Hacía mucho frío, y yo no tenía nada con lo que taparme. La parte de atrás del camión olía dulce y ácido a la vez , como a fruta podrida. Allí solo había 2 cosas; la oscuridad y yo. Me habían atado manos y piernas con unas bridas muy duras que no me dejaban moverme, pero eso no era lo que más me molestaba. No sabía dónde estaba, o a dónde iba, solo sabía una cosa; que tenía que salir de allí. Por suerte o por desgracia, el viaje no duró mucho. Alguien abrió la puerta, pero había tanta luz q solo pude ver la silueta de un hombre fuerte. Ese hombre, se cargó mi cuerpo inmóvil al hombro y empezó a caminar hacia una especie de edificio rectangular. Sus pasos resonaban por el interior del gélido pasillo. Seguía haciendo frío. Mi bañador no podía protegerme de él y el hecho de estar mojada no ayudaba. El hombre me tiró al frío suelo de baldosas, y allí pude ver un cartel que rezaba "CUARENTENA".
-¿Dónde... e-estoy?- dije con voz temblorosa.
No hubo respuesta, mi única pista fueron una camilla y un montón de hombres y mujeres de batas blancas y ropa azul. El hombre fuerte que me sujetaba se acercó al hombre de bata blanca más cercano.
-¿Quién o qué es?- preguntó el hombre de bata blanca.
-A montado un buen lío en su casa, doctor Perozo, y creemos que ella ha sido la causante. Fue algo... Sobrenatural...- dijo el hombre fuerte.
Entonces, pude ver su uniforme negro y su cinturón lleno de objetos extraños. No conocía ninguno.
-¿Déjeme adivinar, algo... "sobrenatural"? Vamos Barker, eso lo hacen todos nuestros internos.- dijo el doctor Perozo.
-No es como los otros... pasó algo más- en ese momento, Barker se acordó de algo que le alarmó y le susurró algo más al oído al doctor Perozo.
Él se dedicó a reírse.
-¿Y quieres que me crea eso? Estos niños no pueden hacer cosas tan... Extremas.
- Tú llévala y hazle pruebas.
Aunque sólo tenía 6 años, sabía lo que estaba ocurriendo, puesto que siempre se me ha dado bien la medicina. Entonces, me retorcí en el suelo intentando soltarme, pero solo logré empeorar la situación.
- Está... ¿Consciente? ¿ No le has inyectado la droga?- dijo el doctor Perozo.
- Se le deben de haber... Pasado los efectos-replicó Barker.
En ese momento, ambos se acercaron hasta mi cuerpo atado y me subieron a la camilla.
-Que tenga un buen día- le dijo Barker con tono irónico al doctor Perozo.
-Usted también- le contestó el doctor Perozo.
Sentí un pinchazo en el brazo derecho y todo se volvió negro.
ESTÁS LEYENDO
Un Secreto Peligroso
De TodoAlgo ha llevado a la pequeña Roxy Spider a Pitruendo, un lugar de pesadilla... La duda le persigue y las interrogantes no dejan de aparecer. Va a tener que saber desenmascarar a sus falsos amigos sin descuidar a los reales y saber diferenciar entre...