El dolor de los que fueron compañeros

412 48 14
                                    

Esa noche Sasuke no conseguía conciliar el sueño. No es que fuera algo poco habitual en él, pero normalmente sus horas de insomnio estaban vacías de pensamiento, pues era una capacidad que había conseguido desarrollar a lo largo de los años para poder evitar las pesadillas posteriores. Sin embargo, ahí estaba, tirado en la cama pensando en Naruto sin poder hacer nada al respecto: "Ese idiota no puede estar más enamorado de mí ¿verdad?" pensaba con cierta tristeza. "...y seguro que cree que va a conseguir que yo acabe por corresponderle... ¿y luego qué? Será idiota." seguía mascullando para sí dentro de su propio cerebro. "Dios... voy a destrozarle cuando me vaya."

Sasuke se sorprendió. La primera vez que decidió abandonar la villa ni se le pasó por la cabeza el impacto que eso podría tener para las personas que se preocupaban por él. Mejor dicho, le daba igual. Entonces ¿qué era ese atisbo de angustia que acababa de sentir en el pecho al imaginarse el rostro descompuesto de Naruto al enterase de su huída? ¿Incluso el de decepción de Kakashi? Puede que solo fuera un signo de madurez, pero... ¿y si lo era de arrepentimiento? No podía permitirse dudar ahora, ya era demasiado tarde. Además, nada podía ofrecerle Konoha, más que a Naruto, y Sasuke ya había elegido la libertad para vengarse frente a él en su momento.

Envuelto en esta nueva angustia para él que era la duda, la cual no conocía desde la niñez, cayó en un liviano, confuso y oscuro sueño:

"Madre ¿por qué padre quiere a Itachi más que a mí?..."

"Lo siento, Sasuke, la próxima vez..." y sintió los dedos de Itachi clavarse en su frente como el frío recordatorio de todas las promesas incumplidas del mundo.

Todos están muertos... papá, mamá... Hermano ¿Por qué?... Todo está oscuro, solo hay sangre y ahora estoy solo. "Vuelve a mí cuando te hayas hecho fuerte" has dicho, pero no quiero quedarme solo... Hermano, no me dejes solo ITACHI NO TE VAYAS.

"Eres débil..."

Entonces Sasuke despertó envuelto en sudor frío y, como si estuviera poseído, empezó a destrozar todo cuanto había a su alcance, mientras gritaba una y otra vez: "¡Te odio!". Hicieron falta siete centinelas y dos jounin para reducirlo sin que hubiera heridos.

*

-Sasuke-kun... ¿estás seguro? -preguntó Orochimaru, con la voz y el rostro de Sutoku.

-Sí, me hicieron el chequeo médico ayer, que es cuando comprueban que el aparato funciona con normalidad. Y sólo me visitan una vez al mes desde que estoy encerrado. Lo que significa que tienes exactamente un mes para quitarme esto del cuello antes de que puedan notar que hay algo raro. -sentenció Sasuke.

-Muy bien... creo que dará tiempo. -susurró Orochimaru rodeando a Sasuke. -Yo también tengo noticias. Gracias a las imágenes de tu cuerpo por dentro ya he conseguido descifrar cómo funciona, tanto los jutsus que lo protegen como la forma en la que lo tienes implantado... ahora el único problema es cómo quitártelo sin que tu precioso cuerpo estalle. -soltó una leve risa antes de seguir hablando. -Para eso viene la parte que más me gusta de la ciencia: la experimentación. Como ya sé cómo funciona, puedo copiarlo e implantarlo en animales y humanos y... bueno, que empiece la fiesta. -volvió a reír, esta vez más fuerte. -Creo que voy a estar ocupado unos cuantos días en el laboratorio de mi guarida.

*

Unos días después Naruto volvió al Valle del Fin a ver el amanecer. No había ido desde el día en el que Sasuke pasó la tarde con él en su casa, pues sentía que había algo que se lo impedía. Era como si ya no necesitara acudir ahí para evocar viejos recuerdos plagados de impotencia y tristeza, pues el presente ya era demasiado. De todas formas, esa mañana se obligó a acudir, pues tenía miedo de que si se dejaba arrastrar demasiado por la situación actual, acabase olvidando todo lo que había pasado entre ellos... necesitaba seguir teniendo presente el dolor al que se exponía si seguía con todo ese sinsentido con Sasuke.

Además, por si fuera poco, toda esa calidez, esa complicidad, que creía haber compartido con él aquella tarde, se había desvanecido al día siguiente sin dejar rastro, de nuevo como si se hubiera tratado tan sólo de un buen sueño. Pero no lo había sido, Naruto no podía evitar sentirse ansioso e impotente al recordar a ese Sasuke despreocupado, casi cariñoso, como no lo había visto en su vida y que esa felicidad se le escapara entre los dedos ante sus narices, sin que pudiera hacer absolutamente nada para evitarlo, como si fuera la arena más fina del mundo.

-Naruto... -de pronto una voz que reconoció al instante le sacó de sus pensamientos y se dió la vuelta, completamente sorprendido.

-Sakura-chan... ¿qué haces aquí? -dijo todavía sin dar crédito mientras Sakura se acercaba a él y se sentaba a su lado.

-He ido a tu casa para preguntarte qué tal estabas, porque hace muchos días que no hablamos... y como no había nadie, he supuesto que estarías aquí. -explicó ella con una leve sonrisa y Naruto de pronto sintió una tristeza insoportable.

-Te echo mucho de menos... -susurró y se sorprendió a sí mismo de lo cerca que estaba de ponerse a llorar. Sakura le miró con lástima y volvió a sonreír.

-Y yo a tí... -dijo y le cogió de la mano antes de seguir hablando. -No quiero que dejemos de ser amigos, Naruto... no sé qué va a pasar con Sasuke cuando acabe el instituto, ojalá le liberen. Pero en lo que a tí y a mí respecta, somos el equipo de Kakashi pase lo que pase ¿me oyes? -Naruto asintió con lágrimas en los ojos y haciendo pucheros, intentando por todos los medios no llorar.

-G...gracias... -consiguió decir entre sorbido de mocos y principio de sollozo y Sakura no pudo evitar soltar una risa cargada de ternura.

-Por cierto... hablando de Sasuke... -comenzó a decir ella y el cuerpo de Naruto se tensó de pronto. -No soy estúpida, sé que él nunca me ha correspondido, pero tampoco tengo muy claro qué es lo que siente por tí... Sé que es algo fuerte, pero no sé hasta qué punto podría llegar a compararse con lo que tú sientes... -Sakura frunció el ceño y clavó una dura mirada a las grandes estatuas que habían presenciado la batalla de hacía tres años. -Lo que quiero decir es... que tengas cuidado ¿vale? No quiero que sufras otra vez.

Que fuera precisamente Sakura la que se preocupara por los sentimientos de Naruto hacia Sasuke era sin duda lo más injusto y triste del mundo y Naruto lo sabía. Sabía perfectamente que tendría que haberla abrazado y haberle respondido que dejara de decir tonterías, que no se preocupara y que todo estaba bien. Pero en el mismo momento en el que Sakura había dejado libre esa vía de desahogo de forma casi despreocupada, la sobrecargada y preocupada mente de Naruto simplemente no pudo resistir la tentación y, por muy injusto que fuera, de sus ojos empezaron a manar las lágrimas que antes había conseguido retener con tanto esfuerzo, y el llanto le asoló sin que pudiera hacer absolutamente nada para evitarlo.

-Le quiero tanto que me aterra... m...me da miedo de verdad. -sollozó casi sin querer y Sakura dejó que se desahogara entre sus brazos, mientras en su rostro mostraba una sonrisa imperturbable, que intentaba ocultar a toda costa el daño indescriptible que le habían causado sus palabras. Después de todo, ella le seguía queriendo.

...

-¿Seguro que no quieres que vayamos juntos al instituto? -preguntó Naruto cuando ya habían regresado del Valle del Fin, algo preocupado por la actitud dispersa de Sakura durante todo el camino de vuelta.

-Seguro... -de pronto Sakura cambió por completo de actitud, sonrió y comenzó a hablar con voz despreocupada. -No quiero que la gente piense que volvemos a estar juntos, ahora que he vuelto al mercado tengo que encontrar a un buen ninja, que sea guapo, fuerte y serio. No como tú... -dijo soltando una carcajada mientras se alejaba rumbo al instituto.

-¡Oye! -se quejó Naruto y Sakura volvió a sonreírle a lo lejos, antes de darse la vuelta y seguir andando con lágrimas en los ojos.

Tormenta de Verano (narusasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora