XXII

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Eran las cinco de la tarde del viernes y Jisung todavía pensaba seriamente en si podía utilizar la ley de atracción a su favor y evitar pasar más tiempo fuera de su casa rodeado de compañeros. Y con esto se refería a que estaba cumpliendo el castigo que se le había asignado por robarle la libreta a Mínho y de paso sufría las consecuencias de haberse dejado llevar por su orgullo.

Suspiro frustrado atandose el delantal en la parte trasera de su cintura y alrededor de su cuello. Miró como algunos alumnos pasaban por ahí solo a pedir un café y nada más, y otros se sentaban en las mesas a comer tostadas o algún otro alimento que, claramente, Jisung era incapaz de cocinar.

Siendo sincero, no se realmente que tengo que hacer.

Apoyó sus manos estiradas en la mesada para atender clientes y miró de manera general el ambiente que le rodeaba.
La cafetería no era muy grande, pero era espaciosa para la cantidad de alumnos que la recurrían. Estaba decorada con tonos marrones oscuros y luces amarillas colgando del techo, le daban un ambiente muy rústico para ser una cafetería. Jisung bajó la mirada a la mesada y miró sus manos, notando las uñas mordidas por el que, tiempo atrás, había dejado el hábito y ahora lo había traído de nuevo a la actualidad.

—¿Jisung? ¿Han Jisung? —Preguntó una voz suave en su espalda, el menor se dió la vuelta dedicándole una mirada a la chica de cabello corto hasta los hombros y tonos azulados.—Mi nombre es Shin Ryujin, un gusto. Soy la encargada de la tarde de este lugar, me dijeron que hoy vendría alguien a ayudar.

—Hola. —Saludó el menor educadamente.—Si, soy yo. ¿Hay tareas asignadas?

—De hecho, si. Hay algunas mesas que todavía no fueron atendidas, te agradecería si me das una mano con algunas de ellas. —Pidió Ryujin, señalando los lugares en cuestión. Jisung asintió con una sonrisa algo forzada y se retiró a la primera mesa.

—Buenos tardes, ¿Que se les gustaría comer o tomar? —Preguntó Jisung, mirando a la pareja que charlaba animadamente.

—Dos café medianos estarían bien. Cortados, porfavor. —Asintieron ambos, Jisung solo les dedicó una afirmación con la cabeza y se retiró a la cocina.

Y ahí se quedó, mínimo, dos minutos mirando la máquina que tenía al frente. Buscó rápidamente con su mirada a Ryujin o alguna fuente de ayuda, pero solo estaban el y la súper máquina de café que ni un manual de instrucciones tenía.

—¿Cómo es posible que ni siquiera una figurita con dibujitos tenga está cosa? —Preguntó el castaño girando la máquina para buscar con su mirada alguna ayuda.—¿Será táctil?

El menor apretó un botón rojo y la máquina hizo un sonido llamativo indicando que se había encendido. Bueno, paso número uno, listo. Ahora, ¿Cómo se suponía que debía continuar?

Colocó, por su instinto, una taza blanca mediana encima de la rejilla dónde, también por sus propias conclusiones, creyó que se iría el líquido en caso de que se rebalsara.

—¿Que tal? Hasta parece que sé que es lo que estoy haciendo. —El menor sonrió con orgullo mirando con sus brazos cruzados todo lo que había hecho. Bueno, no había hecho mucho que digamos, pero se sentía orgulloso igual.

—Tienes que colocar la leche en el recipiente vacío que está al costado y apretar el botón que tiene el dibujito de un café mediano. —Le indicó una voz a sus espaldas. Jisung asintió sin mirarle y comenzó a seguir sus instrucciones con agradecimiento.

—Gracias, la verdad es que...—Jisung cargó la leche y se detuvo antes de colocarla en la máquina justo cuando reconoció aquella voz.

La vida me detesta.

Arcade Love - [Minsung] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora