Capítulo 32

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Antes de presentarme en el despacho de Tseng, y con Sephiroth siguiéndome, fui a mi habitación a por el informe de daños que Angeal me había dado la noche anterior.

Era extraño, pero él se sentía como el padre que Tseng nunca fue, él miraba por mí y se preocupaba por mi bienestar aun cuando yo no aceptaba la mano que me tendía para ayudarme.

Pero no podía aceptarla de todas formas, tenía que llegar a un acuerdo con Sephiroth para que me dejara ir sin decirle todo a mi padre, solo así podría salvarme, tanto a mí misma como a Reno.

Suspiré por lo bajo cuando subimos de nuevo al ascensor. El de pelo plateado no mediaba palabra, y yo menos, no estaba para nada de humor, algo lógico desde mi punto de vista.

El mayor pulsó el botón de la planta 49, lo que me alegró, que fuera ahí significaba que iba a ir a entrenar, posiblemente con Génesis y quizá con Angeal. Solo esperaba que el moreno no decidiera hablar con mi ahora pareja.

Iba tan absorta en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que ya estaba frente a la puerta del despacho de mi padre. Toqué y él me indico que entrase, así que eso hice.

Me resultaba deprimente entrar ahí, el mismo escritorio, la misma ropa, siempre ahí sentado, sin tomar descansos ni ir a cumplir sus comidas. Sinceramente, me preocupaba mi padre.

—Buenos días —saludé, dejando el informe sobre su mesa. —Angeal me lo dio ayer —expliqué.

—Bien, lleváselo a Lazard, por favor —asentí con la cabeza.

—Oye… ¿estás comiendo bien? —Le miré por encima del hombro, con el pomo en la mano.

—Sí, no te preocupes —y siguió examinando sus papeles.

Suspiré al salir de allí, y una mierda que estaba comiendo bien, si ni siquiera se le veía el pelo en el comedor. Quité con furia una lágrima que estaba escapando de mi ojo, rabiosa.

Me dirigí entonces hacia el ascensor, pulsé la planta del despacho de Lazard y esperé a que este llegase. Durante el camino las puertas se abrieron y Zack entró, sonriendo ampliamente al verme allí dentro.

—¡Gissey! ¡Buenos días! —Saludó efusivamente, abrazándome con alegría. De verdad que era imposible no sonreír con él, era la dicha hecha hombre.

—Buenos días también Zack —respondí, para mi no eran buenos días, pero no iba a dejar que me viera decaída, no quería entristecer al cachorrito de Hewley.

Hizo ademán de pulsar la misma planta que yo había pulsado, pero al ver que el botón estaba iluminado se detuvo.

—¿Administración con Lazard? —Ladeó la cabeza, mirándome con una ceja alzada.

—Sí, tengo que llevarle este informe —ondeé la hoja. —Es sobre los daños de la sala de entrenamiento que Sephiroth y compañía se cargaron —expliqué, él asintió. —¿Tú?

—Misión, al parecer —respondió, mirando su teléfono, seguramente recibían mensajes del director Lazard y luego tenían que presentarse en su despacho.

—Entiendo.

Finalmente llegamos a nuestro destino, y al momento de salir del ascensor, y debido a que mis piernas se sentían endebles y estaba adolorida, di un traspié y casi caigo al suelo de bruces.

—¡Cuidado! —Exclamó tirando de mi brazo y atrayéndome hacia él, quedando en sus brazos en una posición un tanto comprometedora.

—¡Al vuelo! Mi héroe —bromeé, no sabía de donde había sacado ese buen humor, imaginé que era el efecto Fair.

Fate's Written {Zack Fair}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora