CAPÍTULO V

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Freya Medvédev.

Está de más explicar por qué Smirnov se separó de mi cuerpo como si tuviese lepra. Dejo de besarme y tocarme y se distancio a unos metros a distancia. Le regale una mirada confundida, él me miro con asco y repulsión.

—¿Novio? —pregunta con repudio en su voz.

Asiento lentamente acomodándome el cabello. Lo peino entre mis dedos con elegancia.

Se acerca peligrosamente a mí tomándome del cuello y estampándome contra el frío mármol, me quedo sin aire al instante y mi cabeza duele por el golpe, mis ojos parecieran que se saldrán de las orbitas y mis tacones no tocan el suelo.

—Tú. No. Puedes. Tener. Novio —aclara lentamente, no puedo modular ya que me aprieta las cuerdas vocales —. ¿Entendido?

No respondo.

—¡¿ENTENDIDO?! —asiento como puedo.

Huele mi cabello y pasa la nariz por mis labios, ve los moretones con algo de furia y decide soltarme cuando comienzo a ponerme morada.

Se va dejándome en el suelo intentando recobrar la respiración, ruedo los ojos y me pongo de pie tomando mis cosas con molestia.

Detesto este maldito circo.

Igual yo, no soporto fingir ser inofensiva.

Cuando estoy por marcharme del baño de profesores siento como tiran mi cuerpo a un costado y me tapan la boca. Aquí no por favor, fijo mis ojos en el negro intenso de Tobías Volkov.

Él me sonríe juguetón y ruedo los ojos intentando marcharme.

—Vamos señorita Medvédev, se besa con sus alumnos ¿Por qué conmigo no? —hace un falso puchero.

—Ni pienses en decir nada de lo que presenciaste Volkov. —me reta con la mirada —L-lo que viste fue un error.

—Tss. Eso tuvo que doler amigo mío, ¿Ha dolido Smirnov? —Maxim sale de un rincón oscuro del salón con su típica cara de pocos amigos.

Se ve enojado y a la vez decepcionado, y es justo como quiero que se sienta.

[...]

Me encuentro en el estudio junto a Dasha, ella me pide consejos para sus fotos profesionales que determinaran si será la nueva socia de la empresa de modelaje.

Esta de más decir que con la mayor de las hipocresías le digo que todas están hermosas, de hecho, lo son, no tanto como las mías.

Saco muchas fotos para empresas de lencería, luego para las de perfume y por último voy a mi oficina a editar algunos álbumes.

Me siento estresada, y a la vez irritada, no sé que hacer conmigo misma y el porqué no puedo concentrarme a hora de trabajar. Mi mente sigue rondando una y otra vez en Maxim, su rostro, su decepción, sus besos, es mi alumno, se supone que no debo. Pero, el que sea prohibido me atrae aun más.

Maxim es de esos hombres que te cautivan por completo, que con solo una mirada te lleva a ver las estrellas y con un beso las bragas se deslizan por tus piernas solas. Su apellido grita peligro al igual que toda su aura, no hay nada en Maxim que no sea riesgoso.

No tuvo la necesidad de desnudarme para excitarme, ni el atrevimiento de tocarme a fondo para ver que tan estimulada me encontraba, él fue seguro de sus actos.

Bufo molesta por el rumbo de mis pensamientos y decido dejar en pausa las ediciones e irme a recostar en el sofá de la oficina. Me acomodo tranquilamente y me quedo observando al techo un rato largo.

Smirnov  [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora