Al rato de darse una pequeña y merecida siesta, después de haber vivido esa perfecta primera vez juntos, Vicente se despierta para descubrir que su hermosa novia lo mira con todo el amor del mundo en sus ojos.
Ella lo besa enseguida y él se encarga de corresponderla sin perder tiempo.
Es la franca necesidad de sus almas por conectarse otra vez.
Cuando sus labios se separan, sus ojos preservan esa conexión. Comienzan las caricias a sus rostros, como diciéndole al corazón a través del tacto, que no es un sueño. Que, de tanta incertidumbre y trágicas consecuencias posibles, se dio la única que realmente deseaban.
-No puedo creer lo hermosa que eres -dice Vicente dejándole un besito en aquel tímido lunar bajo el ojo derecho de Sofía. Ese al que se debe descubrir moviendo a un lado el cabello que cae sobre su rostro.
-¡Ay! ¡¿qué me dices, amor?! -reacciona la chica habiéndose visto con la guardia baja.
Es hermosa, claro que sí, y ella lo sabe, por supuesto, pero no lo cree importante. Para lo único que le ha servido siempre es para llamar la atención de personas indeseables. En esta ocasión, no obstante, llama la atención de la persona correcta, y se siente increíble.
-Es cierto ¡lo eres! -insiste Vicente con un ánimo tan dulce en su voz que ella desiste de subir su guardia.
Alguna vez Ramiro le dijo que una chica hermosa no necesitaba oír lo obvio de serlo. Quizás no, pero hacérselo saber es toda una dulce necesidad para él.
Hace apenas unas horas estos chicos se morían de dolor. No hay explicación racional para la velocidad con que viven sus sentimientos.
-¡Dios! ¡Cuánto te amo, mi Vincent! -se confiesa la chica cuyo corazón nunca estuvo más seguro de algo.
El muchacho Santacruz la escucha. La mira. Esa carita pálida que no puede evitar el rubor, esos ojos almendrados de gatita mimosa, aquellos labios violetas que saben besarlo y decirle las cosas más fascinantes. Creyó que Sofía no lo querría amar. Llegó a creer también que era perversa y demoníaca. Y la odió como se odia a la misma muerte cuando comete la injusticia de quitarle a alguien la razón de seguir viviendo.
Cuánto ha experimentado y aprendido de la vida en tan poco, sin embargo, tiembla de nervios ante esta hermosa chica que le profesa su amor. Y no puede haber mejor momento para corresponderla. Su corazón se incendia por ella.
La vuelve a besar. Y como pasara antes, sus lágrimas se encuentran en la unión de sus mejillas.
-Mi chiquito precioso -se refiere Sofía entre sollozos, con ternura y emoción, a su enamorado.
Se ríen adorablemente avergonzados sin apartarse. Hay alivio y un profundo cariño palpitando en sus pechos.
-Mi Vincent, tú... ¿tienes confesiones para mí? ¿O solo yo he venido ocultando mis vergüenzas entre los dos? -pregunta Sofía rogando que él le confiese algo con lo qué equilibrar su situación.
-Mmm... -Vicente se toma un momento para pensar.
Sofía se recuesta en su pecho. Nunca se ha sentido tan apreciada.
-Estoy pensando, chiquita. Sé que debe haber algo, pero no puedo recordar nada ahora mismo.
-Nu te preocupes, chiquito -le dice ella con un un beso en la barbilla-. En verdad no hace falta.
Mientras acaricia su cabello, Vicente encuentra algo que confesar:
-Tengo algo que contarte. Es un tema que debo solucionar con Rami.
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Lujuriosos Píxeles de Medianoche
RomansaUna chica audaz, víctima de sus secretos y un muchacho noble, en la constante lucha contra sus circunstancias de vida, compartirán una historia que mantendrá una agradable calidez en tu interior. Del destino aleatorio y muchas veces cruel, que a vec...