EXTRA: Los aliens... ¿existen?

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Bueno, sorpresa! Hice esto y no se si haré más o lo dejaré así. Pero me divierte esto, así que no se qué deciros jajajjajaja espero que os guste esta chorradita,

Junn

Sia tenía un plan. Bueno, muchos planes, y la mayoría acababan en desastre. ¿Pero este? Este era de los buenos.

Sus ojos bicolores brillaron ante el enorme despliegue de información que tenía sobre su mesa. Había conseguido que David le entregara toda la información que pudiera y que no fuera ilegal, sobre varios casos de aliens.

Se recogió el pelo de forma desordenada como siempre hacía y se remangó la sudadera de Stratovarius que había conseguido por eBay. A sus doce años, Sia no se daba ninguna clase de importancia a su aspecto físico. Era pequeña, delgada, con una ingente cantidad de pecas por todas partes y mirada desdeñosa. Su cara era suave, redonda y con hoyuelos en sus mejillas.

Una "dulce y linda" omega.

Sabía que, objetivamente y gracias a sus genes, era guapa. Pero la verdad es que ella ignoraba cualquier tipo de cumplido que se asociara a su físico. Lo que más valoraba era su ingenio. Y, oh, eso lo había heredado definitivamente de su madre.

Era una persona malhablada, sarcástica, escéptica y borde. No soportaba perder el tiempo ni que se lo hicieran perder. Era impaciente y gruñona. Y, aún y con todo, también tenía una pequeña vulnerabilidad.

Dicho punto flaco se encontraba, en ese momento, sentado en su silla gamer, con esos enormes ojos verdes, mirándolo todo.

Porque sí, Sia amaba a su familia con fiereza, con fuerza y dedicación. Pero a quien más quería era a su pequeño hermano Eddie. Desde siempre, los trillizos habrían destrozado a cualquiera que intentara hacerle daño al chico de ojos verdes: Sia con la palabra, Alec con los puños y David de cualquier manera no legal que pudiera encontrar y arruinar.

No por nada, en el colegio les tenían un pavor inmenso. Alec estaba en el equipo de fútbol americano y se había recibido como Alfa, con lo que auguraba un tamaño considerable y ya de por sí, contaba con una enorme fuerza física. Era una persona bastante afable y despistada la mayor parte del tiempo, pero tenía un lado totalmente violento y caótico que hacía temer el estar cerca del chico en ese momento. Harry tuvo que meterle a boxeo cuando le dio una paliza a un chico del equipo contrario tras un encontronazo después de un partido.

David era... David. Sia no comprendía del todo cómo funcionaba la mente de su hermano, porque dudaba que nadie más que Louis pudiera. Era un alfa con un carácter tranquilo y pacífico. Demasiado. Siempre. Tendía a estar continuamente rodeado de tecnología, había creado hasta un maldito holograma que usaba a modo de calendario y le avisaba de todo lo que tenía que hacer en el día. Incluso lo usaba cuando tenía que mandarles mensajes a las habitaciones de sus hermanos. Le había acabado elevando varios cursos, pero ya les habían dejado caer que a los catorce le permitirían ir a la universidad.

Malditos frikis, Sia de verdad los amaba.

Pero, y eso era consensuado por los trillizos, todos y sin excepción, tenían un favorito. Y ese era Eddie.

Tenía ya seis años y era muy pequeño. Enormes ojos verdes moteados, pequeña y respingona nariz y piel pálida. Sia no recuerda cómo es su pelo, porque siempre está tapado debido a la quimioterapia, pero estaba segura de que era hermoso, como todo él.

Cuando tenía dos años de edad fue diagnosticado con leucemia. En ese entonces, cuando su hermano empezó con la quimioterapias, supo que nunca querría a nadie como le quería a él. Ella se había encargado, a su manera, de protegerlos a todos. Dormía con Eddie casi todas las noches, ayudaba a sus padres con todo lo que podía.

Código binario (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora