Capítulo XVI

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Nicolay Smirnov

Doy una calada a mi cigarro mientras repaso el paisaje frente a mí, la nieve cubre por completo la naturaleza, dando paso a montañas, árboles e incluso ríos totalmente congelados. A las afueras de la pequeña ciudad de Vorkutá hay un pequeño bosque, donde se encuentra mi pequeña cueva, donde surge la ciencia.

Este pueblo ahora abandonado gracias a mi hermano se está por enfrentar a una bomba nuclear devastadora para la sociedad rusa, tanto así que es capaz de destruir las fronteras y sus respectivas ciudades limítrofes, por lo tanto, esta zona de Rusia fue evacuada con éxito.

Termino mi tarea y nuevamente me instalo en mi oficina por horas y horas. Tuvimos que mover el laboratorio de lugar, el anterior se encontraba en Anadyr, totalmente alejado de cualquier humano que quiera husmear en el terreno más peligroso de Rusia, lástima que esta ciudad tan bella fue encontrada por la mismísima hija de perra de Hela Queen, la muy cobarde mandó a su gente a devastar mi laboratorio junto con la población rusa de aquella ciudad, sin nada de culpa simplemente asesinó familias, niños, animales, todo con tal de destruir nuestro avance. Lo que no tuvo en cuenta es que somos rusos y estamos en todas partes.

Hago anotaciones de cada reacción química de mis componentes, intento concentrarme las próximas cuatro horas, pero unos ojos de distintos tonos vienen a mi mente, no puedo evitar pensar en su cuerpo encima del mío, nuestras pieles rozando y nuestros labios mordiéndose el uno al otro, los miles de posiciones en la que la pondría y aunque lo niegue esa mujer me trae con un humor de perro dado a mi frustración de no poseerla aún.

Luego de otras cuatro horas intensas el reloj marca las doce de la noche, con mi abrigo de piel animal me encamino hacia la pista de aterrizaje donde se encuentra ya listo mi avión. Antes de subir miro al encargado del punto rojo.

—Mucho cuidado italiano con lo que harás de aquí hasta que regrese, quiero un informe de avance todos los días a la misma hora. Encárgate de seguir al pie de la letra cada cosa que deje marcada en el libro, o tu familia pagara caro —Sonrío al ver su cara de susto y subo a mi respectivo avión.

Una vez por semana vengo a controlar cada cosa que pasa en el punto rojo, salidas, entradas, reacciones, cálculos, todo.

Pasadas las cuatro de la mañana aterrizo en mi bella capital, mi hermosa Moscú rodeada de luces y de tecnología avanzada, con su frío tan característico. Llego a la mansión Smirnov con mi pequeño bolso y abrigo, al entrar puedo presenciar esa acogedora temperatura y el silencio perfecto que siempre tuvo la mansión.

Mansión de Dimitri Smirnov, aunque actualmente no lo podríamos llamar hogar, en nuestros tiempos fue un lugar seguro al que ir cuando nos encontrábamos perdidos emocionalmente. Está rodeada de una alta seguridad, de cámaras y un sistema alto repleto de tecnología, puertas con código, con huella dactilar, con reconocimiento facial, proyecciones cuando y donde queramos, armas de todo tipo y con tecnología jamás vista. Todo hecho por nuestros antepasados y mejorados por nosotros. Cuatro simples hermanos que al ojo público son de los más billonarios empresarios, científicos y artista más reconocidos del planeta entero.

Al entrar a mi habitación el olor dulce de perfume de mujer llega a mi nariz. Dasha mi pequeña hermana se encuentra acostada en mi cama, con solo una remera mía puesta y tapada con una ligera sabana, sus ojos cerrados, su respiración tranquila y su boca semiabierta le dan un aire inocente, como si de una muñeca de porcelana se tratara.

Despojo mi ropa de mí y me acurruco a su lado como lo hemos hecho desde pequeños, cuando Dasha oía cosas que no deseaba, gritos de lamentos y llantos, ella solo venía a mí, con su pequeño peluche en forma de conejo, su pijama de princesas y su cabello rojo en una trenza.

Smirnov  [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora