayuno de ayer.

—Vaya, sí que tenéis unidad —le dije, me asombraba cuán cercanos eran unos de otros en aquel cuerpo.

—Ya te lo dije, ¡somos como una gran familia! —Explicó, orgullosa de pertenecer a aquel comando. —Reno se está haciendo de rogar otra vez... Siempre igual —se quejó, por lo que la compadecí en mi fuero interno, Reno nunca había sido una persona puntual.

En el tiempo en que esperábamos a Reno, Elena y Rude hicieron acto de presencia, y Tseng pasó por el pasillo.

—Espero que no estéis conspirando contra vuestro superior —bromeó, no podía creer que él estuviera gastando bromas.

—Esperamos a Sinclair —explicó Elena.

—Sinclair siempre igual... —susurró, exasperado.

—Disculpe la pregunta, pero, ¿no viene con nosotros? —Preguntó educadamente Rude, a lo que mi padre negó.

—Tengo trabajo. Por cierto —dirigió mi mirada hacia mí. —Recuerda que a las ocho debes estar en mi despacho.

—Lo sé, señor. Si Sinclair no viene iré a desayunar por mi cuenta, señor —me sentía estúpida teniéndole que hablar así a mi propio padre, pero así eran las cosas ahora.

—Hablando del rey de Roma... —Dijo Tseng mirando hacia el final del pasillo, por el que se podía ver una melena roja venir corriendo hacia nosotros.

—¡Chicos! ¡Buenos días! —Saludó al llegar a nuestro lado. —¿Vamos? —Preguntó, llamando al ascensor.

Un "¡claro!" colectivo se escuchó por nuestra parte, y una vez que el ascensor se abrió, todos y cada uno de nosotros entró, incluido mi padre, que pulsó la planta de su oficina nada más entrar.

—Que os aproveche —dijo Tseng a modo de despedida al bajar del ascensor.

No nos dio tiempo ni de darle las gracias, ya que las puertas se cerraron rápidamente. Eso sí, nada más bajar el pelinegro, todos y cada uno de nosotros se relajó. Al parecer no era la única que se sentía incómoda con su presencia.

Fate's Written {Zack Fair}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora