Capítulo 14

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" El saber lleva al poder, el poder a la avaricia, y la avaricia a la maldad."

Algo en mi interior ya estaba en paz, pero mis pensamientos jadeaban asustados

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Algo en mi interior ya estaba en paz, pero mis pensamientos jadeaban asustados.
"Hugo, Alejandro, Laia, ¿dónde estáis?"
Mi mirada volaba en el aparcamiento, se posaba en el cuerpo inerte a mis pies y buscaba entre la sangre un rastro de ellos. 
Cuando vi el monovolumen y empecé a correr hacia él la herida de mi cabeza volvió a despertar y me impidió acelerar.
Cuando estuve más cerca pude ver a una señora apuntar a Hugo con una escopeta, sentada en el suelo, y a Laia y a Alejandro atados en el suelo pegados al monovolumen.
Aún estaba lejos, así que quise avanzar y acercarme más, pero me empecé a marear.
El dolor era demasiado.
- Vas a ser bueno y venir sin protestar ni hacer ninguno de tus trucos. - dijo la señora.
Ella tendría unos 40 y tantos años, el pelo muy canoso, y un uniforme de cazador que reconocí al instante.
- No vas a hacerme nada- dijo Hugo confiado- quieres demasiado el dinero que te darán por mi vida.
Ella cambió el cañón de la escopeta, para que me apuntase a mí.
Hugo me miró, y al ver mi herida vi horror invadir su rostro.
- A ella sí, no me vale de nada. Es muy poco el dinero que me dan por una simple Z.
"No sabe quién soy" pensé
- Vale, déjale, iré, pero no apretes el gatillo, por favor. - pidió Hugo, volviendo su mirada a la señora.
Ella quería llevarle a un campamento y él estaba dispuesto a volver por mí.
La señora bajó la escopeta, aunque me vio acercarme más. En ese momento, posó el cañón en el pecho de Hugo, justo en su corazón.
- Quieta.
Me paré a unos centímetros de ella, demasiados para tocarle pero muy pocos para no desatarme. Respiré hondo y dejé mi poder fluir, justo como antes. Dejé mis manos invisibles salir a buscarle.
De pronto, soltó la escopeta y yo la pateé lejos. Sus ojos eran vidriosos y me recordó a los de Muñoz, a Lucía...
Ésta vez no iba a entrar en sus recuerdos.
Se levantó y le cogí del cuello. Le pegué al monovolumen justo cuando noté que se iba de mi control y dije:
- Ahora vas a olvidarme, vas a olvidar ésto y vas a olvidarnos a todos los Z. Comenzarás a caminar, y no te detendrás hasta que no puedas caminar más. Entonces te sentarás y no te moverás, no comerás, no dormirás, no beberás. Sólo te quedarás allí, quieta. - Según hablaba iba implantando imágenes de ella en su cabeza haciendo todo lo que le decía, imaginaba sus arrugas, sus dobleces... Todo se lo implantaba a ella en la mente.
Cuando le solté vi cómo mi relato se hacía realidad. Empezó a caminar sin detenerse, hasta que le perdimos de vista.
Rápidamente, Hugo desató a Alejandro y a Laia.
Ambos chicos me miraban blancos, asustados, y vi mis ojos y labios azules brillantes en la ventanilla del monovolumen.
"Les he enseñado a Aqua" pensé, asustada.
- R-roxy tú eres...- murmuró Alejandro
- Aqua- completé en susurros- La FAZ que os sacó del campamento.
Mi vista se tiñó de rojo y me apagué. El mundo comenzó a bailar ante mis ojos y terminó su danza cuando todo se oscureció y me tocó el suelo del aparcamiento.
Mi último pensamiento antes de sumirme en la negrura fueron las palabras que una vez me había dicho Adam:
- El saber lleva al poder, el poder a la avaricia, y la avaricia a la maldad.
"¿Tendría razón?" "¿Seré mala?"

Un Secreto PeligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora