Capítulo XV

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Freya Medvedev

—Que todo marche según lo que ella quiera, si nos quiere a los cuatro, nos tendrá, así como fue uno por uno, nosotros iremos uno por uno contra ella. Démosle lo que quiere sin que se espere que ella nos dará lo que queremos. Ya saben que hacer, recuerden nuestras reglas, fin de la reunión.

El tono que indica el fin de la llamada se escucha, el grifo se apaga y de puntitas y sigilosamente corro hacia la cama nuevamente. Al taparme con las sabanas no puedo evitar sonreír, tengo a los hermanos, a los cuatro, y lo mejor es que ellos mismos me facilitaron el trabajo.

Uno por uno ya es mío, no porque quisiese, sino por orden del mismísimo Lev.

—¿Estas despierta?

No respondo, finjo dormir y siento como se sienta a mi lado y acaricia mi cintura. A los minutos siento como su presencia se viste y se retira dejando un silencio completo en la casa.

Marco aquel número con una sonrisa.

—Los tengo, ya sospechan de mí, tal como ordenaste.

—Mañana, misma coordenada, misma hora.

[...]

Salgo del lugar algo apresurada siendo escoltada por cuatro gorilas, giro mi cabeza hacia atrás parándome un segundo en el medio del asfalto y la observo, con su cabello perfecto y su traje formal. Su mirada fría, helada me observa desafiante unos segundos.

Continuo mi camino con los gorilas detrás, a mi alrededor no hay mas que montañas heladas, lo nieve cae en mis pestañas y poco a poco me voy alejando de la cueva hasta llegar al jet. Estoy por pisar el avión privado que me pusieron a mi disposición cuando una avalancha de balas impacta en los guardias detrás de mí.

Con la adrenalina recorriendo mis venas subo protegiéndome de las balas y rodando en el piso, como puedo agarro la metralleta y comienzo a disparar sin ver absolutamente nada, los disparos cesan por lo tanto los míos también.

Salgo armada del avión cubriéndome, los escoltas están muertos y si no tuviera entrenamiento pensaría que el enemigo se retiró, pero puedo escuchar la paleta del rotor del helicóptero moverse detrás del jet, y con sigilo camino hacia un lugar libre a disparar.

Comienzo a disparar apenas tengo el ángulo correcto, las balas impactan con el avión brindado delante de mi y pronto comienza a descender al suelo estrellándose y prendiéndose fuego en el proceso. Subo nuevamente, rápidamente marco su número.

—Me emboscaron apenas quise subirme a mi trasporte —hablo seria.

—¿Viven?

—No, y tus hombres tampoco, manda a limpiar este matadero.

Cuelga.

[...]

Llego a mi hogar exhausta, al abrir la puerta pateo una especie de carta blanca, rezongando la levanto y abro.

"Se le informa a la señorita Freya Medvedev que por razones legales le informamos que dentro de dos días debe abandonar el departamento en condiciones impecables y ..."

No puedo seguir leyendo ya que mi indignación no me lo permite. ¿Razone legales? Si he pagado lo acordado en tiempo y fecha, el acuerdo no dicta esto, grandísimos hijos de perra. Arrugo la nota en mis manos totalmente fuera de mí. Esto le puede pasar a alguien normal, una persona trabajadora normal que paga sus cuentas. Pero a mí, justo a mí no, no sin tener un motivo detrás.

Escucho a alguien toser y al darme media vuelta me encuentro a Maxim nuevamente, lleva un traje formal, y va despeinado. Ve mi rostro enojado y la carta arrugada en mis manos.

Smirnov  [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora