Capítulo 8

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Capítulo 8 "Sin reservas"

Nathaniel Blake

Escuchar esas dulces súplicas saliendo de ella, logra empalmarme aún más si es posible.

Me pierdo en la suave piel de su cuello, dejando un rastro de besos húmedos y succionando lo suficiente para dejar una marca en ella. Bajo por su clavícula hasta llegar a su pecho. Sus duros pezones traspasan su vestido, dejando entrever que mi pequeña atrevida no utiliza sujetador.

Molesto por la interferencia, tomo la tela del vestido y la rompo de un tirón, dejándola expuesta de cintura para arriba. Emma se sobresalta por mi acción y cohibida por mi hambrienta mirada, ella intenta esconder sus bonitos senos de mí, tapándose con sus manos. Tomo ambas manos y las sujeto encima de su cabeza.

—Dejemos una cosa clara —declaro con voz ronca—. Mientras estés conmigo no tienes por qué ocultar nada, ¿entiendes?

Asiente con las mejillas encendidas. Ahora que no hay nada que interfiera entre nosotros, me deleito con la vista de su cuerpo en exhibición. Sus pechos no son ni tan grandes ni tan pequeños, tienen el tamaño perfecto para complacerme. Lucen apetitos y delicados, con pequeños pezones rosados que apuntan hacia mí con dureza.

Bajo mi cabeza hasta uno de sus pechos, besando y succionando su pezón mientras magreo el otro con mi mano libre. Su cuerpo se agita por mis atenciones, soltando sonidos que no hacen más que aumentar mi necesidad por ella. Me urge que esté en mi cama, húmeda y jadeando mi nombre.

Sin poder esperar más la levanto al estilo nupcial y la llevo directo a mi dormitorio. Cierro la puerta de una patada y la dejo de pie a un lado de la cama.

—Vamos a terminar de sacarte de ese vestido.

No me importa inclinarme hasta quedar arrodillado ante ella. Emma mira hacia abajo con sus preciosos ojos de ciervo, esperando mi siguiente movimiento. Antes de quitarle la tela hecha jirones, me entretengo acariciando sus piernas, subiendo y bajando con roces lentos. No me limito a tocar. Escucho como suelta un gritito cuando doy un mordisco en su muslo interno.

Sujeto ambos extremos del vestido antes de sacarlo de sus piernas y lanzarlo por la habitación. Mira lo que resta de la tela tirada en el suelo con mirada triste.

—Me gustaba ese vestido —Me reprende.

Me encojo de hombros, debo admitir que se veía hermosa en ese vestido pero luce un millón de veces mejor sin él. Era un sacrificio necesario.

—Te compraré más.

Queda frente a mí únicamente vestida con unas braguitas de encaje negro y sus tacones de aguja.

Aún arrodillado, deposito un beso en su vientre mientras bajo la única prenda que me impide verla completa. Había fantaseado muchas veces con este momento pero mi imaginación no hacía justicia a la belleza que tengo frente a mí. Su piel bronceada queda completamente al descubierto, luciendo como una diosa ante su más fiel sirviente.

Emma no lo sabe, pero dejé de tener el control sobre mi vida desde que la vi, podría pedirme cualquier cosa y yo no le negaría nada.

Doy un primer vistazo a su coño afeitado y lo único que quiero es probarla. Lamo, beso y mordisqueo con destreza su clítoris. Los suspiros que salen de su boca entreabierta sólo me animan a continuar. Ella no es la única que disfruta, me encuentro jadeando y gruñendo extasiado por su afrodisíaco sabor. 

Un momento después, los espasmos se hacen presentes en ella y se que está a punto de tener un orgasmo. Acelero mi ritmo, saboreando sus gritos y bebiendo todo lo que ella me da.

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