La noche cae a las 20:35. La vieja Chevrolet, con las latas agujereadas y con los vidrios reventados, se mueve por pasajes y calles estrechas evitando las avenidas concurridas. De todas formas, no son pocos los ojos que los ven pasar en ese desastre con ruedas.
-Necesitamos otro cacharro, Bicho. La Picky no nos aguanta una balacera más -comenta irónicamente Ramiro, esta vez, con un cigarrillo más convencional entre los dedos, atento al camino y a las miradas. No obtiene ningún comentario de vuelta.
-Supongo que la chica te dio sus llaves -comenta una vez más.
-Sí, aquí las tengo -Vicente las hace sonar en su mano.
-Bien. Ufff... Eso ya nos ahorra un montón de problemas -comenta el conductor de la Chevrolet, evidenciando la presencia de cierto estupefaciente en su sangre.
-¿Qué cosas tienes que llevarle a tu doncella? -vuelve a insistir con palabras más propias de los pensamientos de su baterista flechado y poseído de amor.
Vicente mira la hoja aprovechando las luces de las calles cuando se cuelan dentro de la Chevrolet. En ella hay dibujos, flechas e indicaciones de cada cosa. Con ello, Vicente no olvidará nada y sin que Sofía sospechara, le permitirá entrar y salir en cuestión de minutos de esa casa.
-Ropa, su laptop, algunas cosas de su tocador, libros del instituto, eso más que nada -Vicente omite algo de la lista para no tener que entrar en detalles-. Esto es lo que haremos: me dejas frente a la casa, entro, subo por las cosas y salgo. No me tomará más de diez minutos. Tú me esperas con el motor andando, ¿vale?
La risa condescendiente de su hermano mayor no se hace esperar.
-¿En serio crees que vine a hacer de tu jodido chofer? Olvídate de esa estupidez. No entrarás a esa casa sin mí, solo para que un hijo de perra te vuele la cabeza de un escopetazo.
Mirando a Ramiro, Vicente trata de rebatirle pero la imagen que acaba de dibujarle en su mente, lo pone nervioso de repente.
-No le diste muchas vueltas a esto ¿verdad? -deduce Ramiro por el raro silencio de su muy impertinente hermano chico.
Medita un momento y dictamina el improvisado plan que venía gestándose en su cabeza:
-Te diré lo que haremos: entraré yo primero, veré que sea seguro. Te hago una señal, entras y vas por las cosas. Usaremos los teléfonos para alumbrar y no meteremos ninguna clase de ruido. No vamos a morir por unas cuantas mierdas.
-De acuerdo -responde Vicente, sintiendo una roca en su estómago.
El impulso de cumplirle a Sofía es el motor que lo trae a esta empresa, no obstante, el riesgo en su mente era mínimo, existía en un plano muy secundario, hasta que Ramiro lo aterrizó. Ahora necesita un momento para volver a armarse de valor y tragarse los miedos y las náuseas que le provocan sus dantescos recuerdos de aquella noche.
Un minuto después, Ramiro le da un vistazo a su hermano.
-Hey, Bicho. Mírame. A la primera señal de peligro, nos largamos. Ella puede sobrevivir sin esas cosas -declara con una voz conciliadora. La palidez de Vicente es notable aun con esas luces amarillas del camino.
Vicente sigue perdido en sus pensamientos. Lo sacude un poco.
-¡Bicho! Oye. ¿Me oíste?
La mirada de su hermanito cobra el brillo de una mente presente.
-Sí. Y Lo sé. Pero si puedo hacerle la vida más fácil a Sofía, aunque sea un poco, haré lo que tenga que hacer -responde con una convicción mas apta para el momento.
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Lujuriosos Píxeles de Medianoche
RomanceUna chica audaz, víctima de sus secretos y un muchacho noble, en la constante lucha contra sus circunstancias de vida, compartirán una historia que mantendrá una agradable calidez en tu interior. Del destino aleatorio y muchas veces cruel, que a vec...