Capítulo XI

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FREYA MEDVEDEV

La fiesta continua, mafiosos, políticos, y demás ratas delincuentes. El hermano del medio no para de mirarme con ojos ardientes, mientras el menor me toma de la cintura mirando a los prometidos bailar en la pista.

Dasha en cambio no le quita los ojos de Nicolay, tiene un Martini en sus manos y mantiene en sus labios una rodaja de limón, en cuanto su hermano mayor pone sus ojos en ella, sonríe como si eso fuese su objetivo, luego camina hacia las escaleras con paso lento y sensual. Minutos luego, Nicolay la sigue.

—Debo ir al baño —me hago la dulce para que no pregunte más y me retiro disimuladamente hacia arriba. Cada escalón es un paso más a un secreto Smirnov, adentrar a la red de esta familia repleta de oscuridad.

Al llegar a la planta alta, todo esta en silencio y en plena oscuridad, solo iluminado por apenas una luz tenue, camino adentrándome en una pequeña sala de estar, me escondo de sus miradas en cuanto los veo charlando a susurros en el medio de aquel oscuro hall.

Él le toma el brazo con agresividad, como reclamándole algo, siguen murmurando cosas que no logro entender. Y a rastras se la lleva a un pasillo, los sigo sigilosa como una leona, los veo nuevamente discutir nuevamente, cosa que se me hace rara, los hermanos no discuten de esa forma.

Todo se encuentra medio tenso, ellos pelean en susurros hasta que el mismísimo Nicolay Smirnov le planta un beso en los labios a su hermana menor. Una respiración llena de asombro se me escapa por lo cual me tapo la boca.

Mis ojos se van a salir de sus orbitas mientras que Dasha se monta encima de su hermano besándolo fugazmente, entran a una habitación dejando la puerta entreabierta, primer error. De puntillas camino hacia allí sacando mi móvil.

Comienzo a grabar en cuanto se comienzan a desvestirse, ella se le trepa encima mientras él le devora su cuello. Pronto vuela su vestido, la remera de él, y luego quedan los dos completamente desnudos, devorándose como dos animales, como si el pecado de ser hermanos y comerse como animales fuese algo impune. En cuanto comienzan las penetraciones fuertes y profundas los gemidos de ella fueron incontrolables, aunque el hermano mayor le tapaba su boca se escuchaban de igual forma.

Termino la grabación segundos antes que lleguen al orgasmo y con una sonrisa triunfante me alejo de aquella escena.

Bajo cada escalón con una sonrisa y me encuentro a Max al final de mi recorrido. Me sonríe tomando mi mano y plantándome un beso en el cachete.

—Profesora Medvedev —me burla y golpeo su hombro revoleando los ojos.

La noche esta por terminar, mi abrigo está en mis hombros preparado para irnos, Max toma mis hombros guiándome hacia la salida.

—Hermanito —aquella voz gruesa e imponente se escucha a nuestras espaldas.

Max voltea y comienza a hablar con el gran Lev Smirnov, él es la pieza más importante en mi juego de ajedrez, él es el sacrificio y la razón.

Lev como todo ruso engreído no se dirige hacia mí, sino que me ignora. Lleva un traje de color vino, con una pañoleta roja y bien peinado hacia atrás. Cabello negro, aunque no parece su color natural, ojos azules cautivadores, labios carnosos y mandíbula marcada. Su porte, es de esos hombres que jamás pero jamás se sentarían con las piernas cruzadas, ni se pararía de forma en la que lo haría una mujer, aunque las poses no tengan genero para los rusos sí.

Nicolay en cambio es todo lo contrario, cabello rubio oscuro casi negro, ojos grises, labios finos y mandíbula marcada, viste de un traje negro con su compañera a su lado vestida de lila, es bonita, no tanto como su hermana por lo visto. El hermano mellizo de Lev es todo lo contrario en personalidad, su aura es más burlona, misteriosa, y menos seria, tranquila y relajada como si él supiera los secretos de todos, pero nadie los de él.

Smirnov  [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora