Capítulo XIII

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Freya Medvédev

Mis pasos resuenan en cada parte del edificio, hoy no soy Freya, soy Lilith, una dulce y para nada inocente muchacha, cabello castaño, ojos verdes. Facciones distintas. Lo he dicho una vez y lo repito, por más que cambie mis rasgos faciales, nada cambia mi figura, y aquello me delata.

Por ello llevo una faja en mi busto, que hace disminuir mis pechos, no tanto, pero logra su objetivo, llevo ropa holgada oscura, un collar de san la muerte, y pantalones de pijama.

Entro a la oficina mas prestigiosa con estas pintas, y aunque me da vergüenza vestirme de esta manera se muy bien que es parte de la fachada, Lev Smirnov, mi próximo objetivo, él más difícil de manipular, el mayor y el más insaciable.

El susodicho levanta su mirada y me observa sobre sus lentes, se ve sexi. Carraspea queriendo que me retire, coloco mi mirada más inocente.

—H-hola, soy Lilith —saludo fingiendo timidez, es algo estúpido que no vea quien en realidad soy, pero confió en mi estilista y mi mano derecha plenamente.

Observa esperando que hable —Vengo en representación de mi padre, Abraham Abramov. Me ha dicho que debo firmar unos papeles de su parte.

Él se pone de pie, y va hacia una biblioteca a buscar dichos papeles. Lev es alguien inteligente, podría jurar que es el hombre que no piensa con la polla, cauteloso y sensato. Su cabello negro brilla con las luces blancas.

Tira los papeles en el escritorio, se muy bien que no puedo jugar la carta de seducción con él, no puedo mostrarle mi cuerpo y esperar que se tire a mis pies como sus hermanos, a uno lo atraje con mi belleza, al otro con mis secretos, y al ultimo con algo más poderoso, mi inteligencia.

Así como Lev es alguien racional, yo lo soy más. Porque siempre puedo fingir algo que no soy o crear una nueva personalidad, eso es lo bueno de ser una KNIFE. Pronto sabrán el significado de aquella palabra.

—Tendré que leerlo.

Él coloca los ojos en blanco y se sienta nuevamente a ignorarme, no ha dicho una palabra. Sé muy bien que Lev es un estafador, alguien que juega con la necesidad de las personas, y por ello se muy bien que el contrato tiene trampas y letras pequeñas, y aunque me subestima por mi apariencia voy a demostrarle que hace muy mal.

Luego de minutos leyendo el supuesto contrato, que claramente con sinónimos y trampas afirma que todas las tierras de mi supuesto padre estarán en sus manos y que Abraham Abramov no podrá hacer nada en contra de ello. Su cultivo de café será remplazado por un campus privado para sus negocios sucios.

Levanto la mirada, él teclea en su computadora.

—Esto no es justo, no es lo que afirmaste con mi padre, y no hace más que perjudicarnos. —levanta la mirada clavándola en mí, sus ojos eléctricos hacen que me acomode en mi lugar.

—Hola Freya —mi respiración se atora, demonios.

Miro con nerviosismo a todos lados buscando una salida. Mierda, ¿Por qué mis planes nunca salen como quiero?

—No sé que ganas con venir a mi oficina haciéndote pasar como hija de un cliente. Ni me importa saberlo, quítate ese disfraz que no hace más que ridiculizarte —ordena.

Cambio de postura, a una mas narcisista, saco el polerón gigante que me cubría mi cuerpo, quedándome en un pequeño top que deja ver mis senos todo apretados.

Lo observo con mi mirada retadora esperando que suelte una palabra más. Se coloca de pie y se sirve un vaso de un liquido azul.

—¿Sabes lo bueno de tener un hermano mellizo? Que al compartir vientre, vida y crianza tienen una conexión increíble. Las sospechas que mi hermano tiene en ti, también las tengo yo, Dasha y Max serán muy idiotas al no tenerlas, pero nosotros somos mucho mas grande y con mas experiencias en zorras cazafortunas— y ahí, señoras y señores me hizo un clic.

Smirnov  [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora