Capítulo 16

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Capítulo 16 "Pecado y condena"

Emmaline Rose 

Despierto cuando los rayos del sol se filtran de manera irritante a través de las ventanas. Gruño despacio ante la luz molesta calando en mis ojos. Me incorporo lentamente en la cama, observando desconcertada el lugar donde me encuentro. La extraña habitación es grande y espaciosa, decorada de una forma sencilla con un estilo clásico italiano. Mi cabeza palpita dolorosamente mientras intento ubicarme.

Vagos recuerdos invaden mi mente. Mi beso con Ash. Nate llegando al club como una bestia. Una pelea. Nate y yo abandonando juntos el club... y nada más.

La mañana no deja de traer sorpresas cuando un hombre sale de una puerta contigua, cubierto solamente con una toalla alrededor de sus caderas.

­­—La pequeña dormilona por fin ha despertado —Se recarga en el marco de la puerta con una sonrisa ladeada que no tarda en acelerar mi corazón.

Nathaniel en traje es una adicción, pero verlo a primera hora de la mañana recién salido de la ducha es un afrodisiaco para la vista. Pequeñas gotas de agua recorren lentamente su amplio pecho en exhibición, perdiéndose debajo de la toalla. No puedo evitar imaginar cómo sería lamer alguna de esas gotas.

—¿Te gusta lo que ves? —Su voz engreída me saca de la fantasía.

—¿Por qué estoy aquí? —evito su pregunta, negándome a alimentar su ego­­— ¿Qué pasó anoche?

—¿No lo recuerdas? —inquiere burlón— Anoche te arrojaste directo a mis brazos rogandome que te sacara del club, luego declaraste tu intenso amor por mí y terminaste rendida en mi cama.

No puedo distinguir si lo que dice es verdad o se trata de una simple broma porque no recuerdo mucho después de salir del club. Mis mejillas se enrojecen de vergüenza al pensar en las ridiculeces que debí hacer anoche, ¡¿declararle mi intenso amor por él?! ¡¿acaso estoy loca?!

Mi cara debe ser un completo poema a juzgar por la risita que suelta a costa mía. Toco repetidamente un mechón de mi cabello, intentando apaciguar mi bochorno.

—¿Acaso tú y yo...? —Desvío la mirada sin conseguir terminar la pregunta. Después de todas las cosas que ha dicho que hice ayer, no me sorprendería saber que nos enrollamos.

—¿Follamos? —niega con la cabeza— No tuviste tanta suerte.

Al no creer en sus palabras, subo tímidamente las sábanas que me cubren, descubriendo mi top y mi falda en su lugar. Nate sigue mis movimientos con la mirada, con una expresión dulce en su rostro, como si de alguna manera se preocupara por mí y mi bienestar.

—¿Cómo te sientes?

­­—Me duele mucho la cabeza ­­—gruño adolorida­­—. Y estoy un poco mareada.

Enseguida cambia su gesto de preocupación por uno de reprimenda.

­­—No te sentirías así si no te hubieras bebido el bar completo del club ­­—Me lanza una mirada furiosa que me hace sentir como una niña que hizo algo malo.

­­—¡No digas más! —Llevo mi manos a mis sienes con sufrimiento.

—Toma las aspirinas que te he dejado —señala la mesita de noche junto a mí—. Luego puedes tomar una ducha, eso te animará.

No tengo la energía para pelear con él, así que bebo las aspirinas, disfrutando del agua fresca bajando por mi garganta seca y me levanto de la cama con desgano.

—No tardes, el desayuno estará listo pronto —palmea juguetonamente mi trasero antes de que pueda cerrar la puerta del baño.

Como siempre, mi reflejo en el espejo no es lo que esperaba. Cabello completamente enredado, maquillaje corrido y cara demacrada. Había olvidado las terribles consecuencias que traía el alcohol.

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